Donostia. El juego online y las apuestas deportivas comienzan a causar serios problemas entre la juventud guipuzcoana. No todo es juego. Los pacientes atendidos por diferentes ludopatías no dejan de incrementarse. El año pasado se registraron 97 nuevos casos, un 10% más que en 2009, en una imparable dinámica que no conoce freno. Entre los nuevos casos destaca de un modo preocupante el perfil de aquellos que ni siquiera han alcanzado los 25 años, un sector hasta ahora invisible, la punta del iceberg de un problema que aflora en la medida que lo hacen las apuestas por Internet y las visitas a las casas deportivas.
La Asociación Ekintza-Dasalud, referente en Gipuzkoa en la rehabilitación de adicciones psicológicas, reconoce la creciente preocupación por el descenso en la edad de quienes caen en las garras del juego. Lo habitual hasta ahora era que el grueso del colectivo atendido tuviera una edad comprendida entre los 36 y 45 años. Esta fotografía ha cambiado. La franja ha bajado ostensiblemente durante el último año hasta situarse entre los 26 y 35. El 14% son mujeres y el 86% hombres.
La psicóloga Garbiñe Jaureguialzo subraya que uno de los datos más destacables de la memoria de 2010, a la que ha tenido acceso este periódico, es que el 14% de los nuevos casos se corresponde con menores de 25 años atendidos por patologías relacionadas con las apuestas. "Estamos hablando de juego online, sobre todo pócker, y también de un modo especial de las apuestas deportivas en los nuevos salones", incide la responsable de la agrupación.
Detrás de todos estos chavales (todos son varones) hay unos padres con una infinita preocupación que no saben cómo desenvolverse ante semejante situación. "Nos vienen apurados por la problemática que arrastran, pero les cuesta mucho convencerlos para que busquen ayuda", constata la especialista.
Pedir ayuda Tomar conciencia del problema no es cosa de dos días. Aunque se ha constatado que poco a poco los afectados solicitan ayuda con mayor premura -ahora el 52% tarda entre uno y cinco años cuando antes tardaban entre seis y diez-, el perfil de estos chavales ludópatas responde a otro tipo de patrón. Son sus padres quienes acuden a la consulta. Lo hacen solos y, en ocasiones, con aventuradas hipótesis que caen en el autoengaño o la negación de la realidad. "No sé hasta qué punto está enganchado, quizá no sea para tanto", acostumbran a decir.
La respuesta de los profesionales es bien clara: no es tan determinante el dinero gastado como los cambios que el juego llega a operar en el estilo de vida. Según explica Jaureguialzo, lo que hay que analizar es hasta qué punto el juego les está quitando horas de sueño, contribuye a que fracasen en los estudios o, si por el juego, han dejado de salir con los amigos. "A la hora de buscar soluciones, los padres siempre hablan del control del dinero, creen que todo pasa por ello, pero es preciso que haya un reconocimiento previo de la situación por parte del chaval, porque de lo contrario es muy complicado encontrar una salida", detalla.
En ocasiones, el descenso de la edad llega a ser pasmoso. La asociación ha recibido la consulta de los padres de un chaval que, con 14 años, vivía atrapado por el señuelo que ofrecen las casas de apuestas deportivas. Un menor que "se ha gastado cantidades importantísimas de dinero". Un caso que, en otras cuestiones, plantea preguntarse hasta qué punto está restringida la entrada de menores a este tipo de establecimientos.