El asma es una enfermedad cuya incidencia va en aumento. Se trata de una enfermedad crónica de las vías respiratorias que actualmente afecta a millones de personas en todo el mundo. Los neumólogos calculan que en España hay tres millones de asmáticos, pero de ellos el 50% no está diagnosticado y malvive con síntomas que progresivamente son más graves y crisis por infecciones o factores ambientales que acortan la cantidad y calidad de vida. Los síntomas más característicos de esta dolencia son la tos repetitiva y seca, sibilancias durante la respiración, opresión en el pecho y la falta de aire.
La enfermedad más frecuente en niños
El jefe del servicio de Neumología del hospital universitario de La Princesa, Julio Ancochea, explica que el asma es la enfermedad crónica más frecuente en la infancia, con tasas del 10%, e incluso más altas en la adolescencia, “pero con un diagnóstico a tiempo, el niño puede llevar una vida normal, no tiene que estar estigmatizado y quedarse en el rincón del patio viendo como los demás juegan al fútbol”.
Ancochea comenta que a sus alumnos en el Hospital Universitario La Princesa les pone el símil del iceberg. “Nosotros solo vemos la parte que sobresale que son los síntomas: la tos, la disnea, las sibilancias, los ruidos torácicos... pero lo importante es tratar la base, la que no se ve del iceberg, para que no se produzcan los síntomas y tener controlada la enfermedad”.
Pero no solo es una dolencia que afecta a los más pequeños. En este sentido, el jefe de la Unidad de Neumología de Olympia Quirónsalud y experto en el manejo clínico del paciente respiratorio y en técnicas de función respiratoria, José María Echave-Sustaeta, ha explicado que existen otros factores que favorecen su aparición como la obesidad, el tabaquismo, la alergia o incluso el estrés laboral.
Y es que, el asma es una enfermedad que puede aparecer a cualquier edad. De hecho, existen dos picos de incidencia; en niños antes de los 10 años y en adultos después de los 40 años. Según el doctor Echave-Sustaeta, existen pocas dudas de que el asma tiene un intenso componente familiar, pero la identificación de los mecanismos genéticos subyacentes ha demostrado ser una tarea difícil. “Los datos actuales sugieren que hay múltiples genes involucrados”, asevera.
“Es fundamental un diagnóstico correcto, hacer las pruebas que evalúen la función pulmonar y, sobre todo, las que permitan ver si existe inflación y obstrucción reversible de los bronquios”, ha destacado Echave-Sustaeta, al tiempo que ha recordado que es importante controlar los posibles factores de riesgo, debido a que el asma no tiene cura.
Con el tratamiento adecuado, los pacientes con asma bronquial leve y moderado experimentan mejorías muy notables, “y en muchos casos desaparecen los síntomas”, afirma el doctor. “Se alcanza el objetivo de control que solo se acuerden que tienen asma para tomar la medicación”, indica el experto. Además, en los pacientes con asma grave, en los últimos años se ha producido una expansión notable de las alternativas terapéuticas, especialmente en el mundo de los tratamientos biológicos.
Sí a llevar una vida plena
Aunque el asma no se cura, con un tratamiento óptimo se puede llevar una vida absolutamente normal, incluso ese 5% que padece las variantes más severas y que no responde a dosis altas de corticoides inhalados combinados con broncodilatadores de acción prolongada.
Para ellos, la investigación ha desarrollado nuevos fármacos: “Cada vez conocemos mejor las células implicadas en esa inflamación de las vías respiratorias y por eso se dispone de medicamentos selectivos, anticuerpos monoclonales dirigidos específicamente a la clave de la inflamación”, indica Ancochea. El asma se puede diagnosticar con herramientas sencillas como una espirometría, y aunque es una enfermedad compleja y heterogénea tiene un común denominador que es la inflamación.
Por otra parte, los expertos recomiendan la práctica de actividad física para controlar la enfermedad, por lo que se debe “evitar el sedentarismo”, ha recomendado la jefa Asociada de la Unidad de Neumología de Olympia Quirónsalud, Lorena Comeche, al tiempo que ha recordado “llevar siempre consigo la medicación” cuando los pacientes realicen ejercicio.
Por todo ello, campañas de visibilización de la enfermedad o de jornadas como el día mundial (celebrado el pasado 2 de mayo, una fecha establecida por la Iniciativa Global para el Asma (GINA) y que se viene conmemorando desde 1998) es fundamental para que aquellas personas que tengan sospecha de asma acudan al neumólogo y pidan ayuda, ya que de no hacerlo la enfermedad progresará con crisis cada vez más agudas que pueden ser mortales.
Identificar una crisis grave
Según el presidente del Comité de Asma de la Sociedad Española de la SEAIC, Juan Carlos Miralles, “en estos últimos años, la disminución de la mortalidad por esta patología podría estar asociada, entre otras, al desarrollo de nuevas terapias biológicas para el asma grave”, ha desarrollado Miralles. En este sentido, el experto apunta que “a pesar de que en el último año de la serie de 2019 fallecieron por asma en España 993 personas, estas tasas descendieron desde 2007 con 1.000 muertes por año de media”.
SEAIC indica que es importante identificar cuándo está sucediendo una crisis grave de asma: “Si observamos que la persona respira de forma muy dificultosa, tiene problemas para hablar o solamente puede pronunciar frases cortas, debemos buscar atención médica inmediata”. Además, en casos menos graves, si los síntomas no remiten tras usar un broncodilatador, también debe buscarse atención médica.
El asma, al detalle
· Síntomas. El asma es una enfermedad crónica de las vías respiratorias. Los síntomas más característicos son la tos repetitiva y seca, sibilancias durante la respiración, opresión en el pecho y la falta de aire.
· Niños y adultos. Es la enfermedad crónica más frecuente en la infancia, con tasas del 10% e incluso más altas en la adolescencia. No obstante, los expertos advierten de que puede aparecer a cualquier edad. Concretamente, existen dos picos de incidencia: antes de los 10 años y después de los 40 años.
· Factores de riesgo. La obesidad, el tabaquismo, la alergia o incluso el estrés laboral pueden desencadenarla.
· Diagnóstico. Aunque el asma no tiene cura, gracias a un diagnóstico y un tratamiento adecuado las personas afectadas experimentan una importante mejoría, pudiendo llevar una vida normal. Mediante una espirometría, una sencilla prueba, los profesionales podrán evaluar la función pulmonar.
· Identificar una crisis grave. En caso de observar que la persona respira de forma muy dificultosa, tiene problemas para hablar o solamente puede pronunciar frases cortas, es preciso buscar atención médica inmediata.