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[A por ellos] "Segundas oportunidades", por Mikel Recalde

[A por ellos] "Segundas oportunidades", por Mikel RecaldeAndreu Dalmau

Es uno de esos recuerdos que guardas grabado a fuego en tu memoria. Tendría unos quince años, porque todavía seguía jugando a fútbol. Es más, me tenía que hacer unas fotografías de carné para la ficha de mi equipo. Mi colega Pisco me acompañó a la estación de Amara, al clásico fotomatón, para hacerlo lo más rápido posible. Y cuando estábamos esperando a que se revelara la típica tira de cuatro instantáneas sin mucha preocupación por cómo salía (con el paso del tiempo te fijas más y caes en la cuenta de que la realidad de cómo has envejecido la reflejan las fotografías, no el espejo), llegó un tío, más o menos de nuestra edad, que no parecía tener muy claro cómo funcionaba el invento. La verdad es que tampoco le dimos mucha importancia, porque le teníamos a nuestra espalda y no entabló conversación con nosotros hasta que ya estaba todo perdido. “Aupa, ¿sabéis cómo funciona esto?”, nos comentó cuando salía como de un truco de magia de dentro de la cortinilla sin que hubiese notado que la máquina hubiese hecho nada. Le explicamos cómo se hacía y de repente se puso a maldecir como si no hubiera un mañana. Yo no he oído decir tantos tacos seguidos en mi vida. Resulta que el pobrecillo, en lugar de meter las monedas dentro del habitáculo, lo había hecho en una rendija de fuera en la que lo que vendían eran llaveros para meter las fotografías. Nosotros intentábamos aguantar la risa, pero hubo un momento en el que acabó siendo imposible, sobre todo por el terrible mosqueo que llevaba. Tampoco tardó en poner la guinda al preguntarnos: “Oye, no querréis algún llavero, os vendo uno”. Como segunda oportunidad, no tuvo desperdicio.

Dicen que dar una segunda oportunidad es un acto de esperanza y compasión, pero también de valentía. Trasladándolo al fútbol, hay muchos jugadores que han tocado el cielo al segundo intento. Por poner un ejemplo. Yo que he cubierto y seguido muchas categorías inferiores, siempre he destacado que al margen de Iniesta, Silva, Reyes y Torres, que fueron campeones de todo, el proyecto de futbolista que más me ha impresionado fue Isco. Era una maravilla verle bailar con la pelota por el campo. Por algo le llamaban Magia en el Real Madrid. El problema es que un día el genio se apagó y volvió a quedarse encerrado en su lámpara sin fecha para volver. Recuerdo que cuando se lesionó Silva, no tardó en aparecer su nombre como posible sustituto cuando estaba libre. Llamé a uno de sus exentrenadores y me dijo con rotundidad: “Yo si fuese la Real ni me lo pensaba. Isco se va a salir donde vaya”. Sus palabras resuenan en mi cabeza cada vez que le veo conceder deseos sin límite en los encuentros del Betis. Pocas segundas oportunidades recuerdo que hayan salido tan bien.

La cantera

En lo que respecta a la cantera, hay caminos muy distintos que conducen hasta el vestuario del primer equipo. El más corto, reservado para la clase VIP, los que derriban la puerta de un patadón. Pero luego para el resto conlleva normalmente o una llegada picando piedra hasta hacerse con la titularidad, tipo Aihen Muñoz, o, en muchas ocasiones, una ansiada o deseada segunda oportunidad. Pablo Marín apareció sin hacer ruido una tarde de Valladolid. Cuando le vimos jugar, los que le conocíamos y teníamos referencias, no tardamos en catalogarle como un 10 de toda vida, técnico y jugoncete. En plena plaga de bajas, a Imanol, de quien dicen que no cree en la cantera, no le tembló el pulso para hacerle hueco en la alineación ante el Manchester aquella noche en la que la comunión entre la grada y el equipo mantuvo a salvo la primera plaza a pesar del 0-1. Y en ese encuentro, tras rozar el gol, de repente se vino arriba y encendió a la grada al reclamarle con vehemencia más pasión. En ese momento se le vio que estaba hecho de una pasta especial… Tras jugar ese año diez partidos, se pasó el año en blanco sin disputar ni un solo minuto con el primer equipo mientras competía sin rasgarse las vestiduras en el filial. Está claro que no perdió el tiempo. Se recicló, apretó los dientes y se preparó para cuando le diesen otra oportunidad. En verano entró en dinámica de primer equipo y ahora, casi de la nada, cuando nadie le esperaba, ha irrumpido como un volcán en erupción demostrando que está mucho más hecho, que mantiene la técnica, pero que ahora se pega con quien sea y abarca mucho más campo al aparecer por todos lados. Imanol lo definió a la perfección: “Lo de Pablo es una locura”.

La recuperación de Isco

Isco explica la receta ideal cuando te toca aguardar tu momento, en una entrevista en Panenka: “Cuando las cosas no van bien, hay que dejar de estar pendiente del resto, no intentar demostrarle a nadie que está equivocado. La recuperación fue algo personal, trabajé para estar bien conmigo mismo. Es cierto que había gente que dudaba, pero por otra parte también es lógico, porque pasé años malos en los que no conseguía dar el nivel. Y ahora que parece que estoy mejor todo el mundo vuelve a hablar bien de mí. Pero es algo que va con la profesión. Algo que manejamos desde que empezamos Y con lo que te acostumbras a vivir. Así que no, no tengo nada que reprochar a nadie. No guardo ningún rencor. Y eso me hace estar tranquilo y feliz”.

Turrientes

Si Turrientes está en boca de todos cuando no juega es porque no se trata de un jugador más. Siempre internacional en todas las categorías, capitán de la selección sub’21 que se jugará el Europeo este verano y medalla de oro olímpico, todos debemos ser conscientes de que nos encontramos ante un futbolista excepcional que siempre ha apuntado muy alto. Pero a veces con eso no vale. Para asentarse en la elite no puedes conformarte nunca, siempre tienes que mejorar un poco más, convertirte en un futbolista más completo y, sobre todo, ser muy fuerte de cabeza. Beñat es uno de los jugadores más queridos del vestuario. Como me contó él mismo en la entrevista que nos concedió esta semana, echa mucho de menos los consejos de su aita, que era un pilar indispensable en su vida. Cuentan en Beasain, donde era muy conocido porque jugó muchos años al fútbol en el conjunto vagonero, que tenía una casta impresionante. Y ese es el mejor consejo que se le puede dar al bueno de Beñat. Que intente ser como su aita, quien seguro que hubiese dado muchísimo durante su carrera por tener el talento que tiene su hijo. No te falta fútbol, eres un centrocampista polivalente que puede jugar muy bien en varias posiciones, pero tu segunda oportunidad después de haber despuntado el año pasado pasa única y exclusivamente por ti. Por ser fuerte y rebelarte ante tu adversidad. Por tener hambre y afilar el colmillo. Por confirmar en cada acción que, como nos dijiste, quieres disfrutar al máximo de tu sueño txuri-urdin. Por dar valor a todos y cada uno de los 94 partidos que has jugado con tu equipo del alma. No estar a la altura está permitido para aprender. Lo que sería un gran error es decepcionar y no aprender de ello.  

Tus monedas, Beñat, están bien metidas en el fotomatón, no necesitas llaveros que no sirven para nada en tu carrera, sal y demuestra lo que vales. Pablo Marín, que sí tiene la suerte de contar con el apoyo de su aita que, como el tuyo, es exfutbolista y leyenda en su tierra, te marca el camino. Aún tienes toda tu carrera por delante, pero mejor no dejes pasar muchos trenes porque el fútbol y esta Real hace tiempo que dejó de esperar a nadie. Estás a tiempo y muchos seguimos convencidos de que lo vas a conseguir. ¡A por ellos!