La sentencia de Amaia Azkue fija el robo como móvil del asesinato
La sentencia que condena al asesino de Amaia Azkue a diez años de internamiento y cinco de libertad vigilada fija el robo como móvil de un crimen que el acusado consumó con una piedra, con la que golpeó a su víctima brutalmente en la cabeza entre tres y cinco veces hasta acabar con su vida.
DONOSTIA. La resolución del Juzgado de Menores número 1 de San Sebastián, a la que hoy ha tenido acceso EFE, considera al procesado responsable de un delito de asesinato, otro de robo con intimidación y empleo de instrumento peligroso, un tercero de robo de vehículo a motor, y finalmente un último delito contra la seguridad vial.
Además de las citadas penas privativas de libertad, la sentencia prohíbe al joven, que cuando ocurrieron los hechos aún era menor de edad, acudir durante cinco años a los términos municipales de Zarautz, Getaria y Orio, en los que la víctima desarrollaba su vida habitualmente.
Asimismo, le impide acercarse y comunicarse con los familiares directos de la fallecida durante otros dos años más y le obliga a indemnizar a sus allegados con una suma total de 922.000 euros.
El escrito asume de esta manera las tesis defendidas durante el juicio por la Fiscalía y la acusación particular, ejercida por la familia de Amaia Azkue, y rechaza las pretensiones de la defensa, que solicitó la absolución de su cliente.
Según la sentencia, los hechos ocurrieron sobre las 12:35 horas del 16 de marzo de 2011, cuando el encausado abordó a Amaia Azkue en el aparcamiento del un hipermercado de Zarautz, "pertrechado de unos guantes de lana" y probablemente una pistola de aire comprimido "con apariencia real" así como de, posiblemente, un cuchillo de cocina.
El escrito precisa que el joven, "guiado por el propósito de procurarse un beneficio económico" hizo notar a su víctima que iba armado en el momento en el que ella se disponía a introducirse en su automóvil, un Renault Megane Sport familiar de color gris, y logró "de esta manera" colarse en el coche de la mujer.
A continuación, el joven indicó a Amaia que se dirigiera a un lugar que la sentencia no concreta, pero ubicado dentro del termino municipal de Zarautz, donde, "aprovechándose de su superioridad física" y "valiéndose" de las armas que portaba, consiguió que la perjudicada le entregara dos tarjetas bancarias y sus correspondientes contraseñas secretas.
La sentencia indica que, seguidamente, el encausado agredió por sorpresa con la culata de la pistola a la mujer y le provocó una fractura malar en la zona derecha, tras lo que le asestó un segundo golpe en la boca que ocasionó a su víctima "lesiones en la cara y en las arcadas dentarias, así como fracturas en los dientes", uno de los cuales fue ingerido por la agredida, quien, debido a lo repentino del ataque no había amagado "siquiera una defensa".
La resolución describe una segunda agresión contra la fallecida, aunque no concreta el lugar en que se produjo, si bien describe que tuvo lugar cuando la perjudicada se encontraba ya "inconsciente" y el joven le golpeó entre tres y cinco veces con una piedra en la región craneal.
El texto detalla que este ataque ocasionó diferentes heridas a la víctima, quien sufrió un hundimiento de cráneo, además de una hemorragia cerebral, entre otras lesiones "incompatibles con la vida".
"Después de esta segunda agresión o, en todo caso, tras la primera -prosigue el documento-, el acusado introdujo a Amaia en el maletero del vehículo, que portaba un dispositivo de telepeaje" y condujo por la autopista AP-8 hasta la salida de Zestoa-Zumaia, desde donde se dirigió al pantano de Ibai-Eder de Azpeitia, en el que pudo haber tenido lugar la segunda agresión, y donde se desprendió del cadáver "arrastrándolo desde el vehículo e introduciéndolo sin vida" y maniatado "en las aguas del pantano".
Posteriormente, el imputado llevó el coche hasta el barrio de Aratz-Erreka, donde, sobre las 14:30 horas, abandonó una serie de objetos en unos contenedores de basura y se lavó las manos "en la pila de una ermita contigua", tras lo que abandonó el vehículo en una zona de aparcamiento junto a la basílica de Loiola.
Finalmente, sacó un total de 600 euros de dos cajeros automáticos de Azpeitia e intentó sin éxito una tercera extracción de otros 300 euros más, operación que repitió dos días después, el 18 de marzo, en una sucursal de Zarautz, también sin conseguir reintegro alguno.
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