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La obra de Imanol en la Real: adaptarse y competir

Durante seis años y medio, el oriotarra ha sabido amoldar a cada contexto la propuesta futbolística del equipo txuri-urdin, siempre al servicio de las ganas de ganar

La obra de Imanol en la Real: adaptarse y competirAlejandro García

Una Copa del Rey y cinco billetes europeos (a la espera de un sexto) significan muy poca cosa en comparación con el auténtico y verdadero legado de Imanol Alguacil Barrenetxea en la Real Sociedad. Y es que los puntos, los resultados, los goles y las clasificaciones se quedan en nada al lado de la nueva mentalidad que el oriotarra ha logrado instaurar, durante seis años y medio ininterrumpidos, en los futbolistas txuri-urdin, en sus compañeros técnicos y en el club en su conjunto. Sirva la presente temporada como perfecto ejemplo al respecto, un curso complicado, cargado de encuentros, a lo largo del cual el equipo no se ha fumado ningún partido. Los ha jugado mejores y peores. Los ha ganado. Los ha empatado. Los ha perdido, más que de costumbre. Pero nunca ha saltado al campo cohibido ni temeroso, siempre valiente y dispuesto a intentar vencer, independientemente del rival y del escenario.

Dicho todo ello, la profunda cirugía acometida por Imanol en la filosofía competitiva de la entidad ha requerido, por supuesto que sí, de utensilios tácticos al servicio de la operación. Y ahí Alguacil ha demostrado responder a un perfil muy moderno de entrenador, combinando ideales propios con su capacidad para adaptarse a contextos y plantillas diferentes. El estatus de su Real ha subido como la espuma desde aquel diciembre de 2018. Una amplia mayoría de los adversarios, actuando en consonancia, le han opuesto planteamientos más conservadores que proactivos. Y la lógica dificultad de las empresas acometidas sobre el verde ha sido confundida por muchos con un supuesto inmovilismo que no es tal. Han fallado cosas últimamente. El problema, en cualquier caso, no ha residido en la ausencia de ideas y alternativas.

Los inicios

los inicios El segundo aterrizaje de Alguacil en el banquillo realista, para sustituir a Asier Garitano, significó un electroshock similar al acometido menos de un año antes al ser cesado Eusebio Sacristán. Si en marzo Alguacil había asumido las riendas de un equipo poco profundo y que abusaba del juego horizontal, para ponerle él a mirar a la portería contraria, se encontró luego durante aquellas navidades con una escuadra que atendía más a la pizarra ajena que a la propia, siempre condicionada por el planteamiento rival y carente de una personalidad futbolística. Imanol sí impuso un sello concreto, refrendado en el verano posterior por el mercado de fichajes más significativo que se recuerda en Donostia.

Imagen de los fichajes y los canteranos promocionados al primer equipo durante el verano de 2019.

Con Isak, Odegaard y Portu aterrizó en la plantilla verticalidad pura y dura, así que el entrenador dio rienda suelta a misma diseñando la Real más divertida que se recuerda a sus órdenes. Sueco, noruego y murciano representaron por sí mismos un cambio drástico en el paradigma de juego realista, dentro de un engranaje en el que la primera opción pasó a residir en la profundidad y en la línea más recta posible hacia el gol. Aquel equipo se clasificó para la final de Copa y para la Europa League presionando, corriendo y emocionando, lo cual situó sobre Imanol una etiqueta estilística determinada que el propio entrenador se encargaría enseguida de desmentir. El Real Madrid reclamó antes de tiempo al propio Odegaard. Vino David Silva. Y tocó adaptarse para sacarle jugo.

Silva por Odegaard

El cambio no fue radical. Pero, con el canario de txuri-urdin, hubo que bajar las revoluciones ofensivas y matizar también la presión, porque los recorridos del Mago no podían ser los mismos que los del vikingo. Así tiró millas una Real cada vez menos trepidante pero sí más fiable cuyo paso definitivo hacia el control se dio en abril de 2022. Recién lesionado Oyarzabal y poco utilizado Portu, los extremos más bien mentirosos del habitual 4-3-3, el técnico dio paso a un 4-4-2 de medular en rombo cuyas llaves manejaba el propio Silva. Y dio igual que le acompañaran Rafinha o Brais en el centro del campo, Isak o Kubo en la delantera... El equipo carburó a base de posesiones largas, resultados cortos y secuencias de pase muy alejadas de las carreras a la velocidad del rayo a las que Anoeta había asistido hacía no tanto tiempo. En cuestión de tres años, el bólido de Imanol había cambiado el motor, de gasolina a diésel. Y nosotros sin enterarnos. Como los resultados acompañaban...

MENDIZORROTZA COMO EJEMPLO

La Real perdió el miércoles en Vitoria. No completó un buen partido, en líneas generales. Y el encuentro acreditó pese a todo que las herramientas tácticas nunca le han faltado al conjunto txuri-urdin con Imanol a los mandos. La alineación inicial y su dibujo de base, cuyo punto de partida acostumbra a residir en el conocido 4-3-3, llevan a muchos a pensar que las ideas y los planes alternativos escasean en el libreto del oriotarra. Pero lo cierto es que en Mendizorrotza introdujo, como siempre hace, distintos matices de pizarra: Brais escorado, un 3-4-3 en la segunda parte... El equipo no juega siempre a lo mismo. Es un hecho.

Vaya que si acompañaban. En mayo de 2023 la Real celebró su acceso a la Champions. Y sólo dos meses después, en julio, lloró la retirada del irremplazable David Silva. Una vez más, las circunstancias obligaron al míster a modificar la piedra filosofal del juego txuri-urdin, y la nueva fórmula residió en el diseño de un equipo de extremos bien abiertos e interiores muy agresivos para atacar el área, que aprovechaba igualmente el pujante ímpetu para la presión tras el adiós del canario. Los Kubo, Barrene, Brais, Merino y compañía, con Oyarzabal de delantero centro, deslumbraron a Europa entera durante una mágica fase de grupos. Pero el glamour de aquellas noches continentales se vio iluminado por bombillas que a partir de febrero empezaron a parpadear.

Competitividad

Mermada por las lesiones y fatigada por la senda recorrida, esa misma Real certificó hace menos de un año su quinto billete europeo consecutivo. Lo hizo, eso sí, aprovechando la competitividad y la experiencia de, entre otros, Le Normand y Merino, con quienes Imanol podía permitirse el lujo de plantear partidos de mínimos en la recta final de Liga. Apenas mediaron errores. No se encajaron goles tontos. Y se alcanzó el objetivo con cinco últimas victorias dejando la portería a cero (ante Cádiz, Alavés, Las Palmas, Valencia y Betis), justo lo que le viene faltando al equipo actual. Alguacil lo ha intentado. Y lo sigue intentando. Pero los cambios en el plantel, unidos a los duros caminos andados en Copa y Europa, han restado a los txuri-urdin un poso que sólo recuperarán con paciencia, dando horas de vuelo a quienes las necesitan.