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"Aquí vivió un torturador de la Gestapo, del que se dice que inventó el método de 'la bañera"

El historiador Ramón Barea recuerda la estancia en Donostia del sanguinario Henri Masuy

"Aquí vivió un torturador de la Gestapo, del que se dice que inventó el método de 'la bañera"Ruben Plaza

Donostia. Aquella Gipuzkoa de principios de los 40 no debía de ser el lugar más deseado para vivir. Al menos para las clases más humildes. Tras las devastadoras consecuencias de la Guerra Civil, el territorio comenzó a recibir soldados nazis que se encontraban de permiso durante la ocupación alemana de Francia. Además, el territorio contaba con una comunidad alemana muy asentada, especialmente en su capital, incluso antes de la llegada de las fuerzas nazis a localidades como Biarritz o Hendaia.

Esta sólida comunidad germana espoleó la llegada de nazis que huían ante la inevitable caída del régimen hitleriano.

Entre los nuevos habitantes de Donostia destacó Heinrich Bauer, seudónimo de George Henri Delfanne, que, a su vez, también se hacía llamar Henri Masuy, y Kranenbaum.

El historiador Ramón Barea señala que este ciudadano belga era un agente al servicio de la Gestapo que torturó a cientos de miembros de la Resistencia francesa en su despacho de París hasta llevar a muchos de ellos a la muerte.

Pocos meses antes de la liberación de París huyó rumbo a Donibane Lohizune y luego cruzó la muga y se refugió en Donostia, donde residió en hoteles de postín.

Barea resalta que, según se cree, "el sanguinario nazi inventó el método de tortura de la bañera", mediante el que se sumerge la cabeza de una persona en agua hasta llevarlo a la inconsciencia.

Los Aliados lo tenían fichado como agente del espionaje alemán en España, Bélgica y Francia, desde 1939 hasta 1945.

Su aterrador historial fue un acicate para sus numerosos enemigos, que lo querían detener a cualquier precio. Eso es lo que se propusieron llevar a cabo el 23 de diciembre de 1944 tres policías franceses, que cruzaron la frontera en un vehículo, pertrechados de cuerdas, cloroformo y otros utensilios destinados a secuestrar a Delfanne, con quien concertaron una cita mediante engaños. Todo parecía que saldría a pedir de boca tras maniatarlo cerca del puente de María Cristina. Pero un guardia civil que paseaba armado por la zona con su novia los detuvo.

Delfanne permaneció bajo arresto domiciliario y los tres agentes estuvieron ocho meses en el calabozo del Gobierno Civil.

El torturador huyó de España y se refugió en Alemania, pero fue detenido en 1947. Tenía los días contados. Francia lo condenó a muerte. Su vida finalizó en el cadalso.