Descubre por qué la abeja negra de Euskal Herria es de una riqueza genética invaluableSampedro
Cada 20 de mayo se celebra el Día Mundial de las Abejas, una fecha proclamada por las Naciones Unidas para reconocer el papel esencial de estos polinizadores en la seguridad alimentaria y la biodiversidad global. En Euskal Herria, esta conmemoración adquiere una dimensión especial, entrelazando la historia natural, la cultura y la apicultura local en un homenaje vivo a las abejas.
Una abeja en una flor.
Un refugio durante la glaciación
Durante la última glaciación, Euskal Herria se convirtió en un refugio para la abeja negra local (Apis meliffera iberiensis). Y es que los estudios realizados a las abejas europeas vienen a confirmar que en nuestros territorios hay una mayor variedad genética, lo que le ha concedido a esta abeja negra preservar su linaje genético en un entorno favorable. Este aislamiento geográfico permitió que la abeja negra desarrollara características únicas adaptadas al clima y flora de la región, convirtiéndola en un tesoro genético invaluable.
Niños buscando a la abeja reina en una colmena, durante una feria de producto local en Navarra.
Organizaciones como la Asociación de Criadores de la Abeja Negra (ERBEL) o la Gipuzkoako Erlezain Elkartea trabajan en favor de la abeja negra autóctona y la conservación y mejora de la raza. Tal y como nos cuentan y, aunque pueda ser tentador trabajar con otras razas teniendo en cuenta su mansedumbre, capacidad de producir miel, etc., los estudios dicen que esas condiciones se dan en razas puras y la hibridación entre ellas hace perder esas características tan deseadas por los apicultores. Esto produce grandes daños en dichas abejas y en las locales.
Apicultores de Álava.
Tal y como lo cuentan y, tras estudiar la situación de Iparralde, hoy en día los apicultores de la zona no tienen ninguna raza pura en sus colmenares, debido a esta pérdida de genes por la hibridación. Y es que las reinas introducidas de otras razas producen agresividad y reducción de rendimiento en las colonias, con sus respectivas pérdidas económicas y ecológicas. Por esto mismo y, para evitar que la situación de Iparralde se repita, estas asociaciones de Gipuzkoa seguirán “trabajando en la defensa, protección y propagación de la abeja negra local”.
Apicultores para trasladan sus abejas a montes públicos.
Ritos funerarios
La relación entre los vascos y las abejas va mucho más allá de la apicultura, pues está impregnada de respeto y espiritualidad. Una antigua tradición vasca, que se realizaba hasta hace poco más de 50 años, consistía en comunicar a las abejas la muerte de un miembro de la familia. Para los y las vascas que residían en las zonas rurales, los animales habitaban dentro del caserío, lo que los convertía en parte de la familia. Por ello, tenía cierta lógica informarles de lo acontecido en el seno familiar cuando les dejaba un ser querido.
Material de apicultura.
La comunicación del fallecimiento a las abejas se realizaba con un tono suave y cariñoso, y es que era tanto el respeto con el que se las trataba que se dirigían a ellas como andreak (señoras). Se daban tres toques en las colmenas con los nudillos o valiéndose de algún utensilio y se les trasladaba nagusia hil da (ha muerto el amo) o etxeko andrea hil da (ha muerto la señora).
Apicultores.
Se creía que las abejas, asociadas al tránsito de las almas, debían ser notificadas para evitar desgracias y asegurar la continuidad de la vida en el caserío. De hecho, en algunos casos, se ataban lazos negros en las colmenas o se tapaban con trapos negros a los que se practicaba un agujero para facilitar la entrada y salida. En algunos lugares, incluso se dejaba una prenda del difunto cerca, lo que refleja una profunda conexión espiritual y simbólica entre los habitantes de Euskal Herria y sus abejas.
‘Inspiradas por la naturaleza para nutrirnos a todos’
Debido a que las abejas y otros polinizadores están cada vez más amenazados por los efectos de la actividad humana, el Día Mundial de las Abejas se celebra este año bajo el lema: Inspiradas por la naturaleza para nutrirnos a todos. El objetivo principal de este día, este próximo 20 de mayo, es proteger a las abejas y a otros polinizadores para que puedan contribuir de forma significativa a resolver los problemas relacionados con el suministro de alimentos en el mundo y acabar con el hambre en los países en desarrollo.
Teniendo en cuenta la importancia que presentan las abejas para nuestra supervivencia, echamos un vistazo a proyectos como Beraska y Balerdipeko Erleak, que representan a una generación de apicultores comprometidos con la sostenibilidad y la preservación de la abeja negra.
Biodiversidad local
Beraska extrae miel de forma artesanal directamente del panal y produce otros productos apícolas, cuidando meticulosamente de sus colmenas y promoviendo la biodiversidad local. Gracias a su proyecto, aprendemos sobre conceptos relacionados con el mundo de la apicultura como las flores (acacia, zarzamora, castaño, brezo, romero, tomillo y milflores), los productos (miel, tintura de propóleo, polen, núcleos, paquetes de abejas y cría de reinas seleccionadas), la miel natural (néctar de flores silvestres y fuente de salud), la colmena (producen su propia cera ecológica para crear los panales de sus colmenas), la polinización (gracias a la ayuda de las abejas, las plantas les dan sus frutos todos los años) y, por supuesto, la abeja negra (trabajan con la abeja local, la Apis Mellifera Iberiensis).
Balerdipeko Erleak.
Por su parte, Balerdipeko Erleak es un proyecto tolosarra que tiene como objetivo ahondar en la vida de su protagonista, la abeja negra (erle beltza), teniendo en cuenta la importancia de este animal en el mundo y en la sociedad. En sus palabras, “la apicultura influye en la cultura, la gastronomía, el paisaje, la cosmética y la sanidad”, por lo que su principal motivación ha sido “los beneficios que aporta la existencia de la abeja en este mundo”.
Aparte de su producción, ofrecen visitas guiadas para toda la familia en su colmena de Bedaio como Apicultores por un día. En esta actividad es posible conocer de primera mano a los protagonistas que producen la miel y el trabajo de los apicultores, con una degustación de sus productos, y que incluye el traje para evitar que pique alguna abeja. Por si esto fuera poco, también ofrecen experiencias educativas a través de cursos.
Hasta la gran pantalla
Ubicado en un entorno natural privilegiado de Urretxu (Gipuzkoa), nos acercamos al museo Aikur, que ofrece una inmersión total en el mundo de las abejas. A través de sus exposiciones, podemos conocer la historia de la apicultura en Euskal Herria, la importancia de las abejas en la polinización y la producción de miel, así como la posibilidad de observar de cerca la vida dentro de una colmena gracias a sus instalaciones educativas. Esto lo convierte en un espacio educativo fundamental para sensibilizar sobre la relevancia de estos animales en los ecosistemas y la necesidad de su conservación.
Museo Aikur.
Cabe destacar que incluso el cine se convierte en un reflejo de este ámbito apícola. El premiado largometraje, 20.000 especies de abejas, dirigido por la alavesa Estibaliz Urresola, es un ejemplo de cómo la apicultura y la vida de las abejas se fusionan en el arte. Ambientada en un entorno rural de Euskadi donde las abejas son las protagonistas, la trama habla del proceso de autodescubrimiento y aceptación. La apicultura, presente en la vida de la familia que protagoniza la narrativa, se convierte en un telón de fondo simbólico que refleja los procesos de transformación y la búsqueda de la identidad.
Escena del largometraje '20.000 especies de abejas'.
Euskal Herria no solo ha sido un refugio físico para las abejas durante milenios, sino también un espacio donde la cultura, la tradición y la apicultura se entrelazan en una relación de respeto. En el inminente Día Mundial de las Abejas, que se celebra este próximo martes, es esencial reconocer este legado, aprendiendo de las prácticas ancestrales y apoyando las iniciativas que buscan preservar en la actualidad a estos polinizadores vitales para nuestro planeta sin los que no podríamos sobrevivir.