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El euskera a ritmo de 'ttakun'

El sol saludó la llegada de la Korrika a Gipuzkoa en el ecuador de la marcha

DECÍA Bernardo Atxaga, en una entrevista publicada en noviembre de 2010 que "el mundo vasco, nuestra vida, es uno de tantos infinitos", en respuesta directa a la tantas veces recordada pequeñez de Euskal Herria. Korrika demuestra, en cada edición, la infinita riqueza y variedad de la cultura euskaldun frente a quienes -cada vez menos- intentan hacer de menos cualquier cultura no estatal. Ese es el concepto de infinito al que hacía referencia el escritor guipuzcoano: todos los colores, todas las miradas, toda la existencia, caben en una sola persona.

Así, el puente de Santiago, que une Hendaia con Irun, sirvió para pasar de un universo a otro, en una insignificante distancia. Si la noche suletina, que Korrika 17 vivió de lunes a martes, tomó en muchas partes del recorrido un cariz de oscuro desierto verde -por la absoluta falta de luz eléctrica y la interminable alfombra verde, salpicada por aislados baserris-, la velada guipuzcoana fue lo más parecido a una discoteca al aire libre. El pinchadiscos DJ Bull se marcó una sesión de diez horas, desde los primeros scratches, aún en Urruña, hasta el último loop en Tolosa. Entre tanto, localidades como Irun, Orereta, Andoain y, sobremanera, Hernani, vivieron una apoteósica noche de Korrika. "Lo de Hernani fue una barbaridad, una pasada", reconoció un miembro de la organización. Miles de personas se echaron a la calle para reivindicar su deseo de vivir en su lengua. Muchos corrieron, otros tantos animaron desde las aceras y los balcones, pero todos ellos hicieron propio el lema Maitatu, ikasi, ari.

Buen tiempo En territorio guipuzcoano, el buen tiempo abrazó el pelotón de euskaldunes. Los euskalakaris agradecieron la llegada del sol, unida, eso sí, a una agradable brisa. Tanto de noche como de día, la temperatura de la carrera fue de las más agradables hasta la fecha. No obstante, es difícil imaginar que con un tiempo adverso esa gran fiesta nocturna se hubiese quedado en agua de borrajas. Haciendo gala de ser tierra de grandes txalapartaris, Gipuzkoa ha sido el herrialde que más ritmos de ttakun ha ofrecido a Korrika 17. Nada más entrar a Irun, una pareja de músicos ejercitó los brazos, en duelo, mientras la furgoneta de la organización bajaba el volumen de sus altavoces, para disfrutar del espectáculo. Por su parte, la compañía de danza Kukai transportó el testigo "con mucho ritmo", en palabras de una colaboradora de Korrika. Varios miembros del grupo, encabezados por el coreógrafo Jon Maya, recogieron el testigo en el kilómetro 1.270, en Orereta, para aportar su granito de arena a la causa.

Andoain recibió al pelotón con un impactante ejército de gigantes y cabezudos, poco antes del amanecer. Y a mediodía, la intérprete de signos Ainhoa Moiua volvió a aparecer en escena, cerca de Segura. Quien se ha hecho conocida gracias al videoclip de Zea Mays, en el que interpreta la canción Negua joan da ta para sordo-mudos, ofreció en vivo una representación desde la furgoneta. Los euskalakaris aplaudieron a rabiar la improvisada participación de Moiua, vecina de Segura. A la tarde, Zestoa, Azkoitia y Azpeitia fueron los grandes protagonistas de Korrika, que alcanzó territorio vizcaino a eso de las 22.45 horas de la noche.