"El penado ha de entender que no cumple condena, sino que ayuda a una comunidad"
Jokin Mitxelena es párroco de la iglesia de la Sagrada Familia de Irun. Desde mayo de 2009, después de atender una petición de Cáritas Diocesana, este lugar ofrece plazas de Trabajos en Beneficio de la Comunidad (TBC) para aquellas personas que han de cumplir esta pena sustitutiva
irun. En marzo de 2009 comenzaron las obras de la parroquia de la Sagrada Familia, en Irun. Desde Cáritas Diocesana preguntaron a Mitxelena "si podía ofrecer trabajos" para que se pudiesen llevar a cabo TBC en su templo. El párroco aceptó y, desde mayo del año pasado, trece personas han realizado labores comunitarias.
¿Qué trabajo realizaron los penados en su iglesia durante las obras?
Unas obras, en las que están actuando a la vez tres o cuatro gremios, tienen consecuencias de cara a la iglesia que está abierta en el culto, puesto que hay una dificultad en mantenerla abierta por el polvo y el desorden. Los penados se encargaban, junto con los equipos de mujeres que hay de limpieza, de mantener cierto orden, de tal manera que pudiéramos seguir celebrando las eucaristía y demás actos religiosos. Era muy práctico que ellos estuviesen presentes a la vez que seguían las obras. Además, ayudaron en la adecuación del centro antes de las obras, qui-tando los muebles, por ejemplo. También han tenido que remover todos los alimentos y la ropa de Cáritas que guardamos aquí, para poder repartir entre la gente cada semana, o varias veces por semana. Para mí ha sido una experiencia muy positiva
¿Y las personas que se encuentran ahora, tras las obras, qué tareas realizan?
Ahora tenemos a una persona a la que, por proyectos personales, le interesaba hacer los trabajos en agosto. Pero los trabajos no están relacionados con Cáritas, porque está parada hasta final de mes. Lo que estamos haciendo es reorganizar las instalaciones. Adecuando los medios audiovisuales, haciendo trabajos en la biblioteca, revisteros, etcétera. Cosas que para la gente que acude a la parroquia son muy importantes.
¿Han tenido algún problema en este tiempo?
La actitud, en general, ha sido buenísima. Aunque, al principio, alguno se creía que esto era como un castigo. Pero no. Nadie obliga a nadie a venir aquí, si se quiere se hace. Tuve a alguien así. Le expliqué que se la estaba jugando. Podía haber ido al juez diciendo que rechazaba el trabajo que tenía delante, lo que suponía un año de prisión. Entonces, llamé a sus padres, porque era muy jovencito, y tuvimos que poner las cosas en su sitio. Luego reaccionó bien y no pasó nada.
¿Antes de que comiencen a realizar el TBC, les explica qué han de hacer?
Hoy en día, cuando viene un penado, lo primero que hacemos es una entrevista previa. Han de entender que lo que hacen está en servicio de todos los usuarios de una comunidad, en este caso, una parroquia. Lo que tienen que comprender es que su objetivo no es cumplir una condena de unos días, sino que esos días van a poder ofrecer un servicio a una comunidad.
¿Cree que sería provechoso para otras parroquias o comunidades ofrecer plazas de TBC?
Sí, sin duda. Aunque habría que ver en qué situación se encuentran. El que no tenga nada especial en su parroquia, pues igual piensa que no tiene tanto sentido. Lo que yo no quiero es que vengan pensando que no van a hacer nada y creyendo que van a venir a pasar el tiempo leyendo una revista. Eso no es servicio comunitario ninguno. Si tengo una oferta que hacerle, que venga y que entienda que tiene que dar respuesta a ese servicio. A diferencia de los meses de obras, ahora tengo que decir a muchos de los que vienen que no tengo trabajo. Venir aquí para estar de brazos cruzados no tiene sentido.
¿Este tipo de penas tiene un carácter de redención real para los condenados?
Si uno se da cuenta de cuántos servicios puede hacer por los demás, eso ya es importante. En nuestro caso, además, les sirve para ver cómo en una parroquia hay personas voluntarias que están viniendo de manera permanente y haciendo servicios para los demás. Estas personas no sólo colaboran por un planteamiento de fe y cristiano, sino también porque son sensibles para con las personas necesitadas. Que los penados puedan tener contacto con las actividades de una parroquia, puede enriquecerles mucho. Además, la mayoría de los penados son jóvenes, y es la juventud la que no tiene mayor contacto con la realidad de una parroquia.
¿Cómo responde la propia gente de la parroquia ante los penados?
Pues muy bien. A veces, cuando surge alguna cosa y no tenemos en ese momento a ninguno, se lamentan de que no haya nadie que esté ahí llevando a cabo esa labor. Muchas veces hacen trabajos que no se perciben, pero cuando faltan se nota que no están ahí.
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