DONOSTIA. El bilingüismo temprano y simultáneo, el que se consigue cuando el aprendizaje de dos lenguas se lleva a cabo desde el nacimiento, mejora ciertas capacidades lingüísticas respecto al adquirido más tarde, incluso, en la misma infancia, como la de anticipar palabras al leer.
Estas son algunas de las conclusiones obtenidas por investigadores del "Basque Center en Cognition, Brain and Language" (BCBL) de Donostia.
Según ha informado hoy el BCBL en un comunicado, una vez demostrados científicamente efectos positivos del bilingüismo como la respuesta más rápida al cambiar de tarea cognitiva o la mayor interconexión entre zonas del cerebro, los estudios en esta materia "comienzan a apuntar" además que "no es lo mismo" adquirir dos lenguas maternas a la vez que aprender el segundo idioma con 3 años, 10 o con más, incluso cuando el dominio alcanzado sea igual de algo.
Expertos del centro donostiarra han emprendido varios estudios sobre esta cuestión, entre los que destacan tres, liderados por la investigadora francesa Clara Martin, que han empleado técnicas conductuales y electrofisiológicas, que han permitido medir "con precisión de milisegundos" las respuestas del cerebro a los estímulos propuestos y que apuntan hacia las ventajas de hablar dos lenguas a los niños desde bebés, sin esperar a escolarizarlos.
El primero de ellos, que forma parte de una ambiciosa investigación sobre "bi-alfabetización", dotada con una financiación europea de 2,5 millones de euros, ha analizado la capacidad cognitiva de niños de 5 a 10 años, bilingües en español y euskera.
Según sus primeras conclusiones, "los bilingües simultáneos tienen una representación de los sonidos de ambos idiomas más completa que los bilingües secuenciales", en los que se introdujo la segunda lengua a los 3 o 4 años.
Las pruebas realizadas han determinado que los niños bilingües simultáneos hacen "tareas que implican un procesamiento de los sonidos de las lenguas de manera más eficaz que la de los bilingües secuenciales, a pesar de que los dos grupos de niños tengan el mismo nivel lingüístico global en ambas lenguas".
Por ahora, esta conclusión es válida sólo para idiomas que comparten la mayoría de sus sonidos, puesto que aún se desconoce si pudiera serlo para lenguas con sonidos muy diferentes.
Otro de los proyectos, sobre adultos con el español como idioma materno y bilingües en inglés, ha concluido que "los individuos que leen en una lengua aprendida de manera tardía no son capaces de anticipar las palabras que aparecerán al final de una frase cuando el contexto lo permite, a diferencia de cuando leen en su lengua materna".
Según Clara Martin, "a la hora de procesar el lenguaje (leer o escuchar), el cerebro no se limita a recibir pasivamente la información lingüística", pues "mantiene una actitud activa y trata de anticipar las palabras que van a aparecer, en base al contexto".
Sin embargo, en los bilingües tardíos, al leer en su segunda lengua, "el cerebro no es capaz de actuar de manera activa y anticipar palabras."
Esta circunstancia se debe, según la interpretación de los investigadores, a que "el cerebro necesita movilizar muchos recursos cognitivos para tratar una lengua aprendida tardíamente, de modo que no quedan recursos libres para poder anticipar".
El tercer proyecto se ha centrado en adultos bilingües en español y euskera, y en su capacidad de usar el rostro de una persona conocida como indicio del lenguaje en el que se llevará a cabo la comunicación, pues, según ha aclarado Martin, "cuando se va a escuchar a una persona, el cerebro se puede preparar para trabajar en un idioma o en otro, según las pistas que tiene para anticipar cual será el lenguaje utilizado".
Ha asegurado que los bilingües de nacimiento usan "la cara del hablante, siempre que ya lo conozcan, como indicio del idioma que va a emplear", mientras que los secuenciales, es decir, los que han aprendido euskera a partir de los 3 o 4 años, pese a saber el idioma que va a emplear su interlocutor, su cerebro no es capaz de anticiparse, de modo que la mente no se coloca en posición de usar un idioma en concreto hasta que no escucha las primeras palabras".
Clara Martín estima por tanto que "haber aprendido dos idiomas desde el nacimiento proporciona más ventajas en la utilización de indicios lingüísticos para anticipar qué lenguaje tendrá que usar el cerebro durante una comunicación oral".