Y a Mikel Oyarzabal, ¿quién le protege?
El capitán volvió a ser el único delantero que repitió en el segundo duelo con España y, lo que es peor, disputó los 90 minutos mientras De la Fuente cuidaba más a otros
La selección hace tiempo que se ha convertido en una empresa muy complicada de gestionar. La dictadura de los dos gigantes, sus entornos y los medios que cubren sus informaciones a diario se hacen cada vez más insoportables. No hay más que ver la contradicción que supone el hecho de que cada vez que uno de sus jugadores destaca mínimamente (como, por ejemplo, el delantero del Real Madrid Gonzalo en el pasado Mundial de Clubes) y que, cuando acuden a las convocatorias, no tardan en poner el grito en el cielo porque se exponen demasiado al disputar muchos minutos. Ni qué decir tiene que cuando uno de sus jugadores regresa lesionado antes de tiempo se monta la de San Quintín con ataques y acusaciones graves al seleccionador. Mientras, el resto del fútbol de la Liga, los terrenales, asistimos atónitos al cruce de declaraciones y comprobamos anonadados cómo acaban condicionando a todo un campeón de Europa como Luis de la Fuente que en este parón se ha cuidado muy mucho de no enfadar en este caso al Barcelona, ya que del Madrid solo había convocado a Huijsen y se presentó a la cita ya lesionado.
Y la realidad es que llama poderosamente la atención que antes del encuentro ante Bulgaria, el segundo de este parón, el seleccionador accediera a mandar a casa a Ferran Torres a pesar de no tener ninguna rotura, como quiso explicar él mismo para que no se soliviantara nadie en el club culé: “No se ha lesionado. No hay lesión, había unas molestias. Mañana (por el martes) necesitamos a todos los futbolistas al 100%. Todos los futbolistas que yo conozco, en un ejercicio de honestidad y honradez, cuando no saben si van a estar al 100%, me lo transmiten. En este caso, Ferran no podía estar en las mejores condiciones para afrontar el partido y se ha decidido que descansara y sacarle de la convocatoria. Es un hombre muy importante para nosotros para el futuro. Seguramente el miércoles estará perfectamente, pero para mañana (por martes) no estaba con esas sensaciones”.
Kubo
Dicho todo esto, la pregunta está clara, y los demás, ¿qué? Y los nuestros, ¿cuándo descansan? ¿Acaso no tienen cansancio ni sobrecargas musculares? ¿No están expuestos a sufrir lesiones por el desgaste acumulado? Ahí está el caso de Take Kubo, que viajó lesionado a la concentración de su país, donde no tardaron en corroborarlo al no participar en los entrenamientos, y, a pesar de todo, ser titular en el segundo amistoso ante Brasil a pesar de que su seleccionador había manifestado la víspera que no estaba para “jugar 90 minutos”. El desagravio se multiplica cuando Kubo se lesionó ante México en el primer encuentro no oficial del anterior parón y, por causas que aún se desconocen, no regresó inmediatamente a Zubieta y se quedó en el segundo duelo, también un amistoso frente a Estados Unidos, sin que pudiese jugar al estar convaleciente de un esguince de tobillo importante. Veremos cómo vuelve ahora tras participar 54 minutos en la victoria nipona ante Brasil y si cuenta con opciones de entrar en el once en el duelo clave, sobre todo para su entrenador, que disputará la Real este domingo en Balaídos.
Oyarzabal
La siguiente pregunta que nos hacemos es: ¿Y qué pasa con Oyarzabal? ¿Por qué juega siempre? Porque ante Georgia el tridente lo formaron Ferran Torres y Yeremy Pino en los extremos con él en punta y tres días después el único que se mantuvo en el once ante Bulgaria fue el eibartarra, en este caso, para actuar en la banda derecha con Baena y Samu. Lo peor de todo es que encima completó los 90 minutos y casi al final recibió un pisotón del cual se quejó amargamente en el suelo y encogió el corazón de los aficionados realistas, que saben de sobra que no están como para perder en estos momentos a su capitán.
El delantero ha disputado en esta ocasión 158 minutos en dos encuentros, mientras que en el anterior parón jugó 154 minutos. En unas posiciones en las que no para de tirar desmarques en su intento de explorar espacios y de presionar la salida de balón del rival. Cuando se habla de proteger se entiende muy poco que no tenga el status de primera espada, entre otras cosas, porque se trata del máximo realizador de la era De la Fuente con trece dianas. Tres más que Mikel Merino, quien por cierto no se ha perdido ningún minuto de los últimos cuatro compromisos de España, aunque en esta ocasión tendrán que ser otros los que se enfaden y constaten que en el fútbol español hay internacionales de primera y de segunda. En todos estos encuentros hay siete jugadores que han estado en el once, cuatro de ellos con pasado o presente txuri-urdin: Unai Simón (360 minutos), Merino (360), Pedro Porro (312), Oyarzabal (312), Pedri (300), Le Normand (298) y Zubimendi (278).
Preocupación
El tema de Oyarzabal es inquietante, porque lo juega todo. Muchos pensaban o incidían en que, tras la grave lesión de rodilla que sufrió el 17 de marzo de 2022, no volvería a ser el mismo, pero al final no es que haya recuperado su nivel, sino que todavía es mejor. Desde que comenzó la campaña como un integrante más de la primera plantilla txuri-urdin, la 2016-17, ha disputado más de 3.000 minutos en todos los cursos menos en el que tuvo que pasar por el quirófano y en el siguiente, el 2022-23, en el que fue entrando poco a poco, tal y como le advirtió el doctor Mikel Sánchez: “Me dijo: A los ocho meses podrás competir, pero vas a estar dos años recuperándote de la rodilla”.
Su récord lo estableció el ejercicio pasado cuando participó en un total en 61 partidos, en los que superó por tres minutos la impresionante barrera de los 4.000 minutos. Pero, llegados a este punto, hay que hacer algo para proteger a la estrella de la Real. No puede estar jugando todos los partidos con la txuri-urdin y con la selección. Entre otras cosas, porque su equipo le necesita para tratar de salir de los puestos de abajo, remontar e instalarse en la zona en la que en teoría estaría destinado esta temporada. Y con la selección, porque a nadie se le escapa que, después de haber sido el héroe que muchos infravaloraron o incluso ningunearon por su evidente condición de internacional de segunda categoría con el inmortal gol a Inglaterra que dio el título de la Eurocopa, esta campaña también tiene entre ceja y ceja el Mundial, ya que, a sus 28 años, es el mejor momento de su carrera para afrontar un evento y nunca sabe si será el último.
Sobreexplotado
Lo más grave de todo es que no hay que olvidar que el verano anterior a su lesión de rodilla, tras una larga temporada con su equipo en el que levantó la Copa para siempre, alcanzó los dieciseisavos de final de la Europa League y selló el pasaporte para volver a Europa en la última jornada en pleno confinamiento, Oyarzabal participó en la Eurocopa y después fue medalla de playa en los Juegos Olímpicos, este último logro precisamente con De la Fuente en el banquillo.
Ya va siendo hora de que alguien tome el toro por los cuernos mientras todos tocamos mucha madera para que no le pase nada, y caiga en la cuenta de que no es un robot y necesita descansar para poder ofrecer su mejor nivel, como ha acreditado en la selección y con la camiseta que tanto ama de su equipo.