Muere el joven agredido en Tudela

tudela. La Policía Foral investiga la trágica muerte del joven tudelano Javier Martínez Llort, de 32 años, quien falleció el domingo a las 23.00 horas en el Hospital de Navarra, adonde fue trasladado tras sufrir una brutal paliza que le dejó en coma en la capital ribera.

A las 7.28 horas del domingo un vecino encontró al joven herido, con golpes en la cabeza y el rostro, e inconsciente, en el paseo del Queiles, situado junto a la céntrica plaza de los Fueros de Tudela. Llort, ingeniero industrial que trabajaba en la empresa Proinso de Fustiñana, sufría un traumatismo craneoncefálico grave, según señaló ayer la consejera navarra de Salud, María Kutz, del que fue intervenido quirúrgicamente en el hospital pamplonés, tras ser derivado desde el Hospital Reina Sofía de Tudela por la gravedad de sus heridas. Pese al esfuerzo de los médicos, Martínez falleció por muerte cerebral.

La investigación que lleva a cabo la Policía Foral es compleja, debido a la ausencia de testigos oculares que presenciaran la agresión. Tampoco hay indicio alguno de una discusión previa ni grabaciones de cámaras próximas al lugar. Entre las pruebas que se han recopilado consta un tablón de uno de los bancos del paseo, que pudo ser utilizado para golpear al joven. No se descarta tampoco una tentativa de robo, aunque el joven conservaba el dinero y el resto de pertenencias.

Martínez, quien se iba a casar con su novia en julio del próximo año, había estado celebrando con sus amigos el triunfo culé sobre el Real Madrid. Tras tomar unas copas, se despidió de sus amigos para regresar a casa. Sin embargo, nunca llegó.

Durante la jornada de ayer, la familia realizó la donación de sus órganos, mientras que hoy está previsto que se realice la autopsia.

Aunque fuentes del caso destacaron que se trata de "una persona de vida absolutamente normal", los investigadores de la Policía Foral tomaron ayer declaración a múltiples personas del entorno del fallecido, para intentar discernir si lo ocurrido pudiera responder a algún tipo de ajuste de cuentas por hechos del pasado o, si por el contrario, se trató de una paliza espontánea.

Llort, que era conocido por el sobrenombre de Peludo, era un joven deportista, que acaba de estrenar coche y estaba feliz en su trabajo. Jugaba a fútbol en un equipo de aficionados local. "Un buen amigo de sus amigos, una persona normal y corriente que nunca se metía en fregaos; ni él ni ninguno de nosotros. Hemos sido gente pacífica que íbamos a lo nuestro, que quedábamos muchos viernes para tomarnos una cerveza o los fines de semana para echar una partida al mus", recordaba ayer Patxi, amigo y compañero del equipo.