Tras un año de búsqueda de su hermano gemelo, el palentino Eugenio Ruiz sabe que no pierde nada por perseverar en su objetivo. Nació el 6 de julio de 1972 en la residencia Lorenzo Ramírez (hoy hospital Río Carrión) de Palencia, poco tiempo antes que su compañero de vientre materno. Pero nunca lo llegó a conocer porque los sanitarios dijeron a sus padres que su gemelo había fallecido. Él nunca asimiló esta pérdida. "Desde que era niño mi cumpleaños no es igual que el de otras personas, no los celebro, es como un sentimiento. Me falta la mitad", afirma este hombre. Ahora, Eugenio tiene la esperanza de que el hermano que nunca conoció resida en Gipuzkoa. ¿Por qué? Un miembro de Sos Bebés Robados Euskadi acudió el pasado fin de semana a una concentración de esta agrupación y, tras observar el rostro de este palentino, se mostró sorprendido y no pudo evitar el comentario: "En Errenteria hay un hombre igual que tú y se llama Jose".

El comentario espoleó el ánimo de Eugenio, quien esta misma semana se ha presentado en la sede de Sos Bebés Robados de Gipuzkoa y ha relatado su caso. Antes, paseó por las calles errenteriarras a fin de que su voluntad se entrelazase con el azar. Era complicado. Y, por eso, Eugenio ha dado testimonio en este diario sobre su vivencia y se ha prestado a posar para que pueda visualizarse su imagen. No pierde la esperanza de que alguien pueda darle alguna pista sobre ese guipuzcoano que tanta semejanza puede tener con él. "No creo que sea tan complicado ponerme en contacto con esa persona", señala esta palentino.

Enrique ha encontrado argumentos a lo largo de los últimos meses para pensar que ese hermano está vivo, sea en Gipuzkoa o en cualquier otra parte del mundo. Según le ha recordado su madre, tras alumbrarlo se aprestó a dar a luz a su gemelo. Pero, en este segundo caso, la anestesiaron durante más de dos horas debido a que, según le explicó el personal sanitario, era necesario practicarle una cesárea. Al despertar, la mujer comprobó que no le habían realizado esa operación y, además, el segundo niño no estaba junto a ella. Al preguntar por él, la comadrona le indicó que había nacido con fórceps y se encontraba en un precario estado de salud. No le permitieron verlo.

Al cabo de unas horas, informaron al padre del fallecimiento del bebé y le dieron instrucciones para que comprase un ataúd. Acto seguido, le entregaron la caja cerrada con clavos y le conminaron a que la llevase al cementerio municipal, donde la entregó a un funcionario.

irregularidades

Cadáver enterrado

Las irregularidades comenzaron a saltar desde un primer momento. "A las dos semanas del entierro, telefonearon a mis padres desde la residencia y les preguntaron: ¿Qué van a hacer con el cuerpo de su hijo fallecido que lleva aquí un tiempo? Claro, ellos se extrañaron pero no le dieron mayor importancia", recuerda Eugenio.

Decidido a aclarar el asunto, este hombre comenzó el pasado año a buscar documentación sobre el fallecimiento de su hermano. En el hospital carecen de papeles porque, según le comentaron, desaparecieron durante una inundación. En el Legajo de Aborto del Registro Civil, se da fe del alumbramiento, sin que se exprese causa y hora de la muerte.

Y las sospechas germinaron definitivamente cuando al pedir en el camposanto información sobre el enterramiento, la respuesta por escrito fue la siguiente: "Consultado el Libro de Registro de Inhumaciones, Exhumaciones e Incineraciones del cementerio de este municipio, no aparece ningún dato de la inhumación del cadáver de un hijo de Mariano Ruiz Calvo -el padre- y Consuelo Pérez -la madre-…"

Ante este panorama, Eugenio insistirá hasta el final en la búsqueda de su hermano. "Llevo un año sin parar y sin parar voy a seguir", asevera. Y en Errenteria está puesta ahora su esperanza.