La odontología es otro de los campos de la salud que no escapa a la revolución tecnológica que vivimos; los avances en este aspecto han venido para quedarse, ya que la digitalización y los nuevos avances tecnológicos proporcionan una mayor comodidad al paciente principalmente, pues acortan considerablemente los tratamientos, son más precisos, más predictibles, menos invasivos y también traumáticos.
Pero, ¿qué es el flujo digital, y por qué supone un avance? “El flujo digital se refiere a la comunicación directa y bidireccional vía internet, posibilitando transferir los datos virtuales del paciente desde el gabinete dental hasta el laboratorio protésico. El avance consiste en la precisión y el tiempo casi instantáneo en que se reciben los archivos digitales, independientemente de la distancia física entre el profesional y el técnico”, afirman desde Clínica Dental Aldaz.
El flujo digital permite transmitir al laboratorio la información del paciente de forma instantánea
Una copia precisa de la boca
El ejemplo más llamativo que encontramos en este ámbito es la utilización de los escáneres intraorales, panorámicos en 3D e impresoras en tres dimensiones; los dos primeros proporcionan una representación virtual exacta de los maxilares y de la cavidad oral del paciente a tamaño real que son enviados al laboratorio en el mismo momento en que son registrados, incluso antes de que el paciente haya abandonado la clínica. “Sobre estos archivos trabaja el técnico, que según el trabajo a realizar imprimirá unos modelos físicos con la impresora 3D, mediante los cuales obtendrá una copia exacta de la boca del paciente a los pocos minutos de recibir los archivos, y sobre ésta creará piezas diseñadas replicando la morfología con CAD (diseño asistido por ordenador) o CAM (fabricación asistida por ordenador) y preparará la rehabilitación final, ya que al procesar digitalmente la anatomía de los dientes o emergencia de implantes creará restauraciones muy precisas a través del tallado mecánico”, explican los profesionales de Aldaz.
Si hacemos una comparativa de tiempo y tratamiento, comprobamos que, aunque hoy en día todavía se utiliza lo que conocemos como alginato (un material en polvo que se activa con agua y que endurece en la boca), la manera de registrar los maxilares con una u otra técnica está a años luz. Y es que el modelo realizado con el alginato lo conseguimos colocando esta pasta en una cubeta que introducimos en la cavidad oral para replicar el maxilar, con la incomodidad que ello supone para el paciente, y con la desventaja de que este tipo de materiales se contraen determinados minutos después de utilizarlos, perdiendo precisión en la réplica. Además, para conseguir el modelo es necesario realizar el proceso de vaciado a partir de este registro que se hace con escayola. Se trata, por tanto, de un proceso manual para conseguir lo que podríamos llamar una copia analógica de la boca.
Así las cosas, “la comparación entre los dos métodos para lograr la réplica de la cavidad oral nos dice que el proceso manual tiende a desaparecer pues con el sistema digital se reducen los plazos de fabricación, se gana precisión en el ajuste de las rehabilitaciones y, en consecuencia, el número de visitas al dentista, además de reducir considerablemente los márgenes de error de los sistemas tradicionales”, constatan desde Aldaz.