Decía Helenio Herrera que con diez se juega mejor que con once. Bueno, en realidad fue una mala interpretación a una frase que pronunció tras un encuentro en el que logró un gran resultado después de quedarse con uno menos. Esta noche muchos nos acordamos de esa frase, pero la realidad es que ha resultado bastante complicado identificar con algo convincente a la versión txuri-urdin que hemos sufrido en Mestalla. El mejor resumen es que la peor Real de Imanol también es capaz de vencer en un campo tan exigente como el viejo Luis Casanova. No todos los años se gana en un escenario así.
Difícil recordar un encuentro en el que los blanquiazules hayan jugado de forma tan deficiente, sin ningún control ni brillo y que, para más inri, estuvieran cerca de quedarse sin triunfo a pesar de disputar toda la segunda mitad con uno más. Cuando eso sucede, en un conjunto que domina los encuentros a través de su posesión o que al menos lo intenta, y que siempre trata de hacer valer su superioridad numérica buscando al hombre libre desde las intervenciones de Remiro, la versión es irreconocible. No se puede justificar que, tras el descanso, un Valencia en inferioridad, no solo de jugadores, sino también de calidad en los mismos, pareciera en todo momento que fuese el que estaba en una posición favorable e incluso mereciera no solo empatar, sino hasta ganar. Lo único que se puede destacar en tono positivo para esta Real en una semana clave es que se llevó los tres puntos en su único remate a puerta. Con eso queda todo dicho.
Imanol lleva varias semanas jugando al escondite con peligro en las ruedas de prensa porque eso al final es engañarse a sí mismo. En las horas previas al duelo en Valencia volvió a incidir en que lo único que le importaba era esta salida y que no tenía en mente el derbi. Que el mejor paso para llevarse el duelo ante el eterno rival era sumar los tres puntos en Mestalla. Pero para eso había que apostar por un equipo reconocible y con individualidades superiores a las que contaba su anfitrión. Porque esta Real es de Champions.
Pues bien, el técnico introdujo siete cambios respecto al once que remontó al Getafe, además de mantener en la alineación a Urko y a Turrientes. Valiente sin duda, porque el alavés lo que necesitaba era volver a jugar cuanto antes después de lo que sucedió en su estreno como titular en Anoeta (ya salió de inicio en este escenario en 2021) y el beasaindarra cuantos más minutos tiene mejor demuestra su verdadero potencial. Esta vez sí contaban con el refuerzo de Merino, que no es poca cosa. Aritz entró directamente al once, en el que no aparecía desde el primer amistoso de pretemporada, junto a Pacheco, con Tierney, que estaba tocado, en la izquierda. Y en la delantera, Carlos, que no jugaba desde el descanso en Las Palmas, regresaba con Oyarzabal y Cho en las bandas. Es decir, para completar el resumen: ni Brais, ni Kubo, ni Barrenetxea, ni Zubimendi, ni Le Normand, ni Zubeldia. Sorprendente, sin duda… La estrategia parecía aguantar y volver a marcar la diferencia en la segunda parte. Pero es que esa fórmula tan vieja como el estadio ché, desgraciadamente, suele ser arriesgada y no siempre funciona. El banquillo antes de empezar sí que era de Champions… Daba miedo.
La primera parte resultó tediosa y con muy poco ritmo. Al contrario que en otros encuentros anteriores tanto fuera como en casa, la Real no fue capaz de hacerse con las riendas del partido para dominar territorialmente a su rival.Fue un choque de trenes de dos conjuntos que presionaban mucho y en posiciones muy adelantadas para impedir el origen del juego del adversario. Al final, el balance para lo que se vio no pudo ser más satisfactorio. Porque los realistas no estuvieron finos ni se impusieron en ningún momento. A Urko le volció a costar mucho entrar en juego y el único en la medular que se mostró activo y omnipresente fue un Turrientes que cada día que juega confirma las credenciales que le han llevado hasta el primer equipo.
El canterano le dio en ventaja una gran pared a Momo Cho, cuyo centro no encontró a un Carlos que debía estar donde la puso. Después de dos sustos de Javi Guerra, con un disparo que rozó la escuadra, y de Amallah, de cabeza, que detuvo Remiro, y tras muchos minutos sin que la Real asomara la cabeza en posiciones avanzadas para generar peligro, Tierney tiró de experiencia, inteligencia y calidad para buscar un desmarque magnífico de Carlos, quien sentó a Diakhaby y marcó con la derecha. Golazo. Cuando menos se esperaba. Como los que suelen anotar y los que se le exigen a un delantero centro. La tercera diana del andaluz con la txuri-urdin. Ya era hora. Y mérito de Imanol por entregarle las llaves de su ataque cuando apenas nadie le esperaba.
Merino desperdició una volea con la que debió encontrar portería, pero su parábola se marchó fuera antes de que Amallah se autoexpulsara con dos faltas merecedoras de cartulina. Traoré, tras otro error de Urko, estuvo a punto de equilibrar la balanza en efectivos por un codazo que en ningún caso mereció la expulsión como reclamaron con vehemencia los levantinos en una falta con la que Pepelu rozó la escuadra. Imposible sacar más rédito a una primera parte más que discreta de los realistas. 0-1, con uno más y con un superávit de calidad en el banquillo.
En la reanudación, a pesar de que fueron poco a poco entrando los supuestos buenos, la Real nunca se impuso y solo Odriozola fue capaz de crear algo de expectación con sus subidas aunque fallara en los centros. No es que los donostiarras jugaran mal, es que, además de eso, sacaron de quicio a sus aficionados perdiendo unos balones increíbles y forzando faltas evitables. Siempre parecían más los valencianistas. Es incomprensible que no se pueda destacar una sola oportunidad de un equipo que, cuando tuvo opciones de correr, siempre se frenaba. Tierney, tras una mala cesión y una posterior apurada salida de Remiro, salvó con la cara un empate que rozó Yaremchuk en un cabezazo a balón parado. Otro error garrafal del meta lo envió a la grada Javi Guerra. Y ahí se acabó la gasolina de los ché.
Victoria clave y a borrar todo lo sucedido anoche en Valencia como hacían los Men in Black en la famosa película y valorar el peso en oro de los tres puntos y de que varias piezas clave se presentarán el sábado descansadas. Si la Real, que ha ganado tres de sus últimos cuatro partidos, vence el derbi, adelanta de nuevo a su eterno rival.