¿Por qué a veces tienes ganas de comer aunque no tengas hambre?
Saber distinguir la necesidad fisiológica del impulso y conocer los diferentes tipos de hambre nos ayudará a saber cómo gestionarlos
No todo lo que sentimos como hambre responde siempre a una necesidad real de nutrientes por parte de nuestro organismo; muchas veces comemos impulsados por emociones, por estímulos del entorno o por desequilibrios hormonales.
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De esto se deduce que el hambre y las ganas de comer no siempre son lo mismo. Hay muchos tipos distintos de hambre que se solapan, que controlan nuestras decisiones alimentarias y que van más allá de la mera necesidad fisiológica que tenemos de alimentarnos para nutrir nuestro organismo.
Hambre física o emocional
Se puede distinguir entre dos grandes tipos de hambre: física y emocional. El hambre física está regulada por hormonas y su finalidad es cubrir las necesidades energéticas del organismo. Aparece de forma gradual, se satisface con cualquier alimento y genera sensación de saciedad.
En el caso del hambre emocional, sin embargo, se come por las sensaciones que transmite el alimento. Aparece de forma repentina, por un alimento en concreto y no genera sensación de saciedad.
Dependiendo del desencadenante y de las bases tanto psicológicas como fisiológicas, podemos experimentar muchas clases distintas de hambre. Conocerlas es clave porque nos permitirá identificar si realmente necesitamos comer o si estamos respondiendo a un estímulo externo, emocional o de hábito y, en último término, saber cómo gestionarlas.
Hambre emocional: ¿Sufres ansiedad por comer? Averigua qué es y cómo evitarla
Tipos de hambre
1- Hambre celular
Es el hambre biológica. Es la señal que nos envía el cuerpo, a través de síntomas como irritabilidad, dolor de cabeza o mareos, de que necesita nutrientes.
2- Hambre emocional
Es el hambre relacionada con emociones no digeridas como la ansiedad, el enfado, la tristeza, el estrés o el aburrimiento y que busca mitigar esos estados con la comida. Esta se convierte más en una recompensa que en nutrientes.
3- Hambre de corazón
Cuando sentimos este hambre lo que intentamos llenar no es unagujero en el estómago, sino en el corazón, por ejemplo cuando nos sentimos solos.
4- Hambre estomacal
Es la que solemos identificar como una sensación de vacío o cuando nos ruge el estómago.
5- Hambre mental
En este tipo de hambre son nuestros pensamientos los que dirigen nuestra conducta alimentaria, diciéndonos cuándo y qué comer.
6- Hambre ambiental
Es el deseo de comer provocado por estímulos del entorno, como olores, imágenes o incluso el sonido que hacen otras personas comiendo.
7- Hambre visual
Es lo que se conoce como comer por los ojos; vemos comidas que se nos hacen tan apetecibles que sentimos hambre solo de verlas.
8- Hambre bucal
Recordar el placer que sentimos al saborear ciertos alimentos nos empuja a querer consumirlos de nuevo.
9- Hambre olfativa
Es la que se despierta al percibir los aromas de determinados alimentos a los que difícilmente podemos resistirnos.
10- Hambre auditiva
Es el apetito que despierta escuchar el crujido de algunos alimentos.
11- Hambre de tacto
Son las ganas de comer que se desatan al tocar un alimento.
12- Hambre hormonal
Hay hormonas que dificultan las señales correctas o incorrectas del hambre. El cortisol es la hormona del estrés que puede aumentar la grelina (sentimos más hambre) y reducir la leptina (no nos saciamos con nada). Comer alimentos ricos en azúcar, sal o grasas de mala calidad provoca inflamación, lo que alterará las señales que le llegan al cerebro interpretando este de forma equivocada que hay poca energía, lo que nos hará comer más.
13- Hambre 'Dragon Khan'
Esta forma de hambre es una montaña rusa consecuencia de los picos de insulina que se producen tras tomar alimentos ultraprocesados. Estos son ricos en azúcares simples y producen una subida drástica de la insulina seguida de una bajada drástica, lo que hará que queramos comer de nuevo.
Aprender a identificar qué tipo de hambre estamos sintiendo en cada momento nos permitirá tomar decisiones más conscientes, evitar comer de forma impulsiva y mejorar nuestra relación con la comida.