Esto no ha hecho más que arrancar. Nos encontramos aún en plena pretemporada. Pero el verano txuri-urdin comienza a apuntar ciertas cosas: Take Kubo ha venido con ganas de marcha y está muy por la labor de ser futbolista. Corre, la pide, lo intenta y, sobre todo, trabaja. El sábado en Monchengladbach ofreció las primeras pistas. Ayer les dio continuidad en Zubieta contra Osasuna, en el tercer amistoso de la preparación. La Real ganó a los rojillos gracias a un solitario gol de Jorge Aguirre, delantero lesakarra que el pasado curso jugaba en el C hasta que salió cedido al Mirandés. Una vez más, sin embargo, las noticias residieron en los movimientos de Imanol desde el banquillo. Y también en cómo respondieron algunas piezas.

El oriotarra decidió apostar de inicio por el 4-3-3 que introdujo en Anoeta frente al Toulouse, y lo hizo con novedades. Turrientes fue esta vez interior con Illarra de pivote, y no a la inversa. Momo Cho en la izquierda y Kubo en la derecha, mientras, se repartieron los extremos. Y en la posición de interior diestro comenzó el potrillo Ander Martín. El duelo arrancó soso, sin que la Real encontrara vías para responder a la presión alta de Osasuna, y con los navarros disfrutando de posesiones más largas que las blanquiazules. Después, transcurridos solo diez minutos de encuentro, Imanol apretó el botón para modificar la receta: Cho a la derecha, Martín a la izquierda y Kubo por dentro. Mejoró la cosa.

Kubo se queja de una jugada del amistoso disputado en Zubieta. Gorka Estrada

a más Así sucedió, principalmente, gracias a la movilidad del japonés y a la habilidad que mostró para convertirse en hombre libre, burlando la presión a pares del rival. Según el dispositivo diseñado por Jagoba Arrasate, David García, central, debía ganar altura para emparejarse con Kubo. Este, sin embargo, supo retrasarse unos metros, moverse al carril izquierdo o escorarse hasta la cal en el ala derecha para recibir e iniciar la transición de turno. La permuta de pizarra de Imanol equilibró la contienda, hizo bien a la Real y sin embargo no terminó de traducirse en nada concreto por una generalizada falta de finura en los metros finales.

La grada de Zubieta, prácticamente llena, en el amistoso de esta tarde entre la Real Sociedad y Osasuna Gorka Estrada

A este respecto, si cuando Kubo recibe se huele el posible peligro, algo más puede demandársele a Momo Cho, obtuso en la mayoría de sus intentos. Tras el descanso, la Real volcó sus inicios en la banda izquierda para aclarar el panorama al galo y buscarle con diagonales largas, pero así tampoco terminó de carburar. Sus mejores minutos hasta la fecha son los de Monchengladbach, en la doble punta de un rombo que Imanol recuperó ayer para la media hora final, a raíz de la sustitución multitudinaria. Encandiló Zubimendi desde ese doble rol pivote-central que tan bien sabe jugar. Gustaron un par de pases tensos e intencionados de Brais, mediapunta esta vez. Apuntaron las arrancadas de Sola. Y terminó la tarde con sonrisas en la boca gracias al postrero gol de Jorge Aguirre, en cuyo origen estuvieron el propio Brais y el asistente Robert Navarro. Un buen Osasuna mereció más. Las tuvo claras. Pero a estas alturas del año poco importa el marcador.