El Hospital Donostia realiza una media de 50 trasplantes de médula ósea al año
Este tipo de intervenciones aumenta por la esperanza de vida y el avance de las técnicasDel total de operaciones, una quincena se lleva a cabo con células madre de donantes y el resto, con las del propio paciente
Donostia. Todos los años el Hospital Donostia -centro de referencia para el trasplante de progenitores hematopoyéticos de la Comunidad Autónoma Vasca- realiza una media de 50 trasplantes de células progenitoras hematopoyéticas, lo que tradicionalmente se conocía como trasplante de médula ósea porque era el lugar de donde siempre se obtenían estas células madre de la sangre, necesarias para renovar el sistema inmune del paciente enfermo. Esto ha cambiado con el avance de la investigación. Hoy en día, además de en la médula ósea, las células progenitoras hematopoyéticas se pueden obtener también de la sangre periférica y a partir del cordón umbilical.
El número de trasplantes en este ámbito se está incrementando año tras año por varias razones, como expone el médico adjunto de la unidad de Hematología, el doctor José Ferreiro. "Ha aumentado porque hay más enfermedades que son susceptibles de tratar con trasplantes como parte del tratamiento, porque la gente vive más y enferma más; y porque a personas que hace diez años no nos hubiéramos atrevido a realizar un trasplante por su edad, ahora sí lo hacemos gracias a que las técnicas han mejorado y se han vuelto más precisas", enumera. Según concreta Julián Marín, Jefe de Sección de Hematología, antes no se realizaba a mayores de 55 años y ahora, en cambio, se realizan a sexagenarios.
Existen dos tipos de trasplantes de células progenitoras hematopoyéticas. El ya citado, que se produce cuando el donante es una persona diferente al receptor y se conoce como alogénico; y el autotrasplante de células del paciente para sí mismo, denominado autólogo. Este último es el más frecuente. Si en el centro hospitalario guipuzcoano se realizan entre 40 y 50 trasplantes de células progenitoras hematopoyéticas cada año, en una media de quince casos las células proceden de un donante alogénico, mientras que en el resto son del propio paciente.
El objetivo de autotrasplantar células madre sanguíneas en un mismo paciente es hacer frente al "efecto tóxico" que tiene la quimioterapia sobre la médula ósea cuando se trata un tumor. Como explica el Jefe de Sección de Hematología del Hospital Donostia, "el problema que teníamos con la quimioterapia es que si sobrepasábamos una dosis determinada, el tumor lo eliminábamos pero su efecto tóxico provocaba una falta de médula ósea que, al final, era más grave que el propio tumor". Para salvar esa "barrera", como paso previo a la quimioterapia se extraen las células madre y se congelan a una temperatura de 196 grados bajo cero. Una vez concluido el tratamiento quimioterápico y en ese periodo de "aplasia medular", se trasplantan para que el periodo de recuperación del sistema hematológico sea posible. Durante esa fase en la que el paciente no tiene defensas para hacer frente a cualquier tipo de infección, permanece ingresado en la Unidad de Aislamiento, habitaciones que cuentan con filtros de aire especiales para evitar la propagación de cualquier infección.
un cuarto de siglo Los trasplantes autólogos o autotrasplantes suponen "la gran mayoría" de los 900 trasplantes de células progenitoras hematopoyéticas que el Hospital Donostia ha llevado a cabo desde que el "2 de septiembre de 1985" se realizara el primer trasplante de médula procedente de un donante alogénico, como recuerda Marín. Desde entonces, "la única cosa que sigue siendo válida es que el trasplante en sí sigue siendo una forma más de tratamiento de las enfermedades malignas de la sangre". "De hecho, como primer tratamiento solo se utiliza en enfermedades muy poco frecuentes en las que la médula ósea desaparece y es necesario poner una nueva. De estos no hacemos más que uno o dos trasplantes al año", añade el jefe de Hematología.
En cuanto a los trasplantes alogénicos, como detalla Aitziber Alkorta, médica adjunta de Hematología, "lo que queremos conseguir no es poner unas dosis quimioterápicas altas y luego reconstruir la médula". En estos casos, prosigue, "la enfermedad está en la propia médula y lo que queremos es sustituir esa médula enferma, defectuosa o a veces insuficiente por una sana. Las células son de un donante, que puede ser un familiar o "un donante altruista".
Las diferencias entre ambos procedimientos derivan de los efectos que tienen tanto desde el punto de vista médico como para el paciente. "Cuando trasplantamos unos progenitores, no solo trasplantamos las células madre que van a ser capaces de producir nuevas células sanguíneas: hematíes, leucocitos, plaquetas…, sino que trasplantamos todo el sistema inmunitario", referencia Marín.
Así, no solo se puede producir el rechazo del órgano por parte del receptor, sino exactamente lo contrario: "La enfermedad del injerto contra el huésped, es decir, que las células del donante empiecen a atacar al individuo. Esta es una complicación frecuente que puede provocar que el paciente tenga una peor calidad de vida", detalla el jefe de Hematología. Es por todo ello por lo que se deben tener claros tanto los beneficios como los riesgos del trasplante. En este contexto se enmarcan los resultados, manifiesta Ferreiro. Y esos son "buenos, similares a los de las unidades de trasplante de otros países".
Respecto al pronóstico del trasplante, este depende "en gran parte, de la enfermedad que lo ha originado", afirma Marín. "En la aplasia medular, que es el ejemplo de la enfermedad en la que el único problema que hay es que no hay médula, el trasplante es curativo en la mayoría de los pacientes. Ahora bien, en otras enfermedades con características biológicas de mucha agresividad, el trasplante puede ser curativo en un número menor", concluye.
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