Sofocos, insomnio, aumento de peso, cambios de humor, dolor articular y muscular, sequedad vaginal... Hablamos de la menopausia, una fase vital que comienza con el cese definitivo de la menstruación, y por la que pasan todas las mujeres, aunque no con la misma intensidad. Es un proceso natural y como tal no se considera una enfermedad; de hecho, hay quien no experimenta síntomas o solo presenta síntomas muy leves. Sin embargo, hay mujeres que sufren consecuencias que afectan a su calidad de vida.
Según la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), la menopausia se sitúa alrededor de los 51.4 años, con un espectro que va de los 48 a los 54 años. La fecha de la última regla marca su comienzo, y se considera que ha llegado cuando llevamos un año entero sin menstruación.
Se produce porque la mujer comienza a perder progresivamente su función ovárica y, por tanto, baja la producción de las hormonas femeninas, los estrógenos y la progesterona. “Este período se caracteriza por presentar fuertes cambios endocrinológicos, imprevisibles y variables, con una marcada repercusión clínica que lleva a que las pacientes acudan frecuentemente a la consulta”, detalla la AEEM.
Esta pérdida hormonal, no obstante, no se suele producir de manera brusca. Antes del inicio de la menopausia, la mayoría de las mujeres pasan por un período, conocido como premenopausia, que suele prolongarse aproximadamente por unos cinco años, aunque puede ser más corto y precoz en mujeres fumadoras y sujetas a estrés, al igual que en mujeres operadas de útero y ovarios. Esta etapa previa se caracteriza por cambios como la prolongación de la etapa entre menstruaciones, los síntomas vasomotores, la sequedad en la piel y mucosas (también en la vagina), el cambio en la distribución de la masa corporal, pérdida de la masa ósea, así como cambios emocionales, depresión, ansiedad o disminución de la capacidad de atención.
Primeros síntomas
Los ciclos irregulares generalmente son la primera señal de que se acerca la menopausia. Otro de los síntomas más característicos son los sofocos, que afectan al 80% de las mujeres. Estos episodios, cuya duración es de entre 2 y 4 minutos, se manifiestan como una repentina sensación de calor y ansiedad, provocando un aumento del flujo sanguíneo de la piel del cuello, cara y tórax, pudiendo estar acompañado de sudoración y palpitaciones. El estrés emocional, las comidas copiosas, el consumo de alcohol y los cambios bruscos de la temperatura pueden provocarlos. Otra consecuencia de esta fase es el insomnio, que frecuentemente suele estar asociado a los sofocos.
La pérdida de masa ósea (osteoporosis) también se ve intensificada por la disminución de las hormonas femeninas, lo que incrementa el riesgo de fracturas. La detección precoz es la única manera de prevenir la aparición de la osteoporosis y, por tanto, las fracturas, y la prueba para detectarlo es la densitometría. Una prueba indolora que se aconseja a mujeres que sufren de menopausia precoz (antes de los 40), mujeres fumadoras o con antecedentes de osteoporosis, entre otros.
La menopausia se asocia también a los cambios en el metabolismo y al incremento de la grasa corporal. Un proceso que se acelera más en caso de llevar una vida sedentaria y que afecta no solo a la figura sino al riesgo de padecer diabetes o enfermedades cardiovasculares.
Hábitos saludables y terapia hormonal
Durante la transición a la menopausia, la salud de la mujer se vuelve más vulnerable, puesto que la disminución de los niveles de los estrógenos conlleva la desaparición de su efecto protector. En ese sentido, los expertos inciden en que instaurar hábitos saludables en esta etapa vital permite hacer una transición a la menopausia con menores síntomas y mejor calidad de vida. Así lo han manifestado esta misma semana, con motivo del Día Mundial de la Menopausia, celebrado el 18 de octubre, y que este año ha estado centrado en la prevención de la enfermedad cardiovascular. “La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en las mujeres españolas y por este motivo es sumamente importante que actuemos para revertir y promover un cambio. Se calcula que en Europa se produce un evento cardiovascular con resultado de muerte en mujeres cada 6 minutos”, ha advertido la AEMM, quien ha añadido que “la enfermedad cardiovascular se manifiesta en la mujer de forma diferente a como lo hace en el varón, a menudo infraestimándola, y debemos conocer estas diferencias para poder hacer una prevención y detección precoz”.
El Día Mundial de la Menopausia, celebrado el 18 de octubre, ha estado centrado en la prevención de la enfermedad cardiovascular
Siendo el sedentarismo, la obesidad, el tabaquismo y el estrés algunos de los factores de riesgo, los expertos abogan por adoptar hábitos de vida saludables como la dieta mediterránea, la práctica de ejercicio de manera regular, abandonar la vida sedentaria y dejar el consumo de tabaco y alcohol.
Asimismo, la AEMM ha aclarado que “el uso adecuado de la terapia hormonal de la menopausia en cualquier forma y vía de administración no tiene como indicación la prevención de la enfermedad cardiovascular, sino el tratamiento de los síntomas de la menopausia, pero usarla ayuda a mejorar la salud cardiovascular y la calidad de vida de las mujeres. Cuando no es el caso, algunos tratamientos no hormonales y terapias para mejorar la atrofia vulvovaginal, como el ospemifeno, también pueden tener un efecto positivo sobre la salud cardiovascular. Y en el caso de las mujeres diagnosticadas de insuficiencia ovárica primaria o menopausia precoz, el uso de terapia hormonal es muy recomendado, siendo en estas mujeres uno de los puntales en la prevención de la enfermedad cardiovascular y en la mejora de su esperanza y calidad de vida”.
El colesterol, un mal aliado
Los cambios hormonales fruto de la menopausia provocan un aumento del colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL, conocido como colesterol “malo”) de hasta un 15% lo que, unido a malos hábitos como el tabaquismo o el sedentarismo, suponen una “bomba de relojería” para la mujer. Uno de cada dos adultos tiene colesterol alto, un factor de riesgo cardiovascular que impacta tanto al hombre como en la mujer; sin embargo, a partir de los 50 años, en ellas se incrementa el riesgo de tener enfermedades cardiovasculares. De hecho, los últimos datos del INE, correspondientes a 2021, revelan que ese año murieron más de 63.000 mujeres por esta causa frente a los casi 56.000 hombres, ha recordado Pilar Jiménez, del Grupo de Trabajo Mujeres en Cardiología de la Sociedad Española de Cardología (SEC). “Cada 8 minutos muere una mujer por causas cardiovasculares”, ha alertado esta especialista del Hospital Clínico San Carlos.
La menopausia está asociada a un aumento de entre el 10% y el 15% del LDL, porque en ese periodo la mujer pierde la protección natural que le confieren los estrógenos; de hecho, el 77,6% de las mayores de 65 años tiene hipercolesterolemia.
“Nos aumenta el colesterol, empezamos a engordar, somos más sedentarias y todo eso nos va a aumentar el riesgo, no en ese mismo momento sino a lo largo del tiempo, por eso las medidas hay que tomarlas antes para evitar que un riesgo que empieza siendo bajo, acabe siendo alto a los 75”.