La Real Sociedad no arranca y los números no engañan. En el mundo del fútbol hay una palabra que suele ser tabú y es crisis. Pero en los momentos de dificultad, muchas veces resulta preferible llamar a las cosas por su nombre para afrontar mejor tanto los problemas como las posibles soluciones. Por primera vez desde que cogió al equipo desde el inicio del curso hace ya seis años, Imanol Alguacil está sufriendo una crisis en el comienzo de una campaña, lo que conlleva que se refleje en la clasificación de forma fría e inquietante.
Cuatro puntos en seis partidos provoca que los realistas se encuentren en el vagón de cola. En los cinco cursos anteriores, que acabaron en clasificación europea, los donostiarras arrancaron con una fuerza tan poderosa que incluso les guió a liderar la tabla cuando estaba cerca de cruzar el primer tercio del campeonato. Esto provocaba que los baches o los frenos en mitad de la temporada, con eliminaciones en Europa reincidentes o coperas incluidas, no fuesen digeridas con excesivo dramatismo o pesimismo por parte de una afición que jamás ha emitido ni la más mínima queja desde que el técnico de Orio tomó la batuta del equipo.
Planificación
Pero en esta ocasión todo parece distinto y eso es precisamente lo que más puede perturbar al entorno txuri-urdin. Después de un verano estresante e inquietante, tras perder en la primera jornada ante el Rayo, Imanol compareció en la sala de prensa tan abatido que parecía que se le había escapado la posibilidad de alcanzar un título en lugar de una simple derrota en el estreno en agosto. Luego compareció Jokin Aperribay delante de los medios para anunciar por sorpresa que nos encontrábamos ante un cambio de ciclo y que entre todos tenían que escribir un nuevo libro. Lo peor es que esta sensación deprimente caló hasta los huesos en un entorno cuanto menos sorprendido por los acontecimientos y al que le descolocó aún más el extraño proceder de la dirección deportiva, que esperó hasta los últimos minutos del mercado para concretar dos fichajes. “Si no llegamos a traspasar a Merino, no habríamos fichado a nadie”, declaró el presidente en una manifestación surrealista cuando lo que incorporó a última hora fue un central y un 9 teniendo en cuenta que lo que traspasó fue un medio.
Todo esto es la teoría que confirma que la Real no afrontó en las mejores condiciones el inicio de la temporada, pero la realidad es la que es. El equipo ha perdido cuatro partidos de los seis que ha disputado. Hasta la fecha cuenta sus comparecencias en casa con derrotas. Y fuera ha ganado en el estadio de un recién ascendido, el Espanyol, 0-1, y ha empatado de aquella manera en Getafe, 0-0. Además de la citada primera decepción a domicilio en Palma, donde para muchos había algo más en juego que los tres puntos tras lo sucedido en la pasada Copa.
Mal en Anoeta
Más que en sensaciones, que son malas y preocupantes por el estado de forma de la gran mayoría de sus jugadores, la crisis de la Real se evalúa en cifras. Y estas son significativas. En lo que llevamos de 2024, con clasificación europea incluida y los dos KO en Europa y en la semifinal copera (que jamás debió dejar escapar), los realistas han vencido doce duelos, han empatado ocho y han perdido trece. Sus números más sangrantes son en casa, donde solo ha sacado adelante cuatro choques de quince, un registro impropio de un conjunto europeo y de un aspirante a reeditar su éxito este curso. Después de un mal año en ataque y con el refuerzo de un chaval de 19 años, los blanquiazules solo han marcado tres goles en seis partidos (solo Valencia y Getafe llevan menos). Además, llevan tres sin ver puerta.
Es cierto que la Real sigue a tiempo de todo y la semana que viene se estrena en una ilusionante Europa League, pero hay mensajes y reacciones que cuanto menos dejan lugar a la incertidumbre y a la duda como el que lanzó Imanol en Palma: “Mi idea no está llegando del todo clara”... Valladolid y Niza, próximas salidas. Veremos. Tranquilidad y buenos alimentos.