Sobre los verdes pastos que se intercalan entre el afilado cresterío Alluitz-Anboto, brota una tímida cumbre de roca: Larranoko Puntie. Desde su modesta cima nos asomamos al mundo de las grandes montañas de Durangaldea. Aquí la realidad se hace luz, y viento, y árbol, y roca. El mundo de los humanos se diluye en la distancia, en el espacio etéreo que nos separa de ese azorado hormiguero que se adivina al fondo del valle.

Descendemos con sumo cuidado mientras disfrutamos de unas buenas vistas.

250 m | 0 km

La antigua vía del tren minero de Arrazola, reconvertida en bidegorri, muere en el fondo de un barranco constreñido entre las cumbres de Anboto, Betsaide y Memaia. Es la zona conocida como Tope, el lugar donde se elevaban los cargaderos de mineral y arrancaba la vía del ferrocarril minero. Allí encontramos una amplia explanada que hace las veces de aparcamiento, un delicioso prado acondicionado con servicios y un par de caseríos.

Seguimos el trazado de la Vía Verde de Atxondo. En la memoria de los mayores aún se conserva la imagen de la pequeña locomotora Aurrera. Caminamos en dirección a Arrazola y pasamos junto a los antiguos cargaderos de mineral, la ermita de San Roque y el restaurante Makatzeta, que se esconde bajo la apariencia de un sobrio caserío barroco, con su enorme arco de piedra abierto en la fachada.

Salimos del bosque y asomamos a las luminosas campiñas que engalanan el fondo del valle.

17 min | 240 m | 1,2 km

Pasamos junto a una granja de pollos de Lumagorri y llegamos a un puente bajo el que cruza la carretera para subir a Arrazola. Aquí, junto a la fuente instalada a la vera del camino, dejamos el bidegorri mientras disfrutamos de las impresionantes panorámicas sobre los caseríos reunidos bajo la cumbre del Anboto.

Bajamos las escaleras junto a la pared del viaducto y accedemos a la carretera. Subimos hacia Arrazola y contemplamos el majestuoso caserío Urrutia, joya de nuestra arquitectura rural.

En la primera curva abandonamos la carretera y nos adentramos entre caseríos de bellísima factura. Seguimos el carretil que discurre al pie del cementerio y lo dejamos un poco más arriba.

Cruzamos una cancela metálica y accedemos a una pista que se adentra en la foresta. Remontamos un empinado repecho hasta las inmediaciones de una chabola. Giramos a la izquierda y ascendemos junto a una loma sobre la que se alzan un par de antenas. La pista se adentra en el bosque y continúa ladera arriba.

55 min | 566 m | 3,5 km

La pista traza una cerrada curva a la izquierda y se arrima al roquedo. Frente a nosotros se alzan las verticales paredes del espolón de Frailia. Por su derecha avanza un empinado canal herboso que busca, en los altos de la sierra, la altiva cumbre del Anboto. Pero nuestros pasos se encaminan hacia el suave collado de Larrano. Una baliza escondida entre la maleza nos indica el punto en que debemos dejar la pista. Un sendero se adentra entre espinos blancos y endrinos hasta los pies del roquedo.

Rutas por Euskal Herria: Durangaldea ©SUA EDIZIOAK

1 h 10 min | 690 m | 4,4 km

El sendero salva el escollo y sale a los prados de altura. Estamos sobre un escalón rocoso que cae a pico sobre el valle de Atxondo, cubierto por un mosaico de campos, caseríos y pequeñas aldeas. Al fondo, el valle del río Ibaizabal fluye bajo el amparo del monte Oiz.

El sendero se define con claridad entre los vastos pastizales de montaña. Seguimos las marcas de pintura y los grandes hitos de piedras que, de rato en rato, nos señalan el camino. Remontamos los pastos en una diagonal ascendente y nos arrimamos al hayedo.

El sendero sigue la misma dirección y cobra intensidad mientras avanza por laderas herbosas y pedregales. El ascenso alterna solana y hayedo, más presente a medida que ganamos altura.

1 h 40 min | 950 m | 5,7 km

Dejamos atrás el arbolado y trazamos dos amplios zigzags por anchas franjas de hierba que desembocan en la lomada. Hemos alcanzado el collado de Larrano.

Nos acercamos a la ermita de Santa Bárbara, que habita solitaria en mitad del altozano. Un sendero parte junto a la ermita y se adentra en el hayedo para buscar la fuente. Desde la ermita, vamos hacia la cresta del Alluitz, que despunta en el extremo occidental de la cresta.

Pasamos junto a un par de refugios escondidos al amparo de las blancas calizas. La cima se eleva sobre un pasillo herboso, al comienzo del roquedo. Es un minúsculo peñasco, el primer escollo de la cresta.

2 h 5 min | 980 m | 6,5 km

Trepamos sin dificultad a lo más alto y disfrutamos de las vistas. Las sosegadas campas de Larrano sestean en medio de esta nerviosa cresta que, hacia oriente, enfila al Anboto sobre las cumbres de Kurutzeta y Elgoin. Hacia occidente, vemos la cima de Alluitz; por el sur, Urkiolagirre, el santuario de Urkiola y Saibi cierran el paso hacia el valle de Otxandio; al fondo destaca la redondeada silueta de Gorbeia; al norte el valle de Ibaizabal, el Oiz...

Emprendemos el descenso al valle por la misma ruta de ascenso.

3 h 45 min | 240 m | 13 km

Alcanzamos el punto de partida.

Guía práctica

Distancia: 13 km.

Duración: 3 h 45 min.

Desnivel: 800 m.

Dificultad: Fácil.

Cartografía: Anboto-Udalatx. Escala 1:25.000. Sua Edizioak.

Cómo llegar: Para dar comienzo al itinerario nos adentramos en el valle de Atxondo, al final de la Vía Verde de Arrazola, en el paraje conocido como Tope.

RUTAS POR EUSKAL HERRIA

BIZKAIA: DURANGALDEA


Paseos del libro 'Rutas singulares con hamaiketako' de Alberto Muro