a Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dado un paso más para proteger la audición de la población mundial publicando una nueva norma internacional para la "escucha segura" en lugares y eventos de entretenimiento, que se aplica en sitios y actividades con música amplificada.

El organismo internacional estima que, para 2050, casi 2.500 millones de personas vivirán con algún grado de pérdida auditiva, de las cuales, al menos 700 millones necesitarán servicios de rehabilitación. La inacción tendrá costos para la salud y el bienestar de los afectados, pero también causará pérdidas económicas derivadas de la exclusión de esas personas de la comunicación, la educación y el empleo.

Partiendo de este escenario, la OMS señala que 1.000 millones de personas de edades comprendidas entre los 12 y los 35 años corren el riesgo de perder audición debido a la exposición prolongada y excesiva a música fuerte y otros sonidos recreativos, lo que puede acarrear consecuencias devastadoras para su salud física y mental, educación y perspectivas de empleo.

Millones de adolescentes y jóvenes corren el riesgo de sufrir pérdida de audición debido al uso inapropiado de dispositivos de audio personales y a la exposición a niveles de sonido nocivos en lugares como clubes nocturnos, bares, conciertos y eventos deportivos. El riesgo se intensifica porque la mayoría de los dispositivos de audio, lugares y eventos de entretenimiento no ofrecen opciones de escucha seguras y contribuyen al riesgo de pérdida de audición.

Seis recomendaciones

Por ello, la nueva norma de la OMS tiene por objeto ofrecer mejores salvaguardas a los jóvenes en sus actividades de ocio. En la norma se subrayan seis recomendaciones para velar por que dichos lugares y eventos limiten el riesgo de pérdida de audición entre sus clientes, sin perder por ello la alta calidad del sonido ni que la experiencia deje de ser agradable.

En concreto, aconsejan un nivel sonoro medio máximo de 100 decibelios; seguimiento y registro constante de los niveles sonoros con equipos calibrados por personal designado a tal efecto; optimización de la acústica y los sistemas de sonido de la sala para garantizar una calidad de sonido agradable y una escucha segura; entrega al público de protección auditiva personal, junto con instrucciones de uso; acceso a zonas silenciosas para que los oídos descansen y disminuir el riesgo de daño auditivo; y, formación de los trabajadores y distribución de información entre ellos.

La exposición a sonidos fuertes provoca pérdida temporal de la audición o tinnitus. Ahora bien, la exposición prolongada o repetida puede dar lugar a daños auditivos permanentes, que desembocan en una pérdida irreversible de la audición.

La OMS recuerda, a su vez, que "los jóvenes pueden proteger mejor su audición manteniendo el volumen bajo en los dispositivos de audio personales; utilizando auriculares/cascos bien ajustados y, a ser posible, con cancelación de ruido; utilizando tapones para los oídos en lugares ruidosos; y efectuando con regularidad reconocimientos de la audición".

Capacidad auditiva

Cada individuo tiene una trayectoria auditiva única que está determinada por características genéticas e influida por factores biológicos, conductuales y ambientales a lo largo de la vida. La capacidad auditiva resulta de la interacción entre influencias negativas (causales) y positivas (protectoras).

Los factores causales que afectan la capacidad auditiva varían desde eventos adversos relacionados con el nacimiento e infecciones del oído hasta infecciones virales, exposición al ruido, medicamentos ototóxicos y elecciones relacionadas con el estilo de vida.

No obstante, muchos de estos factores se pueden prevenir a lo largo de la vida practicando una buena higiene del oído, evitando los sonidos fuertes y adoptando un estilo de vida saludable.

Sobre los niveles que denotan pérdida auditiva mediante audiometría, se trata de umbrales auditivos superiores a 20 decibeles. Actualmente, la pérdida auditiva afecta a más de 1.500 millones de personas en todo el mundo, de las cuales 430 millones tienen niveles moderados o altos de pérdida auditiva en el oído con mejor audición y es más probable que se vean afectadas negativamente a menos que la afección se atienda de manera oportuna.

Esta medida epidemiológica excluye la hipoacusia unilateral y leve, que también plantea desafíos importantes y exige atención en función del nivel de dificultad experimentado. El impacto de la pérdida auditiva no está determinado únicamente por su gravedad, sino también, en gran medida, por la eficacia de las intervenciones clínicas o de rehabilitación adoptadas y la medida en que el entorno responde a las necesidades de las personas afectadas. Si no se atiende, puede afectar negativamente a muchos aspectos de la vida: comunicación, desarrollo del lenguaje y el habla en la niñez, cognición, educación, empleo, salud mental y las relaciones interpersonales.