¿Cómo se presentaría Federico Gallo a la afición del Ordizia?

Como un entrenador con muchas ganas, con muchas ganas de mejorar una plantilla que no conozco, con muchas ganas de experimentar una nueva liga, y con ganas de ponerle mi impronta a un equipo que ha puesto el listón muy alto y que tiene una base de juego muy sólida, y que tiene ese desafío por delante.

Llega a Ordizia con 35 años, una edad en la que muchos jugadores siguen activos. Tiene que tener una gran vocación por entrenar....

Sí, tengo mucha vocación de entrenar. Me gusta mucho, es una de mis pasiones, si no la pasión más importante que tengo en mi vida. He entrenado desde muy pequeño. Siendo jugador juvenil entrené divisiones infantiles, y siendo senior, divisiones juveniles. Y luego, cuando pasé de jugador a entrenador, pasé a entrenar al primer equipo de mi club –San Isidro Club– . En Argentina entrené a todas las categorías. Antes de venir aquí entrenaba al seleccionado de Buenos Aires de menores de 17 años, así que llevo toda una vida llevando el rugby adelante como entrenador, desde la parte más formativa, desde la formación inicial, del desarrollo, a un desarrollo más adulto, al senior.

¿Cuáles han sido sus primeras impresiones del club?

Mis primeras impresiones son muy buenas. Me he encontrado con un grupo muy trabajador y con un club muy ordenado, con un pueblo con mucha hambre, que quiere una mejora continua. Y, repito, con un equipo que ha puesto el listón muy alto. Los jugadores solos se han puesto el listón a ese nivel y creo que no van a querer bajarlo. O, por lo menos, va a querer ser un equipo que pelee todas las temporadas. Es un equipo que tiene un nombre propio y que se expresa muy bien para con su pueblo, que es el orgullo del pueblo y que lo representa muy bien. Me he encontrado con un grupo muy pasional. Lo que he visto en vídeo me ha gustado, y lo que he visto personalmente me ha encantado.

¿Va a trabajar también con las categorías inferiores?

En este período no tanto, pero a lo largo de las semanas me gustaría ir incorporándome a los entrenamientos e ir viendo partidos. El rugby es un deporte largoplacista. Tengo que ver al sub-23, al sub-18 y para abajo. Confío en continuar varios años más, y eso es lo que voy a tener yo y el equipo, y ahí es que donde hay que poner el ojo. Esas son las mejores incorporaciones que podemos tener.

¿Cómo se gestó su fichaje?

De un momento a otro. Fue muy repentino. Me llamó Mario Barandiaran, que está entrenando en el Universitario de Bilbao y tiene contrato por un par de años más. Tenemos una relación muy linda. Mario ha sido un entrenador muy exitoso en Argentina, siendo asistente en el Mundial de 2007 en el que los Pumas lograron la medalla de bronce. En 2010 empecé a capacitarme y él fue uno de los formadores en Argentina. A partir de la pandemia, empecé a tener contacto con él, intercambiando contenidos. Nos debíamos un café que se concretó hace unos días en Bilbao. Él había estado varios años en VRAC y entiendo que el Ordizia la última temporada lo quiso contratar. Al no poder concretarse, le preguntaron a quién recomendaría y él me llamó a mí. Tuve una entrevista con Iñigo Marotias, el exentrenador, y con Jon Txurruka–exdirector deportivo–. Pasaron un par de semanas y se concretó.

¿Qué potencial ve al equipo?

El potencial del Ordizia es muy alto. El desarrollo de los jugadores está en crecimiento constante, están en una etapa muy buena, la mayoría de los jugadores son muy jóvenes, y en estos últimos años se ha trabajado muy bien. Solo ellos saben el potencial que tienen. Mi misión es tratar de continuar ese trabajo y tratar, desde mi perspectiva, agregarle algo al juego, diferente a lo que venían haciendo.

La temporada pasada el equipo fue subcampeón de liga y semifinalista en la Copa. ¿Será posible repetir esos logros?

Ojalá. En cuanto a resultados, obviamente, el objetivo es clasificarnos para el play-off, y a partir de ahí arranca otro campeonato. El deporte se ha tornado muy resultadista. Gracias a Dios, el rugby es de los pocos que es bastante largoplacista, lo cual hace que nuestro objetivo sea bastante más a futuro. En lo personal, mi objetivo es mejorar a las personas y mejorar el juego. Si hago que cada entrenamiento los jugadores sean mejores, ahí estará el verdadero logro deportivo. Si los jugadores se desarrollan en un ambiente de alto rendimiento, seguramente los resultados llegarán. La cuestión es tener paciencia y confiar mucho en el proceso.

Ya ha puesto su impronta en los entrenamientos, insistiendo en el trabajo físico y en la defensa.

Al tener tan poco tiempo de trabajo, me enfoqué ahí. Hice un análisis detallado de la liga. Todos los partidos merman en táctica, estrategia y destrezas a partir del minuto 25 de la primera etapa y a partir de los quince de la segunda mitad. El rendimiento decae mucho y a partir de ahí pasa por quién tiene el mejor fichaje o el mejor jugador en el campo, y se deja de lado todo el trabajo que se hace durante la semana. Mi ambición es tratar de elevar esa capacidad física para que los jugadores puedan desarrollarse durante más tiempo táctica y estratégicamente para mejorar en cuanto al juego.

¿Qué tipo de juego le gustaría desarrollar en el Ordizia?

Con los principios básicos del juego bien claros: avanzar, la obtención, ejercer presión, continuidad (y aquí creo que podemos avanzar), y una buena defensa. Hay que tratar de cambiar esta parte semántica que tiene la defensa y decir que atacamos sin balón. Ahí hemos puesto el foco estas semanas. Quiero que cada vez que el Ordizia juegue en casa o de visitante se imponga físicamente. Creo que ahí van a estar los dos puntales fundamentales: el ataque sin balón y el poderío físico.

En Ordizia gusta el juego a la mano...

Es otra de las cosas que estamos trabajando, pero en la primera fecha esos van a ser los puntuales. Otra de las cosas que estamos trabajando es tratar de jugar más oportunidades. En la liga, casi todos los equipos juegan mucho con el pie. Lo que estamos tratando de agregar es jugar la oportunidad. Si los rivales están dejando muchos jugadores en el fondo, tenemos que tratar de salir a jugar un poco más de manos, y, en esa inercia que generamos avanzando, como principio básico del juego, imponernos físicamente.

El club ha realizado cinco fichajes para compensar las bajas, pero en esta primera jornada, les toca enfrentarse al Barcelona en casa con tan solo un refuerzo foráneo (12.00 horas).

Arrancamos la temporada como arrancamos la pretemporada. Uno lo puede tomar como algo negativo, porque no llegaron los refuerzos, o como algo positivo, porque van a jugar los mismos con los que venimos trabajando desde el primer día, que han entendido los conceptos del juego y que han pasado mucho tiempo trabajando. Si hubieran llegado los refuerzos en los primeros días de la semana hubiera sido positivo, pero hubiera sido un dolor de cabeza tener que incorporar esos conceptos y ensamblarlos con el equipo. Lo tomo como algo positivo.

Llegó el 1 de septiembre. ¿Qué le ha parecido el pueblo?

Muy lindo. Pequeño, acogedor. Llegué en Fiestas Vascas y fue muy lindo vivir esa cultura. Estoy conociendo poco a poco qué se come rico y qué se bebe rico... Estoy muy cómodo. Mi llegada ha sido muy fácil, porque Iñigo Marotias me ha abierto las puertas del club y porque Valentín, al ser argentino, me ha ayudado en situaciones que uno no conoce cuando llega a aun lugar nuevo. Y Arturo Rivas, uno de mis colaboradores, me ha ayudado mucho.

En su presentación saludó con un ‘Egun on’. ¿Qué le ha dado tiempo de aprender en euskera?

He aprendido los números, que me parecen importantes para el rugby. Es muy difícil, pero es parte de mi adaptación, así que también es lindo, es desafiante.