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Un promotor del cotillón del Txuri Urdin asume que la avalancha fue un "error garrafal"

Un joven fue trasladado al Hospital Donostia por la aglomeración que se produjo en el guardarropa

Donostia. "Reconozco que fue un error garrafal y pido disculpas. La gente empezó a estancarse en el hall. Para cuando nos dimos cuenta, se hizo un embudo del que no podían salir. Pero en ningún momento se llegó a una situación de peligro". El que habla es Iñigo Galdona, uno de los promotores del cotillón de Fin de Año que se celebró ayer en el Palacio de Hielo de Donostia y que concluyó con el desalojo de los asistentes tras producirse una avalancha en la guardarropía.

"Horror", "caos", "histeria" y "agobio" son la otra cara de la moneda, las palabras de dos de las jóvenes que se vieron afectadas por lo que ocurrió ante un guardarropa abarrotado de gente que buscaba sus pertenencias para poder regresar a casa tras una larga noche de fiesta.

El recinto tenía permiso para acoger a 2.760 personas y, "en ningún momento", según sus promotores, se sobrepasó. "Los inspectores de la Dirección de Juegos y Espectáculos vinieron tres veces. A las tres (horas del día 31), a las cuatro (ya del día 1) y a las siete y cuarto. Abandonaron el local sobre las ocho menos veinte diciendo que el desalojo se estaba produciendo bien y que ya no quedaban dentro más de 1.000 personas", afirma Galdona, de Smart Events.

Sin embargo, algo hizo que la situación se truncara en cuestión de minutos. "Hubo un golpe de gente, un par de chicos empujándose, las chicas empezaron a quejarse, otros más se sumaron al juego y... Se formó un embudo, fue un caos", reconoce el promotor que, no obstante, opina que "en ningún momento se llegó a una situación grave".

Pero ante un experiencia así siempre hay distintas visiones, como la de una joven de 24 años que recuerda que en varios momento de las dos horas que pasó para intentar recuperar su ropa ni siquiera llegaba a pisar el suelo. "La gente estaba histérica, chillando. También alguno estaba por el suelo, otros intentaban saltar la valla de separación y colarse, la cola era increíble y yo acabé con un moratón en el pecho", explica esta joven que, finalmente, sí logró su cometido.

El guardarropa se situaba en la zona de vestuario donde, habitualmente, se alquilan los patines para usar la pista de hielo. Según los promotores, "dentro del guardarropa había 10 personas y en la hora punta llegaron a ser entre 20 y 22 porque se reforzó con los recogevasos".

Menos suerte tuvo entonces otra joven donostiarra de 21 años, para quien "estaba claro que el final iba a ser ese, que se iba a producir esa masa de gente porque todo el mundo iba a salir a la vez". A través de la megafonía se comunicó que la gente recogiera sus abrigos, bolsos y demás pertenencias poco a poco para evitar avalanchas. Pero fue, como se dice, la crónica de una muerte anunciada. Precisamente, la alerta consiguió el efecto contrario.

Esta chica donostiarra trató de hacer cola, pero los ertzainas que acudieron al aviso se dedicaron a desalojar a la gente que quedaba dentro del local, por lo que no lo consiguió. "Fue horroroso", afirma. "Yo no insistí, las puertas de emergencia estaban abiertas y ya no hacía 22 grados, sino bastante más frío", recuerda. Muchas de las jóvenes, en vestidos de tirantes, tuvieron que hacer frente así a las frías horas del día, aunque la DYA se encargó de abrigar a los chicos con mantas. Un joven de 18 años fue trasladado al Hospital Donostia por contusiones. Los que esperaron para recoger sus pertenencias en ese momento no pudieron abandonar el lugar hasta las 10.00 horas.

Esta joven regresó a la tarde al Palacio del Hielo y logró recuperar su ropa. Otros no pueden decir lo mismo, como comprobó ella misma en ese momento. "Mientras esperaba escuché varias historias de gente que le han robado el móvil o el iPhone porque gente que entró al guardarropa sin permiso para tratar de coger sus cosas", explica. Algunos, al parecer, se hicieron con más de lo debido.

Galdona afirma que la organización está recogiendo reclamaciones y ofreciendo compensaciones económicas y materiales a quienes han perdido sus pertenencias. Además, asume que también se quedaron cortos con las barras, porque la gente "tuvo que esperar demasiado tiempo" para conseguir una copa, por lo que toma nota para evitar más errores en futuras celebraciones y que no terminen estas con un sabor "agridulce".