"No tenemos a nadie; la crisis se nota"
Agroturismos del interior de gipuzkoa carecen de clientes durante este puente tras un aceptable verano
no hay dinero para todo ni para todos. La persistente crisis asoma por cualquier rincón, sea el ocio, el trabajo o los gastos domésticos. Tras un septiembre que podría clasificarse como de satisfactorio, algunos agroturismos del interior de Gipuzkoa están comprobando este puente festivo que los bolsillos no dan más de sí. En el establecimiento Mitarte-Garai de Aretxabaleta, con capacidad para doce personas, carecen de clientes durante estas jornadas festivas. Tras 21 años de experiencia, Mariasun Zaloña vive un insólito puente de Todos los Santos. "No tenemos a nadie. Nada. Ayer llamó una persona. Eso es todo. La crisis se nota un montón", describe esta mujer, quien recuerda que agosto y septiempre "fueron bastante bien, octubre algo peor" y ahora se enfrentan a lo desconocido.
Zaloña reseña que "antes había trabajadores de obras", como las de la Y vasca, que pernoctaban en este alojamiento, pero en la actualidad tampoco cuentan con esa posibilidad.
En el agroturismo Aterbe de Leintz-Gatzaga la respuesta es la misma: "Nada". La hospedería de María Ángeles Martín tiene capacidad para ocho clientes, pero estos días se encuentra vacía, situación que no han sufrido el mes pasado.
El bache económico también se percibe en los establecimientos del Goierri, si bien, de momento, con menos crudeza. En el caserío Arrieta Haundi de Zegama cuentan con diez de sus dieciséis plazas ocupadas, según detalla María Luisa Marin, aunque es consciente de que hay menos llamadas y reservas.
Los tiempos han cambiado. La incertidumbre de las economías familiares y la capacidad de conocer las previsiones meteorológicas a través de Internet han retrasado la toma de decisiones vacacionales. "Antes se cogían las habitaciones hasta con un año de antelación y en julio ya estaban hechas las reservas para esta época. Ahora, se hace a última hora", relata la propietaria de este alojamiento.
Marin cree que este panorama se explica con un ejemplo muy ilustrativo: antes de la crisis se alojaban parejas con hijos, en las que tenían empleo tanto el hombre como la mujer, pero ahora "ya no trabajan los dos". En definitiva, hay menos dinero.
En el agroturismo Argiñenea de Berastegi tampoco han colgado el cartel de completo en su baserri con capacidad para diez huéspedes. En su caso, no están sorprendidos por los vaivenes de la clientela puesto que abrieron el establecimiento hace tres años, cuando la crisis comenzaba a cambiar las costumbres sociales. "No hemos conocido otras épocas. Las reservas se realizan con un mes de antelación como mucho", afirma Arantxa Ormaetxea, quien se nutre, principalmente, de viajeros venidos de Catalunya y Madrid, como ocurre en muchos otros alojamientos de Gipuzkoa.
En el caserío Aldarreta de Ataun, con habitaciones para ocho personas, confirman esta tendencia y subrayan que este puente festivo no está resultando especialmente halagüeño. La cercanía de un mes con varias fiestas como octubre y en la antesala de diciembre puede incidir en el retraimiento de los viajeros. "De momento, está tranquilo", detalla María Teresa Lardezabal, responsable del agroturismo, quien reafirma que el sistema de reserva "ha cambiado mucho".
Donde sí han conseguido llenar las habitaciones es en el baserri Landagarre de Azkoitia, con espacio para nueve personas, según manifiesta Antonio Garate, dueño del negocio. En este caso, el compromiso de pernoctación por parte de la clientela se ha realizado en "los últimos quince días".
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