El amarrategi que todos llevamos dentro miraba al reloj, tiraba de recuerdos y empezaba ya a dar por bueno el empate contra el Betis. Para la memoria quedaba el 0-2 de la pasada temporada, con dos goles en el descuento tras ser muy superiores los txuri-urdin. Y más reciente aún estaba lo del Barcelona en Anoeta este mismo curso, hace apenas un mes. Sin embargo, cuando muchos empezábamos a hacer ojitos al reparto de puntos, llegó ese emocionante arreón final que bien pudo significar la victoria. Resultó emocionante porque siempre lo es ver a la Real Sociedad encerrar al rival en pos de un triunfo sobre la bocina. Y tocó también la fibra porque quienes tuvieron al estadio patas arriba fueron, entre otros, Magunazelaia, Olasagasti o Turrientes. Cinco días después de empatar en Milán contra el subcampeón de Europa y en vísperas del sorteo de los octavos de final de la Champions, no vino nada mal semejante representación sobre quiénes somos y de dónde venimos.

¿Mereció ganar la Real? No se trata de una afirmación que pueda hacerse con rotundidad. Asistimos, más bien, a un encuentro igualado. Pero, por número de ocasiones y por inercia final, a nadie le habría extrañado tampoco que la victoria se quedara en casa, tras 90 minutos con sus fases y sus alternativas. Arrancaron mejor los de Imanol, ante un Betis valiente que enseguida tuvo que plegar algo las velas: enganchado por dentro ante su presión alta y con el partido del jueves vigente en las piernas de varios futbolistas, el equipo de Pellegrini optó por dar un pasito atrás que le permitió equilibrar la contienda mediada la primera mitad. Fallaron sus ocasiones los andaluces. Zubimendi estrelló la suya en el palo. Y de los goles anulados me quedo, más que con el hecho de que André Silva estuviera ahí, con la participación de un Kubo que va recuperando la magia. No es que estuviera mal, pero había perdido parte de su duende. Ante el Betis lo tuvo de nuevo.

La Real juega a lo que juega, viene del calendario del que viene y la segunda parte de este domingo no puede analizarse sin citar esa energía que los blanquiazules fueron echando de menos, cada vez más, con el paso de los minutos. El rival lo aprovechó para protagonizar largas secuencias de pase y meter por momentos a los de Imanol en su campo, pero estos, más allá de dos ocasiones concretas (una de ellas en carrera al espacio de Diao), se mantuvieron ajustados y apenas concedieron, lo que les daría luego licencia para optar a la victoria. No llegó el gol, pero el empate sí sirve para seguir dibujando un panorama muy positivo respecto al actual bloque de partidos. Van ocho puntos de doce en Liga, el pase en Copa y el liderato en Champions. Solo queda rematar en Cádiz... 

1- ZAKHARYAN ANTE LA ALTA. El Betis se mostró atrevido de inicio, saltando a presionar a la Real con Isco sobre Zubeldia yAltimira sobre Zubimendi. Zakharyan quedaba sin marca, aunque vigilado por Ayoze. Los txuri-urdin se las arreglaron para conectar con el ruso saliendo por el costado opuesto (el derecho), y 'obligaron' a matizarse a los de Pellegrini. El técnico activó enseguida una versión más prudente de su equipo.

2- ENCONTRAR A ZUBIMENDI. Apenas tardó el Betis en dar un pasito atrás, emparejar a sus dos pivotes con Merino y Zakharyan y tratar de tapar, con Willian e Isco, las líneas de pase de los centrales a Zubimendi. El movimiento cambió parte del plan de la Real: conscientes de que Martin era ya el teórico libre, los txuri-urdin le buscaron y encontraron como tercer hombre en distintas alturas. Traoré, Merino, Kubo o Zakharyan ejercían de 'paredes' para hacerle llegar el balón.

3- AJUSTARSE EN LA PRESIÓN. La Real salió al campo dispuesta a presionar al Betis con una medular en rombo (imagen de la izquierda). El hecho de que el rival jugara con un doble pivote, sin embargo, exigió mucho a la hora de tapar a ambos mediocentros cuando los visitantes salían por banda. Imanol ajustó rápido la estructura defensiva (imagen derecha), facilitando que Zubimendi y Merino se emparejaran directamente con Roca y Altimira.