“Cada día te quiero más”, acaba uno de los cánticos más repetidos por la afición txuri-urdin. “Cómo no te voy a querer”, dice otro que repite habitualmente otra parroquia. Imposible no enamorarse de esta Real que entra en la Champions por la puerta de atrás desde el bombo 4 del sorteo, que cuando queda emparejada en un grupo muy exigente afirma que va a luchar a muerte por lograr la clasificación mientras la gran mayoría de su parroquia firmaba el tercer puesto para continuar en Europa en los cruces, que sella su pase a falta de dos jornadas y que acaba siendo primera de grupo después de empatar en el estadio del equipo más en forma de Europa. Cada año un paso más. Primero era competir en Europa de forma recurrente, después intentar entrar en el máximo torneo de equipos y ahora simplemente es entrar en el Olimpo de los dioses europeos por méritos propios y siendo la sensación de la temporada continental para plantarle cara al que se ponga por delante. Porque ahora el sueño de este equipo no acaba aquí. Su gran secreto es que siempre quiere más y más. Y así va a ser. Seguro que, después de visto, habrá muy pocos gigantes europeos que no quieran toparse con él en una eliminatoria. Por cierto, quizá la única cuenta pendiente que ha dejado sin pagar desde que Imanol se hiciera con las riendas del proyecto.

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[Inter de Milán - Realsociedad] Las notas de Mikel Recalde Mikel Recalde

Si la campaña pasada una Real heroica certificó su pasaporte también como primera de grupo en la Europa League aguantando un 0-1 con diez bajas ante el Manchester United en Anoeta, en esta ocasión su proeza fue bastante más grande al conseguir aguantar otro empate frente a un Inter que se presentó a la cita con unos registros imponentes e impresionantes y en una competición superior. Con bajas de piezas básicas, los realistas no lograron imponer su fútbol y brillar como en anteriores encuentros por la única razón de que enfrente tenía al favorito para ganar el Scudetto y uno de los que cuentan con muchas opciones de volver a llegar lejos en la Champions, de la que continúa siendo el vigente subcampeón. Los blanquiazules firmaron una gran exhibición de resiliencia, sin conceder apenas ocasiones y mantuvieron su primera plaza cuando muchos no daban un duro por ella antes de jugar e incluso en el descanso. 

En una previa plena de conjeturas y de dudas, Imanol introdujo tres cambios respecto al equipo que goleó en Vila-real. Le Normand, que no viajó al estar sancionado, Aihen y Oyarzabal. La gran incógnita era conocer si Zubeldia finalmente iba a poder jugar después de reconocer Olabe e Imanol la víspera que estaba tieso y el hombre que no conoció lo que era la camilla en Zubieta volvió a demostrar que es un titán y que está hecho de otra pasta. Hasta que el cuerpo le aguantara, como le suele decir, a veces con algo de egoísmo quizá, su propio entrenador. La ausencia de Brais la solucionó con la opción de retrasar a Zakharyan y de mantener a Sadiq en punta. 4-3-3, por supuesto, y una apuesta firme, convencida e incondicional por un entrenador y su libro de estilo que va a marcar una época en el club. Y como siga jugando así de bien, también en la Liga y en Europa.

Además de contar con un equipazo y con una de las mejores plantillas de todo el continente, la mejor de Italia con una diferencia grande sobre el siguiente, el Inter sigue siendo un referente tácticamente. Su entrenador Inzaghi era delantero, pero eso no le exime para ser un estudioso y un perfecto analista de sus equipos rivales. Estaba claro que había tomado buena nota del potencial y de la forma de jugar tan singular de esta Real y le desnudó en la pizarra. Primero esperó su fuerte salida y aguantó su abrumador juego basado en la posesión, para cuando ya le había cansado de tanto cerrar todos los caminos hacia su portería a la italiana, en los minutos finales aprovechó su superioridad física para correr y hacerle mucho daño a la contra. Como han jugado casi toda su vida. Tampoco se iban a sonrojar por hacerlo con un equipo que, es la verdad, sigue siendo bastante desconocido en su país.

Una Real valiente La puesta en escena txuri-urdin fue fiel a su plan. Valientes y convencidos en lo que tenían que hacer para ponerse por delante. El problema es que se topó con una pared. En los primeros minutos, en los que fue muy superior, sólo logró generar algo de peligro con dos centros de Kubo que no encontraron rematador. El japonés se topó con uno de los carrileros más poderosos de la actualidad, como Dimarco, y le costó mucho profundizar y hallar espacios para correr. 

La verdad es que era curioso ver la salida de balón de los realistas, con Remiro reteniendo la pelota y haciendo paredes en su área con sus compañeros y el subcampeón de Europa parapetado en su campo, sin perder en ningún momento su corsé táctico. En la primera pérdida, de Sadiq, Zubeldia se llevó la amarilla. Para que se hagan una idea, los saques de esquina de la Real eran peligrosos, pero por los contragolpes que armaban los transalpinos, que salían como rayos y llegaban en superioridad a los dominios de Remiro. 

A falta de diez minutos para el entreacto, Mkhitaryan dio el primer susto en un cabezazo, a centro de Augusto, que se marchó fuera. Dos minutos después, Thuram se fue en velocidad, el rechace de su pase le llegó a Alexis, que ya dentro del área centró, pero despejó Zubeldia. Merino no encontró portería en un saque de esquina largo de Kubo y Dimarco puso a prueba a Remiro, que atajó seguro su centrochut cruzado. El descanso le vino bien a la Real para tomarse un respiro, porque la cosa estaba adquiriendo muy mala pinta.

En la reanudación, y fiel a su personalidad y al buen ojo de su entrenador, el equipo supo rehacerse y sofocar el incendio. Por si fuera poco, volvió a dar un paso adelante para intentar marcar volcando su juego en la banda derecha, en la que Kubo insistió como un martillo pilón. Su actuación acabó siendo portentosa no por su inspiración sino por su capacidad para no rendirse en ningún instante. El japonés sirvió dos buenos balones que Zakharyan y Oyarzabal, a quien le hicieron penalti, no lograron encontrar portería. La salida de Lautaro nos recordó que el peligro continuaba latente porque él solo dispuso de tres claras opciones. Kubo forzó un penalti, pero el VAR le señaló por tirarse. Los minutos pasaron y el frontón txuri-urdin lo repelió todo con un Remiro muy seguro. Lautaro casi nos destroza la noche en el 95’, con un chut muy difícil que rozó el larguero.  

Y se acabó. La Real es primera de grupo firmando una hazaña basada en la resistencia con y sin balón, que tuvo más mérito que sus sublimes recitales en sus anteriores salidas. Chapeau por un equipo con todas las letras que ya domina todos los escenarios y que está preparado para volver a tocar la gloria. Lo que ha logrado en esta fase de grupos se encuentra al alcance de muy pocos clubes en Europa. Se trata de la gran gesta de la presente Champions. Con sólo dos goles encajados y fútbol champagne. Cómo no te voy a querer, si cada día te quiero más...