Si algo nos atrae a los humanos es la fascinación por los misterios. Somos muy curiosos. Y además tenemos tendencia a convertir las cosas en símbolos y metáforas de algo que nos trascienda. Los laberintos, por lo intrincado de su solución, por lo abrumados que nos podemos llegar a sentir al recorrerlos sin encontrar la salida ni saber a dónde nos lleva la siguiente esquina, desde la Grecia más antigua y su minotauro, han simbolizado la búsqueda, el esfuerzo por llegar al destino sorteando peligros y misterios.
Occidente heredó este símbolo y lo llevó a sus iglesias y catedrales como metáforas de la búsqueda espiritual y de la introspección. En el Renacimiento se convirtieron en juegos ornamentales en los jardines, que a la vez servían de escondite y punto de encuentro. En la actualidad se han convertido en espacios de ocio que convierten la sensación de sentirse perdido en un divertimento del que al final se tiene la seguridad de que se sale, con ayuda o sin ella. Se han convertido en destino turístico.
Laberintos originales
Los aficionados a los laberintos pueden encontrar en diferentes rincones de España algunos laberintos muy atractivos, tanto por su tamaño, como por su ubicación, o por el diseño y los materiales empleados. La mayoría de ellos son rincones al aire libre que ponen a prueba nuestro sentido de la orientación y la memoria para saber por dónde se ha pasado ya y por dónde no. Además, los más modernos se diseñan también para sorprender con formas artísticas, símbolos culturales e incluso con innovaciones tecnológicas que los convierten en experiencias multisensoriales.
Estos son algunos que pueden ayudar a dar a una salida de fin de semana un toque de misterio y diversión.
Laberintus Park (Humilladero, Málaga)
Laberintus Park es uno de los últimos en abrirse al público. Esta atracción se encuentra en la localidad malagueña de Humilladero y se ha convertido en el laberinto más grande de España y en uno de los más innovadores de Europa. Inspirado en los jardines de la Alhambra y diseñado por el prestigioso paisajista Adrian Fisher, ocupa 7.400 m² con 2,6 kilómetros de caminos. Es también el primer laberinto biotecnológico del mundo, gracias a un sistema que aprovecha la energía del suelo para iluminar y regar de forma sostenible. Dispone de cuatro niveles de dificultad, un mirador central, anfiteatro, campos de lavanda y zonas de juegos para niños. Además, cuenta con espacios de descanso y una pequeña cafetería.
Laberinto de los Pirineos (Piedrafita de Jaca, Huesca)
El Valle de Tena ofrece a sus visitantes el Laberinto de los Pirineos en Piedrafita de Jaca (Huesca). Se trata de un espacio natural de 5.000 m² en el que más de 4.000 cipreses han sido plantados para marcar los 3 km de pasillos que forman el dibujo de este laberinto. Desde su apertura en el año 2022, con algo de retraso por la pandemia, se ha convertido en un plan para familias con miembros de cualquier edad. Aunque está previsto que se pueda encontrar la salida en algo menos de una hora, unos 45 minutos, cuenta con varias salidas de emergencia para los menos pacientes o para los que tengan algún problema. Cuenta con aparcamiento gratuito, zona de picnic, aseos y un pequeño kiosco para refrescarse. Abierto desde abril, la temporada de visitas termina en noviembre.
Laberinto de El Capricho (Madrid)
Situado en uno de los parques de Madrid, este laberinto romántico del siglo XVIII es uno de los más antiguos que se pueden visitar, aunque sea de lejos. En la actualidad no está abierto al público y solo puede admirarse desde una terraza, al integrarse en un conjunto patrimonial protegido. En su momento fue diseñado como un lugar de encuentro amoroso y juego. Con unos 6.000 m² de laurel, es un espacio cargado de historia. Aquellos que quieran encontrar la salida tendrán que limitarse a hacer una foto panorámica de la mayor calidad posible y seguir el camino con el dedo, como en los pasatiempos de los periódicos.
Laberinto de Lithica (Ibiza)
Lithica nació en la antigua cantera de Pedreres de S’Hostal, en Ibiza, con la idea de ser un centro que pusiera en valor el trabajo de los canteros de la isla y la arquitectura tradicional. De esta explotación salió la mayoría de las piedras con las que se levantaron las casas de la isla. Entre los diferentes espacios que se han recuperado en la antigua explotación, hay dos laberintos.
El primero es el Laberinto Vegetal, de diseño cretense y con las tradicionales paredes vegetales. Su superficie es de 177 m² y tiene un diámetro de 15 m. El recorrido de sus pasillos es de solo 140 m.
El segundo es el Laberinto Mineral. Su peculiaridad es que está construido con más de 3.000 bloques de piedra blanca natural de cantera, haciendo honor a su origen y al entorno en el que se encuentra.
Lithica cuenta con un tercer espacio, el Laberinto de los Vergeles, un recorrido por la parte de la cantera que los propios trabajadores renaturalizaron sembrando unas huertas sobre tierra natural. Con el tiempo y el abandono, las plantas silvestres han colonizado el espacio y lo han convertido en un espacio natural de roca y cubierta verde.