El melanoma cutáneo es uno de los tipos de cáncer de piel más agresivos y preocupantes, cuya incidencia no ha dejado de aumentar en los últimos años.

Según las últimas estimaciones, durante 2024 se diagnosticarán 7.881 nuevos casos en el Estado, lo que supone una incidencia de 15 casos por cada 100.000 habitantes. Además, en 2021 se registraron 1.056 defunciones atribuibles a esta enfermedad (586 en hombres y 471 en mujeres).

Una de las principales causas del melanoma está relacionada con la exposición a los rayos ultravioleta (UV). Las quemaduras solares durante la infancia desempeñan un papel clave en el desarrollo de este cáncer años después, por lo que, en muchos casos, estamos viendo las consecuencias de hábitos solares inadecuados de generaciones anteriores.

Sin embargo, no todos los melanomas tienen su origen en la exposición solar. Existen otros subtipos que pueden aparecer en zonas de la piel que no han estado expuestas al sol o en personas que no han tomado el sol, aunque, por el momento, se desconocen las causas exactas de estos casos.

Entre los diferentes tipos de melanoma, destacan algunos subtipos menos conocidos:

  • Melanoma acral: suele desarrollarse en zonas como las palmas de las manos, las plantas de los pies e incluso debajo de las uñas. Este subtipo es más frecuente en personas con piel oscura y, aunque los métodos de diagnóstico son similares a los del melanoma cutáneo común, su localización puede retrasar su detección.
  • Melanoma de mucosas: es el tipo más raro y puede localizarse en la mucosa nasal, la cavidad orofaríngea, el aparato genital, urinario o el digestivo. Debido a la complejidad de su localización, su diagnóstico suele ser más complicado y tardío.
  • Melanoma uveal u ocular: afecta a la capa interna del ojo y requiere un abordaje multidisciplinar que involucra tanto a oftalmólogos como a oncólogos.

El melanoma es un tipo de cáncer de piel Alfredo Aldai

La prevención, clave

La prevención y el diagnóstico precoz son esenciales para mejorar el pronóstico del melanoma. Por ello, los dermatólogos recomiendan realizar una revisión de lunares al menos una vez al año.

Además, es recomendable que cada persona dedique aproximadamente 10 minutos al mes a la autoexploración de su piel, prestando especial atención a las palmas de manos y pies, el cuero cabelludo y la espalda. Para esta última zona, puede ser útil la ayuda de otra persona o utilizar un espejo.

Cómo detectar melanomas

Una herramienta útil para detectar posibles melanomas es la regla ABCDE:

  • Asimetría: lunares que no tienen forma regular.
  • Borde: contornos irregulares, festoneados o en picos.
  • Color: variaciones de color dentro del mismo lunar (marrón, negro, gris, azulado).
  • Diámetro: mayor de 6 mm.
  • Evolución: cualquier cambio reciente en tamaño, forma, color o síntomas.

Además, otros signos de alerta incluyen sangrado, inflamación, crecimiento nodular o picor. Ante cualquier sospecha, es fundamental consultar al dermatólogo de forma inmediata.

El melanoma es una enfermedad grave, pero con un diagnóstico precoz las posibilidades de tratamiento y curación aumentan significativamente. La vigilancia activa de la piel es, por tanto, una herramienta poderosa que está al alcance de todos.