Donostia. Para Vicuña no existe distinción entre vida real y vida virtual. Por ello, es necesario que la sociedad aplique la responsabilidad y el sentido común que emplea en su día a día en sus actividades en la Red. Asegura que el fenómeno de Internet "ha venido para quedarse", por lo que espera que con el tiempo, "aprendamos a aprovecharnos de los beneficios que tiene y quitemos los problemas que acarrea".
¿Por qué es importante el derecho a la protección de datos?
Todo el fenómeno de la tecnología y de Internet ha hecho que se traten los datos de una manera más agobiante. Cada vez somos menos libres desde el punto de vista de la privacidad. Desde que nos levantamos, sin ser conscientes de ello, estamos dando datos continuos sobre nosotros mismos, y hay gente que se siente vulnerada en su intimidad.
¿Conoce la población sus derechos en materia de protección de datos?
Las estadísticas nos dicen que un 50% de la gente sabe que tiene algún derecho a este respecto, pero no conocen ni sus propios derechos, ni qué pueden reivindicar. Ni siquiera conocen a las autoridades de control que les podemos tutelar y les podemos ayudar. Como la gente no es consciente de sus propios derechos, tampoco los reivindica, y cuando quiere reivindicarlos tampoco sabe cómo hacerlo.
¿Qué tiene que hacer una persona que siente que se han vulnerado sus derechos?
Yo aconsejaría que ponga su situación en conocimiento de la Agencia Vasca de Protección de Datos y nosotros ahí le daremos respuesta a su problema.
La gente se siente vulnerada en su intimidad y, sin embargo, las redes sociales cada vez tienen más usuarios.
Internet y las redes sociales son dos fenómenos muy distintos. Hay mucha gente que se siente vulnerada porque encuentra propaganda muy segmentada hacia sus necesidades cada día en su buzón. Eso vulnera el derecho a la intimidad, sobre todo en sectores como la tercera edad, que empiezan a sentirse muy agredidos en este sentido. No hace falta ver el derecho a la protección de datos solo desde una óptica tecnológica.
Y, sin embargo, los jóvenes no hacen más que publicar su vida en la Red.
La realidad actual es un Internet muy desarrollado y unas redes sociales totalmente normalizadas. El problema está en que, al ser un fenómeno nuevo, ni los jóvenes ni los adultos lo controlan. El problema no lo tienen solo los menores, sino también los adultos. Nunca ha habido un fenómeno en el que los propios ciudadanos hayan dado tanta información para que la conozcan otros ciudadanos.
¿Qué peligros entrañan las redes sociales?
Internet y las redes sociales tienen un fenómeno que lo pervierte todo: la globalización. Además existe otro fenómeno y es que uno se presenta en una red social en un momento determinado pero eso tiene trascendencia en un futuro porque Internet no olvida nada, todo queda.
¿Cómo puede afectar en un futuro un comentario o una fotografía publicada hoy?
Una imagen de una juerga puede tener trascendencia en la búsqueda futura de un trabajo. Por eso, desde las agencias de protección de datos se están reivindicando algunos derechos nuevos como el derecho al olvido, que es un derecho más dentro de la protección y la cancelación de datos.
¿En qué consiste el derecho al olvido?
Es normal que uno de joven se vaya de juerga, que sea más exhibicionista. Hay errores de juventud que son normales pero eso no te puede causar efectos para toda tu vida.
Entonces, ¿deberíamos cuidar más nuestra identidad digital?
Se habla mucho de esto. Incluso hay empresas que se dedican exclusivamente a limpiar las identidades digitales para hacer presentable a una persona cuando salga, por ejemplo, al mercado laboral. Estas empresas se dedican a borrar determinadas imágenes y comentarios que publicamos en nuestras cuentas personales.
¿Tanto nos influye en la vida nuestra identidad digital?
Las redes sociales van a tal velocidad que nos sobrepasan, pero a su vez no tienen marcha atrás, lo que produce un efecto perverso.
¿Qué podemos hacer para superar esta situación?
Tenemos que habituarnos a cambiar el chip social y empezar a ver todo esto con cierta normalidad. Analizar que cuando una empresa busca en Google información sobre el candidato a un trabajo, se puede encontrar tonterías que ha dicho de joven o fotos que colgó en su día y ver todo esto con cierta normalidad. Y a la vez, ver de una manera anormal a una persona que sea químicamente pura, porque entonces, algo está fallando. Teniendo en cuenta que no se cometan errores fundamentales como que una persona sea un agresor en la Red, o que sea una persona violenta o amenazadora... lo demás, el día a día, tenemos que aprender a verlo como algo normal. ¿Quién no se ha corrido una juerga?
Las redes sociales son una forma habitual de relación entre los más jóvenes. ¿Son espacios peligrosos para los menores?
Las redes sociales no son una cosa mala. Son buenas y además han venido para quedarse. No tienen vuelta atrás pero hay que saber cómo enfrentarse a ellas. Debemos aprovecharnos de los beneficios que traen consigo y librarnos de los problemas que nos acarrean.
¿Pero no se inician demasiado pronto los menores en estos espacios?
La normativa dice que hasta los catorce años los menores no se pueden meter en las redes sociales pero eso no corresponde a la realidad porque se meten bastante antes, con conocimiento o sin conocimiento de sus padres.
¿Cómo podemos controlar este hecho?
Ahí está uno de los principales problemas. A mi modo de ver, la entrada en las redes sociales debería ir de la mano formativa de padres y profesores. La entrada en las redes sociales hay que verla de una manera normal pero haciendo a los menores conscientes de los problemas que puede acarrear.
¿Debemos entonces formar a los menores en materia tecnológica?
Internet es un medio que resulta extraño a muchos adultos. Sin embargo, a los niños y a los adolescentes no hay que hablarles de tecnología porque saben mucho más que los adultos. Hay que hablarles de principios y valores, que son los de siempre: ser empático, no fastidiar a los amigos, ser respetuoso... Este tipo de mensajes son más válidos que enseñarles tecnología porque esta es muy fácil y ellos son activos naturales.
Pero da la sensación de que los jóvenes de hoy en día llevan una vida más irresponsable que la que llevaban sus padres a su edad.
Tenemos que dejarnos de tanto puritanismo. La gente joven ahora no hace tonterías que no hayan hecho sus padres en su juventud. El problema está en que ahora quedan pistas. La juventud está más formada, tiene los mismos valores que sus padres pero los errores quedan a la vista.
¿Falta sentido común en la Red?
Falta mucha prudencia. En Facebook, en EEUU hace unos años, el 25% de la gente tenía datos de su cuenta bancaria, su número de carné de conducir... Esto es un error terrible desde el punto de vista de la seguridad. Estamos totalmente habituados a ver en Twitter y Facebook que la gente publique que se va de vacaciones a uno u otro sitio. Cuando uno utiliza la geolocalización está diciendo dónde está pero, sobre todo, está diciendo dónde no está. La clave está en interactuar en las redes sociales con la prudencia con la que lo haríamos en la vida real. Lo que pasa es que en el mundo virtual perdemos esa noción de responsabilidad y sentido común. Pero esto es algo que nos ocurre tanto a los adultos como a los jóvenes.
¿Debemos tener más cuidado con cómo nos presentamos en la Red?
El problema está en que en la vida real nos presentamos con varias identidades según el momento y en cambio, en una red social nos presentamos con una única identidad en la que nos observan desde numerosos puntos de vista. Y nos creemos que nos están hablando nuestros amigos pero también nos está viendo nuestro jefe. Es una forma muy difícil de presentarse y por eso se repiten tantas noticias de alguien que ha sido despedido por publicar en Facebook comentarios sobre su trabajo o sobre su jefe.
¿Nos hemos convertido en una generación menos libre?
Absolutamente. La gente antes era mucho más libre por esa falta de pistas. Ahora dejamos pistas continuas sobre todo lo que hacemos y ya no solo eso, sino que también queda lo que otros han puesto sobre nosotros. Pero es que, además, toda la información que dejamos en las redes sociales tiene un valor económico.
¿A qué se refiere?
Hay dos cosas que perturban la privacidad. Por un lado todo el tema de la seguridad y el control de las personas, que es algo histórico, y por otro, todo lo relacionado con el factor comercial de venta de productos. Eso también acaba con la privacidad de la gente.
Entonces, cuando abrimos una cuenta en una red social, ¿nos convertimos en un valor comercial?
Las redes sociales luchan por controlar cada vez más a las personas pero no desde el punto de vista de la seguridad sino desde el punto de vista del marketing. Controlar los datos de las personas tiene mucho valor económico. Eso se ve claramente en el modelo de negocio de las redes sociales, que son gratuitas porque comercializan con datos personales.
¿Así que cuantos más datos personales demos, más valor comercial tenemos?
Así es. Cuantos más datos personales y de más calidad tenga una red social, más interesantes son para las empresas. Sin embargo, al ciudadano lo que le interesa es ser libre y que le controlen lo menos posible.
Además del control comercial, empieza a existir un control judicial fuerte sobre lo que se publica en las redes sociales.
Tenemos que tener en cuenta que ya no existe distinción entre lo que es la vida virtual y lo que es la vida real. Todo lo que está en la vida virtual tiene relevancia en la vida real. La Policía no está solo patrullando por las calles sino también por Internet y por las redes sociales. Los delitos que se producen en las redes sociales se están persiguiendo desde la propia Red.
Entonces, ¿nuestra identidad virtual es perseguible en la vida real?
Absolutamente. Cualquier acto delictivo o de otra trascendencia en el mundo virtual es perseguible en la vida real y eso tiene una enorme trascendencia.
¿Es sencillo perseguir delitos por Internet?
Lo que tenemos que tener en cuenta es que en Internet lo que hacemos es dejar pistas continuas por lo que resulta mucho más sencillo tirar del hilo. Como hemos dicho antes Internet no olvida nada y lo que se publica en las redes sociales ahí queda, por lo que, desde el punto de vista probatorio, cada vez está más fácil. Que no se olvide la gente de que los delitos o amenazas que pueda hacer por Internet no solo son tan perseguibles como las que pueda hacer en la vida real sino que además son más fácilmente perseguibles.