Lo dice por experiencia propia, ya que este activista, que lucha porque estas patologías dejen de estigmatizar a quienes la padecen, pasó por un auténtico calvario en su niñez y juventud antes de ser diagnosticado de trastorno bipolar tipo 2. Hasta llegar a saber lo que le ocurría pasó por varias y profundas depresiones y por un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), situaciones que le hicieron pensar en el suicidio.

“Para recuperarse de la depresión son necesarios tres pilares: el tratamiento farmacológico, el psicológico y el apoyo del entorno”, sentencia. En su caso fueron fundamentales para salir del pozo negro en el que vivió desde su niñez nómada debido a la profesión de sus padres. “Fue bueno conocer muchas ciudades españolas, pero la parte oscura eran las despedidas y de los amigos y vuelta a empezar”.

"Son necesarios el tratamiento farmacológico, el psicológico y el apoyo del entorno”

Eso le llevó, como explicó en el Seminario Lundbeck La depresión, ¿nace o se hace?, a cargar con una mochila de inseguridad tremenda hasta que a los 13 años su familia se afincó permanentemente en Barcelona.

Entonces tenía que haber llegado la estabilidad y la tranquilidad, pero no fue así; en el colegio, que a un chaval le llamara gordo, juntó sus desconfianzas propició que acabara con un trastorno alimenticio. Entre depresiones y un intento de suicidio pasó su adolescencia y juventud, hasta que siendo adulto le diagnosticaron trastorno bipolar 2. “Fue un alivio, porque sabía lo que me ocurría. Mi vida cambió, aunque fue duro al principio también supuso una liberación”, explica.

“Tuve que variar mi vida en todos los aspectos. Mi mujer, me apoyó en todo el proceso, pero al final no pudo más y nos separamos; ahora tengo una buena relación con ella y con mi hija de 9 años. No les culpo de nada, porque vivir conmigo era muy duro y doloroso”, sostiene Antonio Serrano.

Dar visibilidad

Desde 2016 es activista en salud mental y actualmente coordina la asociación Amb Experiència Pròpia, a través de la cual ofrece charlas en los colegios para concienciar sobre esta problemática. “Para mí, entrar en contacto con esta asociación y con otras fue la salvación. Empecé a sentirme útil conmigo mismo y también con los demás”.

Por ello, piensa que el entorno social debe dar “un espacio” a los pacientes, “pero sin agobiarlos ni tampoco infantilizarlos. A mí me infantilizaron. Su intención era buena, pero suele producir el efecto contrario”.

"No se debe banalizar con expresiones como estoy depre o soy bipolar"

En cuanto a los “microestigmas” de la salud mental son muchos los que siguen imperando en la sociedad. “Gestualizan al hablar contigo como si no les entendieras, cambian de tono, te hablan como si fueras un niño y te preguntan siempre por las mismas cosas. Y eso continúa siendo así”, se lamenta.

Por último, respecto a la utilización de ciertas palabras y expresiones, Antonio Serrano también quiere llamar la atención sobre la necesidad de “desestigmatizar el lenguaje”: “No se debe banalizar la enfermedad con expresiones como estoy depre o soy bipolar al hablar de situaciones de nuestra vida diaria”.