Cuando la Real Sociedad encaja una derrota con matices, de esas en la que no todo es blanco ni negro, los análisis consecuentes con lo ocurrido suelen ser tildados de blandos, de poco críticos. Mientras, cuando el equipo txuri-urdin logra ganar encuentros de idénticas características, alumbrar igualmente las cosas que no se han hecho bien significa ser un aguafiestas. Resulta curioso: el fútbol se ha erigido durante las últimas décadas en el deporte más popular del planeta, y sin embargo la gente no parece consciente de por qué le gusta tanto. Yo sí tengo claro que el tirón de este fascinante juego responde a una característica que lo hace único, lo bajo de sus tanteadores, puerta de entrada hacia realidades mucho más complejas que en otras disciplinas. Aquí el resultado no lo explica todo, y las cosas pueden variar en función de una pérdida como la de Oyarzabal ante Osasuna (tras un buen arranque), o de un gol anulado como el de Lewandowski (tras un mal inicio).
Les entiendo
Fuman en pipa en Barcelona con ese posible 0-1 que no les concedieron. Y yo les comprendo. Confío en la tecnología y opino que, si la maquinita detectó fuera de juego, es que lo hubo. Convengamos todos, eso sí, en que las imágenes no resultan especialmente concluyentes, lo que lo convierte todo en una cuestión de fe. Como el fútbol mueve pasiones, los beneficiados creemos y los perjudicados desconfían, cosa que sucedió por estos lares, pero a la inversa, hace sólo un par de años. Pasó en los cuartos de final de la Copa 2021-22, en Anoeta ante el Betis, cuando ni siquiera las capturas de pantalla del VAR justificaron la anulación del momentáneo 1-1 de Januzaj. Luego se perdió por 0-4, pero todos lamentamos que nos quitaran el empate, igual que ahora los culés censuran lo del domingo por mucho baile que se llevaran a partir del minuto quince.
Superiores, pero...
Aquí quería yo llegar, al minuto quince del partido contra el Barça. Hasta entonces la Real naufragó, ante un rival que supo cómo encontrarle las cosquillas al 4-4-2 en rombo que los txuri-urdin suelen dibujar para la presión. Tuvo un punto de suerte el equipo de Imanol, fortuna en forma de milímetros que evitaron el primer gol visitante. A partir de entonces, el oriotarra demostró cintura y capacidad de reacción para modificar todo el dispositivo, pasar a apretar al hombre y cambiar el encuentro por completo. El movimiento táctico significó la primera vuelta de tuerca, dentro del proceso de mejoría hacia el triunfo. Luego los futbolistas hicieron también lo suyo, todos sin excepción, aunque con actuaciones individuales que, más que brillantes, rozaron lo emotivo. El desequilibrio de Kubo. La velocidad de Becker. La fiabilidad extrema de Aihen. O el nivel superlativo de un Aguerd sobre quien sólo albergo una duda: ¿dónde destacó más?, ¿en tareas defensivas o en las ofensivas? El caso es que robar el balón antes y mejor, en posiciones más adelantadas, encendió la mecha para el resto de la exhibición, marcada en ataque por una efectiva y muy trabajada fórmula para evitar los fueras de juego: diagonales largas para los alejados, y no pases profundos para los cercanos.
Irregularidad
Recuperó la Real el traje de matagigantes, una prenda cuyo lucimiento no se sabe si es bueno o es malo. Al fin y al cabo, durante los últimos años, los de las clasificaciones europeas consecutivas, el equipo txuri-urdin ha basado sus éxitos en la fiabilidad contra los rivales de la zona media-baja: ganaba a quienes tenía que ganar, y luego sufría para sumar frente a las escuadras de la parte alta de la clasificación. Mientras, pegársela ante los a priori débiles y hacer temblar a los grandes parece corresponder a épocas pretéritas en las que los colores blanquiazules no se paseaban con tanta frecuencia por el continente. Tras lo de Plzen y lo del domingo en Anoeta, toca seguir asumiendo esa irregularidad tan lógica por joven composición de plantilla, y tan corta (esperemos) como permita el crecimiento de los Aramburu, Sucic, Barrene, Óskarsson y compañía. Con alegrías como la del triunfo ante el líder, todo resulta mucho más llevadero.
LOS MENOS HABITUALES, SIN APENAS MINUTOS
Se esfumó ya el tercer bloque de partidos de la temporada, tras el veraniego y el de septiembre-octubre. Este último ha constado de sólo seis encuentroos y no de siete, por culpa de un aplazamiento copero que ha dejado sin casi participación al grupo de futbolistas menos habituales. Urko González de Zárate (tres veces descartado de las convocatorias) no ha tenido minutos, igual que el también inédito Jon Martín. Por su parte, Álvaro Odriozola únicamente ha jugado los últimos once del derbi ante Osasuna, y Jon Ander Olasagasti sólo 17 divididos entre los tramos finales de Belgrado y del Sánchez-Pizjuán. Magunazelaia se ha limitado a comparecer testimonialmente durante el descuento de Sevilla. Y el bagaje competitivo de Jon Pacheco no pasa del duelo completo frente al Maccabi Tel Aviv. La plantilla realista es muy larga.

COPA DEL REY: LA IMPORTANCIA DE MEDIR EL DISCURSO
La Real está gestionando de forma adecuada todo el asunto relativo a la nueva fecha de la eliminatoria contra el Jove Español. Por un lado, Imanol no despotrica en rueda de prensa, muy consciente de que la situación responde a una catástrofe con numerosas víctimas y mucho más trascendente que un partido de fútbol. Por otra parte, el club defiende sus intereses y agota la vía legal para intentar que el encuentro no se dispute con el parón internacional recién concluido. La solución del jueves 21 no es la ideal para el cuadro txuri-urdin, pero a la hora de enjuiciarla deberíamos aplicarnos todos el ejemplo del míster y medir nuestros discursos. Si criticamos que los políticos hagan un uso partidista de tragedias como la de la DANA, tampoco montemos nosotros el pollo por una cuestión a todas luces menor.