¿Ha contabilizado todos los montes que ha subido o se le ha podido escapar alguno? 

Desde el año 1981 están todos. Absolutamente todos. Tengo un excel amplísimo. Con quien he estado, por dónde he subido, las horas... Todo apuntado. Antes no apuntaba nada. Hay 13 años que no tengo registros, solo algunos, pero desde el 1 de enero de 1981, todos. 

¿Qué es lo que le ha llevado a coronar todas las cimas de Euskadi y de Euskal Herria y hasta en tres ocasiones cada una de ellas? 

Te vas marcando etapas, proyectos y cada vez vas ampliando. Empiezas por Álava, después coges las provincias de Gipuzkoa, Bizkaia y Navarra y ahí dices, pues ya metemos a Iparralde y completamos todas.

¿Costoso? 

Sí, sí. Me costó más de 20 años la primera vez. Es que mientras estaba con este proyecto hacía también otros montes peninsulares.

Josu Laserna, durante una expedición por los Montes Taurus (Turquía) CEDIDA

Pero, una vez hechas todas, ¿por qué se hace no solo una segunda vez, sino hasta una tercera? 

A ver, yo estaba repitiendo algunos montes de Navarra bastante lejos de casa y me di cuenta de que me faltaban pocos para completar una segunda ascensión a todas las cimas de Euskal Herria y decidí completarlas. Después se unió un amigo del club que también quería hacer todos los de Euskadi y le dije... pues ven conmigo e hicimos una tercera. También hicimos todos los de Álava, mínimo tres veces por dos rutas, y así vas ampliando los objetivos.

¿Le han comentado algo de estos peculiares retos montañeras? 

Alguna vez me he encontrado con algún forestal en Navarra y me dijo “¿qué andáis por aquí desde Vitoria, tan lejos de casa?” Se lo comenté y se quedó muy sorprendido. “Pocos navarros lo han hecho”, nos dijo.

¿Le han llegado a llamar loco? 

Sí. sí. Son muchos kilómetros, muchos gastos en gasoil, mucho tiempo invertido... Gracias a que tengo una furgoneta equipada. Eso nos ha dado vida, ya que vas a pie de monte con todo. 

Josu Laserna posa en la cima de Cervera CEDIDA

¿Sumando los metros de altitud de estas más de 4.000 cimas saldrán unos cuántos Everest? ¿Ha hecho este cálculo y el de kilómetros realizados en estos 42 años? 

Buff. Una auténtica burrada. Lo tengo apuntado. El histórico de distancia recorrida en transporte para realizar la actividad de montaña han sido 664.190 kilómetros. El desnivel positivo en ascensiones a montaña hasta 2018 asciende a 1.053.354 metros. Este desnivel es neto y es sensiblemente inferior al real, puesto que no incluye los acumulados que se hacen, tanto en el ascenso como en el descenso, al no disponer de tecnología de GPS hasta el año 2019. Desde este año hasta ahora, el desnivel positivo real, mediante GPS, en ascensiones a montañas es de 295.196 metros y la cifra de kilómetros reales completadas en estos cuatro años es de 5.019.

¿Cuándo empezó su afición por la montaña? 

A los 14 años. En 1968.

¿Qué le inculcó esta pasión por este deporte? 

En la escuela. Estaba en Jesús Obrero y se creó una sección de montaña. El club de Montaña Javier. Mis primeras montañas fueron Gorbea, Anboto y Aizkorri. En ese orden. Las tres más grandes de Euskadi para empezar.

¿Ha completado la ‘Hiru Haundiak’, prueba que holla estas tres cimas en una sola prueba? 

No. De joven la tuve en mente, pero es una matada. Una cosa es hacerla andando y otra corriendo. Hay que tener mucha pierna para eso.

¿Le queda esa espinita? 

No. A ver la gente que hace carreras de montaña acaba con las rodillas reventadas y yo llevo más 55 años en el monte y mis rodillas están íntegras.

¿Qué le da la montaña? 

Paz. Es mi ambiente. Disfruto una barbaridad. Es mi entorno natural y donde más a gusto estoy. He hecho ciclismo, esquí, pero en la montaña es donde más disfruto.

¿Cómo lleva el riesgo que va ligado al montañismo? 

Soy muy seguro. Aunque vaya solo, soy un montañero muy seguro. Mi mujer se queda abajo en la furgoneta esperando 10 ó 12 horas. Tiene fe en mí y eso que he hecho montes en Europa en los que no había estado nunca y los subía solo. Ya me dice a ver si paso miedo, y la verdad es que no, aunque me haya llevado algún susto.

¿Dónde? 

En el monte Olimpo en Grecia. Subí con un polaco y estábamos en una arista con hielo en medio de una tormenta y él tampoco se atrevía a pasar. Conseguimos la cima, en un momento en el que muy poca gente subió al haber niebla. Lo pasamos mal. Había unos barrancos horribles, caídas verticales y si te caes no lo cuentas.

Y, ¿ha sufrido alguna caída seria? 

En el Balaitus, en la brecha Latour. Me caí unos 15 metros. Iba de cabeza y de espaldas. El piolet a tomar por saco, dándome golpes... Un susto muy grande. El militar que venía a sacarme ya me dijo que acudía en busca de un cadáver. Por suerte no tuve nada roto. Bajaba de cabeza y no sé ni cómo me di la vuelta en el aire. Como los gatos. Ahí tuve mucha suerte, la verdad. Llevaba mes y medio casado.

¡Vaya inicio! ¿Qué tal lleva estas aventuras su mujer? 

–Bien. Tiene mucha confianza en mí. Soy muy seguro en la montaña. Muy tranquilo, no me pongo nervioso y pocas veces doy una cima por perdida.

Ha conocido diferentes continentes. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido, para bien y para mal? 

Para mal, el Himalaya. Ahora no me gusta nada lo que se ve allí y el ambiente que hay. Mucha masificación. Es la tercera vez que voy y está a tope de gente. Luego, lo más bonito son los trekkings que se hacían antiguamente en estilo alpino.