El río Baias cruza de N. a S., un apretado valle que se acurruca entre las sierras de Badaia y Gibijo, en el extremo occidental de Euskal Herria, en Kuartango. Este valle alavés ha sido testigo del paso del tiempo, viendo pasar la historia desde tiempos del neolítico, cuando aquellas gentes construyeron los bellos dólmenes que hoy podemos ver en la zona. Pero en Kuartango se esconde una de las historias más insólitas de la geografía vasca; una historia cuyas trazas tocaremos hoy con nuestros dedos en un bello y sencillo paseo lineal que parte del pueblo de Anda y concluye en el de Jokano.
Aparcamos en la localidad de Anda y seguimos las señales que nos dirigen en dirección a los dólmenes, que se levantan en las afueras del pueblo. Descendemos entre casas y llegamos a un puente que salva el río Baias. Nada más cruzarlo, topamos con una bifurcación, donde optamos por seguir a la derecha, por una pista. Caminamos por ella algo más de 300 metros desde el puente y giramos en el siguiente desvío a la izquierda. A los pocos metros, vemos a nuestra izquierda el dolmen de San Sebastián Norte. Un megalito con cámara poligonal, formada por 6 losas que se cerraría con otra losa, ya desaparecida. Continuamos para llegar al siguiente monumento, el dolmen de El Montecillo o San Sebastián Sur, sobre un gran túmulo. Seguimos en dirección S. caminando entre pastizales y campos de cultivo para llegar al tercer dolmen, el llamado Gurpide Sur, a nuestra izquierda, que se encuentra bastante deteriorado. Frente a él, nos llama la atención una enorme piedra a modo de menhir, hacia la que nos encaminamos. El monolito se encuentra en pleno dolmen de Gurpide Norte. En todos estos monumentos de realizaron las consiguientes excavaciones, que aportaron un buen número de materiales como restos de cerámicas, cuentas de azabache e incluso colgantes confeccionados con colmillos de jabalí; también aparecieron restos humanos, un machacador de cuerno o un anillo de hueso.
Ficha práctica
- ACCESO: A la localidad de Anda se accede por la carretera A-3314, desde Subijana-Morillas, o bien por la misma vía desde Izarra. A la localidad de Jokano llega la carretera A-3316, desde Zuazo de Kuartango..
- DISTANCIA: 7 kilómetros.
- DESNIVEL: 90 metros.
- DIFICULTAD: Fácil.
Tras disfrutar de la dilatada historia de esta zona arqueológica, seguimos caminando. Debemos retroceder unos 300 metros, hasta el último cruce que hemos tomado, y giramos a la izquierda para cruzar la autopista AP-68 por un paso elevado. Nada más superar el paso, giramos a la izquierda siguiendo una pista que va en paralelo a la autopista, a un nivel más elevado. Llegamos a un cruce de caminos, donde optamos por seguir a la derecha, caminando a media ladera de la montaña, alternando bosque con terrenos de cultivo. Pausadamente, alcanzamos la localidad de Sendadiano, a la cual accedemos por el N. de la población. Bajo la atenta mirada del pico Marinda, cruzamos el pueblo,y descendemos por la carretera unos 250 metros, cuando sale una pista a la derecha. Continuamos por ella, cerca de 700 metros y nos introducimos en el bosque por un sendero que sale a la izquierda. Estamos en el paraje donde tuvo lugar una olvidada batalla entre tropas romanas y tribus indígenas, la Batalla de Andagoste.
Legionarios en retirada
La ofensiva tuvo una importancia básica en la historia de los vascos, ya que está considerada como el primer enfrentamiento entre romanos y pobladores autóctonos, y tuvo lugar entre los años 38 a 40 a. C. Según parece, el paraje donde se dio la lucha pudiera ser un campamento romano; si bien apenas podemos ver restos del mismo, la esencia de la historia continúa presente. Constaría de un recinto defensivo en forma de foso con terraplén, cuya construcción no pudo ser terminada. Este foso se localizó de forma casual, durante unas obras de canalización de agua realizadas en el año 1988.
Se cree que el campamento se enmarcaría en el momento previo a las Guerras Cántabras. En él, acamparían una o dos cohortes, lo que significa que estarían allí entre 1.000 y 1.500 soldados. Se verían sorprendidos por los indígenas, tras replegarse después de haber atacado algún castro de los alrededores. Los arqueólogos consideran que los invasores fueron derrotados porque el campamento no se terminó y, además, se constató la existencia de un pasillo de huida en dirección Urbina Eza, localidad ubicada hacia el E. En este corredor de huida, se encontraron un buen número de clavos de sandalia de los legionarios, llamados caligae.
Las diferentes excavaciones arqueológicas realizadas en el recinto han aportado muchos materiales diferentes. Destacan entre ellos 114 piezas de plomo de forma almendrada, de unos 25 gramos de peso, que se utilizarían como proyectiles de honda. Los ya citados clavos de sandalia, diversas puntas de flecha, puntas de 'pilum' o jabalina romana, dardos, guardamanos de puñal, anillos de hierro, una fíbula con la que sujetaban la ropa y unas 38 monedas.
El misterio de lo acontecido en este cerro sobre el valle de Kuartango se quedará eternamente en su feudo. Nosotros debemos continuar. Descendemos de lo que fue el recinto fortificado por el sendero en dirección S., hacia la localidad de Jokano, a la que accedemos por su parte NE tras cruzar el río Vadillo, donde damos por concluido el paseo.