Donostia. En las faldas de la cima de Pagoeta, en pleno parque natural, existe un rincón desconocido para la mayoría de guipuzcoanos. Un lugar donde se puede disfrutar de la observación de 5.200 táxones -variedades- de vegetales, pertenecientes a alrededor de 300 familias. Un tesoro que permanece escondida en la espesura de los bosques que rodean el municipio de Aia, pero que sorprende a quienes se dejan perder por sus senderos y sus colecciones: el Jardín Botánico de Iturraran.
"Es una joya". El responsable de este enclave natural, Paco Garín, camina tranquilamente entre los árboles, plantas y arbustos, mientras dirige su mirada a las hojas y las flores que se encuentra a su paso. Esa singularidad, según advierte, no se debe solamente a la rareza de las especies que alberga, sino que también "al entorno" del parque. "Estamos a poca altitud sobre el nivel del mar, el clima es muy suave y llueve bastante. Esto nos permite cultivar plantas que en otros lugares resulta imposible conseguir", explica.
Por esa razón, quien visita Iturraran con un mínimo de curiosidad puede toparse desde "plantas subtropicales" hasta especies que crecen "en Siberia". "Lo conseguimos variando la orientación del lugar en el que se realiza la plantación, si ese punto está más o menos protegido", explica.
Quizá por ello, el jardín botánico cuenta con más de 50 clases de palmeras al aire libre, magnolias de más de 150 táxones y una de las mayores colecciones de robles de todo el mundo, por citar algunos ejemplos, según detalla el experto.
Esta variedad atrae hasta Aia a curiosos, coleccionistas y estudiosos de todo el mundo, cuyo testimonio viene a confirmar la excepcionalidad de este paraje situado en el corazón del Parque Natural de Pagoeta. "Muchos expertos que llegan hasta aquí nos hablan de que en Europa no hay nada parecido", afirma Garín.
Orígenes La Diputación de Gipuzkoa adquirió el caserío Iturraran y sus terrenos a comienzos de la década de 1980, con el ánimo de instalar allí el centro de interpretación de Pagoeta. Según recuerda el responsable de este enclave, al principio se optó por realizar plantaciones ornamentales. Años más tarde, comenzaron a estructurar un parque botánico con arces y robles en un principio. "Enseguida nos dimos cuenta de que era un lugar ideal", recuerda Garín.
Desde entonces, las colinas de Iturraran han sido testigo de decenas de esquejes y plantaciones, de intentos fallidos y exitosos. "En este jardín existen especies que, según lo que recogen los libros, no podrían crecer aquí", afirma el experto. Alguna variedad de banano, según detalla, no debería sobrevivir a temperaturas menores a los 15 grados. "Sin embargo, ha aguantado siete grados bajo cero", contrapone. Algo que supone una clara moraleja, en su opinión: "Todo es posible".
Este fin de semana se celebrará en Iturraran la octava edición de la Feria de Plantas de Colección, una oportunidad para conocer más acerca del reino vegetal y el coleccionismo de flores, así como para visitar el secreto mejor guardado de Pagoeta. "Muchas de las plantas se encuentran en plena floración", añade Garín, frente a una impresionante magnolia de flor amarilla. Sin olvidar que el visitante se podrá encontrar con otras muchas sorpresas, como el canto primaveral del cuco.