La enfermedad inflamatoria intestinal (EII), que comprende la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, aqueja al 0,8% de la población, unas 300.000 personas, aunque la previsión de los expertos es que esta patología “moderna” descrita recientemente aumente hasta los 500.000 en los próximos cinco años.
La incidencia de la EII en España es de 16,2 casos por cada 100.000 habitantes (8,1 la de la colitis ulcerosa y 7,4 la de Crohn); cada año se diagnostican unos 4.000 casos, aunque lo esperable es que en los próximos 5-10 años alcance a casi 500.000 ciudadanos, el 1 % de la población.
Distintos factores explican su aparición, aunque la investigación aún debe definirlos más. Expertos del Grupo Español de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (Geteccu) afirman que “las personas vienen a consulta pensando que han hecho algo mal, pero es una predisposición”. Y es que los familiares de una persona con EII tienen más riesgo, al que se le va sumando otra serie de determinantes que pueden venir de los hábitos de vida, la ingesta de antibióticos, el embarazo, etc.
Síntomas y diagnóstico
Aunque son dos patologías que se estudian juntas, presentan diferencias en cuanto a sintomatología y perfil del paciente, ha explicado Iago Rodríguez, gastroenterólogo del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital de Galdakao.
El impacto de esta enfermedad, que en algunos casos llega a ser invalidante, también se traslada al ámbito laboral y al social, hasta el punto de tener consecuencias en la salud mental
La enfermedad de Crohn debuta entre los 30-40 años y es más prevalente en fumadores; se trata de un “proceso larvado” que poco a poco va despertando: “Estás más cansado, tienes digestiones peores, un dolor abdominal que va a más, puedes tener diarrea, astenia o anemia y no sabes qué pasa”.
Mientras que la colitis empieza a dar la cara hacia los 50-60 años; a diferencia de la anterior, es más prevalente en personas que han dejado de fumar y sus síntomas más comunes son la diarrea, la rectorragia y urgencia de ir al baño, unas señales más alarmantes que hacen que se diagnostique antes.
De media, el diagnóstico tarda entre dos y cinco meses, y muchos acaban requiriendo cirugía: según Rodríguez, entre el 30% y el 40% pueden necesitar una operación en los primeros cinco o diez, y “que te operen una vez no quiere decir que no te tengan que operar una segunda o varias veces a lo largo de la vida”.
El impacto en los pacientes, que en algunos casos llega a ser invalidante, también se traslada al ámbito laboral y al social, limitándolos hasta el punto de tener consecuencias en la salud mental. De hecho, “el 30% puede desarrollar algún trastorno como depresión o ansiedad en algún momento del proceso”, ha señalado la presidenta de la sociedad científica, Ana Gutiérrez.
Además, las tasas de disfunción sexual son más prevalentes en esta población, ha añadido Yamile Zabana, vicepresidenta de Geteccu y médico adjunto del servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario Mútua de Terrassa.
La dieta no la cura
La EII no tiene cura, mucho menos solo con una dieta, aunque según ha explicado Rodríguez, es conocido que influyen cierto grupo de alimentos, como los procesados y ultraprocesados. “No hay nada demostrado como para afirmar que hay que tomar estos o aquellos alimentos, pero sí que comer sano con menos procesados es mejor”, ha puntualizado.
En la última década se ha asistido a una revolución terapéutica con nuevos fármacos, a los que se espera que en dos años se sumen otros como los inhibidores de la esfingosina, que bloquean la llegada de los leucocitos al tejido inflamado.
No obstante, el reto está en saber para quién, en qué momento y situación hay que usarlos porque se trata de una enfermedad crónica y la eficacia de los tratamientos, que se va perdiendo, dependerá de la edad del paciente, las comorbilidades que vayan apareciendo o la progresión de la enfermedad.
Diferencias entre ambas dolencias
La enfermedad de Crohn suele aparecer entre los 30-40 años y es más prevalente entre los fumadores, mientras que la colitis se presenta a partir de los 50 años, siendo más propensas las personas que han dejado de fumar.