El 15 de octubre de 2019, Pyongyang, capital de Corea del Norte, albergó el que hasta la fecha es el último partido como local de su selección nacional de fútbol. Durante aquella tarde de hace casi cinco años, los anfitriones y Corea del Sur empataron sin goles, en un encuentro clasificatorio para el Mundial 2022 y que el Gobierno de la República comunista cerró a cal y canto: ni espectadores en la grada ni televisión en directo, para el primer duelo entre ambos equipos en tres décadas. Los futbolistas de la Corea capitalista censuraron tras el choque la violencia con la que se emplearon sus rivales, pero creer o no tal crítica quedó en una mera cuestión de fe. Y es que apenas trascendieron imágenes de una contienda que si algo hizo fue alimentar el morbo para la revancha de Seúl, en la segunda vuelta de la liguilla...

Sin embargo, Corea del Sur nunca llegaría a acoger ese nuevo encuentro. La pandemia entró en escena a comienzos de 2020, y provocó que Corea del Norte, país cerrado en sí mismo, se autoañadiera capas y capas de hermetismo. Sus ciudadanos a los que la irrupción del covid pilló fuera del territorio no pudieron regresar al mismo hasta el pasado verano, más de tres años después, por aquello de que quizás importaran el virus a una nación limpia de la famosa enfermedad. Y semejante política sanitaria tuvo también sus efectos, lógicamente, en la vertiente deportiva. Ningún competidor norcoreano acudió, por ejemplo, a los Juegos Olímpicos de Tokio. La selección nacional de fútbol, por su parte, se retiró de la fase clasificatoria para el Mundial 2022 en Catar.

Vuelta a la normalidad

Pues eso, que en agosto de 2023, cuando en Europa la palabra covid estaba prácticamente olvidada, Corea del Norte comenzó a regresar a la anterior normalidad, un camino emprendido y finalizado ya por la gran mayoría de países del planeta. Pyongyang admitió de vuelta en la República a los citados ciudadanos en el exilio, entre ellos el futbolista Han Kwang-Son, a quien el estallido del virus pilló en el Al-Duhail catarí. Y también comenzó a permitirse la participación de los deportistas norcoreanos en competiciones internacionales, circunstancia que incluyó el concurso de la selección en la fase clasificatoria para el Mundial 2026 ,a partir del pasado noviembre. Hasta la fecha había disputado tres partidos, todos a domicilio contra Siria (1-0), Myanmar (1-6) y Japón (1-0). Mañana, mientras, debía medirse de nuevo a los nipones... pero en casa.

Precisamente por todo lo explicado, al txuri-urdin Take Kubo le aguardaba este lunes una jornada muy especial. El extremo realista debía desplazarse a Pyongyang (vía Pekín) con su selección, significando la delegación japonesa la primera gran expedición deportiva extranjera que cruzaba la frontera de Corea del Norte tras la pandemia. Los caprichos del calendario habían querido que fueran los nipones, y no Siria ni Myanmar, quienes reestrenasen los partidos internacionales en Pyongyang, dándose así un caldo de cultivo que se alejaba de lo curioso y se acercaba mucho a lo complejo. Hablamos de dos Estados vecinos (solo un mar les separa), de complicadas relaciones diplomáticas y con amagos de conflicto muy recientes: de este pasado lunes 18 de marzo databa, por ejemplo, el supuesto lanzamiento al citado océano de tres misiles balísticos de prueba por parte de Corea del Norte, acto denunciado de forma oficial por el Ministerio de Defensa de Japón. Asimismo, el Gobierno de Tokio había recomendado la semana pasada a los aficionados del país no viajar con la selección para animarla en Pyongyang...

Sin partido

No puede negarse que el encuentro previsto para este martes a las nueve de la mañana (hora en Gipuzkoa) tenía un morbo que trascendía lo deportivo. En cierto modo, Corea del Norte volvía, organizando y acogiendo el duelo, a abrirse al exterior cinco años después, con una pandemia de por medio. Pero lo que apuntaba a punto final de la historia, el encuentro en sí mismo, ha terminado convirtiéndose en un capítulo más de la misma. Este pasado viernes, la Confederación Asiática de Fútbol (AFC) anunciaba la suspensión de la contienda, al haber reclamado la selección local jugarla en territorio neutral “por circunstancias imprevistas”. En Pyongyang no iban a celebrarla. Y para buscar un nuevo escenario fuera del país no existía ya margen temporal.

¿Por qué ha acabado renunciando Corea del Norte a albergar el partido? Cualquier respuesta a este respecto significará una mera elucubración, mayor aún hablando como hablamos de una nación tan impermeable. Sobrevuela el ambiente, en cualquier caso, esa sensación de nueva apertura al mundo que no va a terminar de darse todavía. ¿Han estimado los dirigentes locales que resulta pronto aún para llevarla a cabo? ¿Se producirá durante las fechas FIFA previstas para el próximo mes de junio? Sigue programado para el día 6 el encuentro en casa contra Siria, y para el 11 la visita de Myanmar. Sin embargo, está por ver en qué se traduce, en términos de posibles sanciones federativas, la estrambótica decisión de comunicar a 72 horas vista que contra Japón no se podía jugar en Pyongyang.

¿ENCUENTRO APLAZADO O VICTORIA PARA LOS NIPONES?

La jornada del pasado jueves resultó perfecta para los intereses de Japón. El cuadro nipón se impuso en casa a Corea del Norte (1-0) gracias a un muy tempranero gol de Tanaka, centrocampista del Fortuna Dusseldorf alemán. Además, apenas dos horas después Siria pinchó en su visita a Myanmar, con lo que la actual fase clasificatoria queda más que encarrilada para Kubo y compañía. Ganando mañana en Pyongyang, estos se garantizaban matemáticamente (con dos jornadas de adelanto) un billete para la Copa de Asia 2027 y el acceso a la siguiente instancia, dentro de su camino hacia el Mundial de 2026.

¿Y ahora qué? Es posible que esa victoria que necesitaba Japón ya esté lograda, si la Conferederación Asiática decide dar por ganado el encuentro a los nipones. Mientras, si la contienda se diera simplemente por aplazada y se recuperara, tendría que disputarse en junio, cargando con tres duelos la fecha FIFA prevista para entonces.

Cabe recordar que el Mundial 2026 reunirá dentro de dos años a un total de 48 selecciones, 16 más de lo habitual hasta la fecha. Esto provocará que cada confederación reparta más billetes mundialistas, una circunstancia que, lógicamente, también afecta a la asiática. Hasta ocho equipos asiáticos participarán con total seguridad en el próximo Mundial. Y podría unírseles un noveno si este superara, dentro del sistema establecido para clasificarse, una repesca intercontinental. 

Así se entiende que la actual liguilla suponga para Japón únicamente un primer paso de cara a la cita de 2026. Los dos primeros equipos de cada grupo (hay nueve) avanzan a la fase final, en la que los 18 supervivientes se dividirán en otras tres liguillas, de seis selecciones cada una. Entonces sí, los dos primeros de cada grupo se asegurarán ya la participación en el Mundial, pero no quedará ahí la cosa, pues los terceros y cuartos seguirán optando a un billete a través de las distintas repescas programados. Dentro de toda esta larga senda, la liguilla actual significa para Japón un pequeño trámite. Y es que los nipones no solo deberían clasificarse con holgura para la siguiente fase (parece que así lo van a hacer), si no que también son favoritos para superar luego su grupo final.