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[Tribuna txuri-urdin] "La Real que tocaba"

Su trabajo defensivo en Montjuic fue más que correcto, pero el partido y el rival generaron en él fisuras obvias

[Tribuna txuri-urdin] "La Real que tocaba"Quique Garcia

Sergio Franciscodijo asumir el sábado, 24 horas antes del partido, que el balance de ocasiones de gol en Montjuic iba a resultar favorable al Barcelona. Y, a partir de ahí, condicionó las opciones de puntuar de la Real Sociedad al modo en que su equipo aprovechara las oportunidades propias y controlara las del rival. Hasta el minuto 43, el guión estaba siendo interpretado a la perfección, porque los txuri-urdin defendían bien en líneas generales, habían hecho el 0-1 y además Remiro se ponía la capa de súper héroe cuando el conjunto culé conseguía ponerle a prueba. Dolió luego el modo en que todo se torció, al llegar el empate como consecuencia de un córner en contra, inexistente para mayor índole. Pero quedó también la sensación de que, por mucho que el sistema de contención blanquiazul se estuviese comportando notablemente, las pequeñas fisuras que en él se abrían de vez en cuando permitían a los culés jugar con cierta calma. Tranquilos.

La apuesta táctica

Ningún reproche a la idea del entrenador, cuyo planteamiento en Barcelona resultó el que tocaba. Es el de Flick un equipo que se siente manifiestamente más cómodo jugando a campo abierto que en espacios reducidos. Y la Real apostó por entregarle el balón, no presionarle en posiciones avanzadas y mantener a su vez a la zaga lejos de Remiro, para reducir las distancias entre líneas. Con la estructura defensiva elegida, además, Sergio demostró tener muy en cuenta ese 3-4-3 de cuadrado medular que los blaugranas acostumbran a dibujar con balón, cortocircuitándoles cualquier posibilidad de combinar por dentro. Odriozola, quizás el eslabón más debíl de la cadena, lo tuvo relativamente sencillo con Gerard Martín, el encargado de la amplitud barcelonista por izquierda. Zubeldia asumió los movimientos interiores de Rashford. Barrenetxea y Guedes se encargaron de tapar a Koundé y Christensen cualquier pase hacia la sala de máquinas. Y Oyarzabal se preocupó más de esto último, de desconectar a la medular local, que de acosar al torpón Araújo, una bendición para sus adversarios cuando tiene el esférico en los pies y debe darle salida. 

Rendijas

La Real combinó una muy buena ejecución del plan defensivo con cierta amenaza en ataque, siendo todo lo vertical que pudo tras robo y girando también al Barça mediante un eficaz y estudiado circuito de iniciación: Remiro a Aihen, Aihen a Barrene y control hacia dentro del donostiarra para cambiar de banda. Precisamente así se cocinó el 0-1, a través de la pizarra de un Sergio que, digan lo que digan (la gente y los resultados), está más que preparado para desempeñar el cargo que ostenta. Pero pese a todo ello, tal y como indicábamos en el inicio de este texto, el pánico nunca cundió en Montjuic entre la parroquia local, aparentemente consciente de que la remontada tenía todos los visos de producirse. Al fin y al cabo, la más que correcta actuación txuri-urdin no evitó la regular aparición de rendijas por las que el gol barcelonista apuntaba a llegar tarde o temprano. Dentro de una idea colectiva que invitó a los de Flick a jugar por fuera, le costó a Aihen sostener al sueco Bardghji. La defensa de la estrategia continuó suponiendo un grave problema. Y, además, la presencia enfrente de futbolistas pertenecientes a la élite mundial siempre te expondrá a conceder ocasiones de gol procedentes de la más absoluta nada. Mientras crece y avanza como equipo, ya irá la Real adquiriendo un cuajo suficiente para formular a los llamados grandes otro tipo de preguntas...

Alineación inicial de la Real Sociedad en Montjuic.

Visita al dentista

Porque sí, todo se abrió a partir del 2-1, desde antes incluso. Y, con una actitud más presionante y agresiva, estuvo cerca de conseguirse el empate. Pero a un servidor le puede más la percepción de que lo del domingo en Barcelona fue una especie de paréntesis, la famosa visita al dentista que siempre cabe borrar de la agenda cuanto antes. Por suerte, la Real no abandonó la consulta sin muelas extraídas, sólo con un par de empastes que no deberían afectarle en Anoeta frente al Rayo. Dentro de lo mejorable, marcharse al parón de octubre con ocho puntos, y después de haber jugado contra culés y merengues, no estaría del todo mal.

Un triunfo infravalorado

El domingo, la Real sólo perdió 2-1 en el estadio del campeón de Liga, adelantándose en el marcador y conservando hasta el final sus opciones de puntuar. No es moco de pavo. Y, precisamente por esto último, mi análisis puede antojársele al lector injusto, demasiado frío para los méritos contraídos por el equipo. Un servidor, sin embargo, suele dejarse llevar por las sensaciones que le deparan el juego y los contextos, algo que, si rebobinamos a la victoria del miércoles ante el Mallorca, se traduce en un fenómeno opuesto al de Montjuic. Fue un agónico 1-0, en casa y ante un rival en apuros, pero el nivel ofrecido por el equipo no resultó, a mi entender, lo suficientemente valorado por la crítica. Más allá de la necesidad previa que existía, se podía ganar de muchas maneras, y la Real lo hizo con brillantez.