ANÉCDOTAS, buen humor y ambiente distendido. Quien anhelase encontrar a cuatro doctores ataviados con bata ofreciendo un espeso discurso sobre física cuántica se llevaría una buena decepción. El buen rollo fue la tónica dominante del encuentro que mantuvieron ayer por la mañana Frank Wilczek, Jean-Marie Lehn (en sustitución de Roald Hoffman), Juan Ignacio Cirac y Pedro Miguel Etxenike con escolares en el KutxaEspacio.
Entre los cuatro ponentes sumaban un total de dos premios Nobel y otros tantos Príncipe de Asturias. Ahí es nada. Los trajes que lucieran en la ceremonia de presentación de las jornadas, anteayer en el Kursaal, quedaron aparcados en el fondo del armario. Los cuatro se encargaron de desmontar el tópico de lo aburrida que es la ciencia: ayer, la amenidad fue la reina de la fiesta. Jóvenes, profesores y periodistas que abarrotaron la sala de conferencias del KutxaEspacio, al menos, aguantaron sin problemas las cerca de tres horas que duró el evento.
El programa matinal era sencillo y, sobre todo, interactivo. Tras una breve intervención a cargo de Etxenike, que ejerció de anfitrión y moderador, Lehn, Wilczek y Cirac se presentaron ante el público: breve biografía y unas pinceladas acerca de su trabajo. Después, receso para un hamaiketako y vuelta a la sala: era el turno de los jóvenes. Los expertos tuvieron que lidiar con las preguntas de los escolares, que abordaron temas tan dispares como el número de hijos de los científicos o la relación existente entre la química y la poesía. La interacción por bandera.
Entre la docena de cuestiones planteadas, algunas realmente interesantes. Por ejemplo, la de un alumno del Instituto Usandizaga-Peñaflorida, que planteó si la disponibilidad de ordenadores está volviendo más vagos a los estudiantes. Cirac y Lehn fueron los encargados de darle réplica y, más o menos, convinieron en lo mismo: el progreso humano le debe mucho a los ordenadores pero, a la vez, éstos también coartan la imaginación, la iniciativa, la creatividad...
UNA DE BIOGRAFÍAS
"Quería entender mi entorno"
El inglés fue la lengua más utilizada en la jornada de ayer. "El idioma de la ciencia", tal y como lo calificaba Etxenike durante la introducción. Por eso aconsejó a los jóvenes que aprendiesen la lengua anglosajona. "Pero tampoco podéis olvidar nuestra lengua, el euskera. Si los vascos hemos durado tanto, es porque a lo largo de la historia hemos sabido adaptarnos sin dejar de ser lo que somos", explicó el de Isaba.
Luego, el micrófono correspondió a los invitados, quienes relataron cómo llegaron al mundo de la ciencia. El leridano Juan Ignacio Cirac, Príncipe de Asturias 2006, explicó que llegó de una manera "casual": a él lo que le iba era eso de entender las cosas que veía a su alrededor. Algo parecido le pasaba a Jean Marie Lehn. El alsaciano explicó que, en un principio, lo que le iba era la filosofía. "Es genial, aborda algunos de los grandes problemas de la Humanidad, pero lo malo es que luego no puedes comprobarlas". La química, para él, era distinta, puesto que le permitía crear, hacer cosas, combinar átomos... "La filosofía está basada en la actividad cerebral, y la química nos permite estudiar y aprender cómo funciona este cerebro humano", comparó.
El caso de Wilczek es quizás el más curioso. A él, de pequeño, le encantaba la magia. "Hasta que descubrí que no era real, que eran trucos o trampas". Fue un programa de televisión el que le abrió los ojos. "El presentador hacía magia, pero usando la ciencia, por lo que comprendí que aquello sí que de verdad funcionaba". Lo cual, según contó, no hizo más que reforzar su idilio con las matemáticas, afición que ya le venía de antes. Su trayectoria posterior es historia, hasta llegar al Nobel de Física que obtuvo en el año 2004.
ESTUDIAR CIENCIA
"Cualquiera puede llegar aquí"
Los ponentes también aprovecharon la coyuntura para hacer apología de la ciencia, pero "sin desmerecer otras disciplinas del saber", tal y como matizó Etxenike. "Con entusiasmo, pasión y trabajo, cualquiera de vosotros puede llegar a donde estamos nosotros", señaló Cirac. Lehn también subrayó el aspecto del trabajo. "Algunos están dispuestos a entrenar al tenis cuatro horas a la semana, pues lo mismo, por ejemplo, con la química", manifestó.
Wilczek también contribuyó al tema, añadiendo que en su opinión no existe "el" científico, sino que existen científicos. "Hay gente muy diferente dentro de la ciencia: los hay que prefieren darle a la cabeza, otros prefieren jugar con juguetes...", definió. Cirac, por su parte, subrayó que hay que eliminar el "miedo" existente a las carreras de ciencias: "Los científicos tenemos futuro laboral, si no es en el ámbito de la investigación, en el mundo empresarial". Y por supuesto, tal y como se encargaron de recordar los cuatro protagonistas de ayer, a pesar de ser mayoría los científicos, "también hay sitio para las científicas".