engo de una semana complicada por un error que cometí y he intentado solventarlo hoy. Estoy orgulloso”. Son las palabras de David Soria, portero del Getafe, que parece haber encontrado en la Real Sociedad a su equipo redentor. Lo consiguió en la primera vuelta, en el partido jugado en el Coliseum y lo volvió a hacer ayer en Anoeta con tres paradas, alguna de ellas inverosímiles, como ese balón que le sacó a Le Normand al poco de iniciarse la segunda mitad. El meta madrileño se convirtió en un muro infranqueable ante el que nada pudo hacer una Real que tampoco es que disfrutara de muchas ocasiones de gol. Todo lo contrario. Pero en las pocas que tuvo se encontró con el cancerbero y, cuando éste no llegó, ahí apareció el larguero para evitar el que hubiera sido uno de los golazos de la jornada. El disparo de Isak con la zurda desde la frontal fue a estrellarse contra el travesaño de la meta defendida por Soria. Ahí se esfumaron todas las posibilidades de que los tres puntos se quedaran en Donostia.

Llegaba el Getafe a Anoeta después de haber conseguido una importante victoria frente al Granada, pero con David Soria un tanto en entredicho por el error grosero cometido en ese partido al intentar sacar el balón jugado desde atrás. Luis Suárez acudió a la presión y el balón acabó dentro de la portería del equipo azulón ante la desesperación del portero. Tres días después se ha desquitado de la mejor manera posible, siendo uno de los culpables de que la Real no sumara los tres puntos en juego. A la media hora ya tuvo que estirar sus casi dos metros de envergadura para enviar a córner el balón disparado por Mikel Oyarzabal. Era el primer intento serio del equipo blanquiazul. No hubo que esperar mucho tiempo para ver de nuevo en acción al guardameta del Getafe. En esta ocasión para desviar un disparo, a la salida de un córner, de Igor Zubeldia. Soria reaccionó de la mejor manera. Su rechace cayó en los pies de Sorloth que, demasiado escorado, mandó el balón a las nubes.

Pero la acción más determinante de David Soria llegó al poco de iniciarse la segunda mitad. Era el minuto 48 y ese tanto, de haberse materializado, muy seguramente hubiera cambiado el devenir de la contienda. Sin embargo, ahí emergió la figura del meta madrileño para evitarlo. Le Normand, cual delantero de primer nivel, se revolvió dentro del área pequeña de la mejor manera posible para disparar casi a bocajarro. Los aficionados, incluso el protagonista de la acción, se disponían a cantar el gol, pero nadie contaba con la reacción de David Soria, que, con unos reflejos a prueba de bombas, consiguió desviar el balón con los dedos de su mano. El esférico, finalmente, se estrelló en el larguero para desolación del defensor bretón, que no se creía la oportunidad desperdiciada.

Y cuando con sus manos ya no pudo llegar al último balón propulsado por Isak, Soria tuvo un aliado de excepción como lo fue el larguero. La Real no encontró el camino para perforar la portería de un portero que volvió a hacerse grande. Si de por sí ya lo es, como así lo acreditan sus 192 centímetros de longitud, siempre que se enfrenta a la Real, parece convertirse más grande aún. Lo hizo en el encuentro de la primera vuelta en el campo del Getafe. Él se bastó para impedir la victoria del equipo blanquiazul con sus paradas. Aritz, Portu y, finalmente Isak lo comprobaron en sus carnes el pasado 3 de octubre. Solo Mikel Oyarzabal pudo batirle, un tanto que sirvió para que la Real no se viniera de vacío. Ayer ninguno de los realistas pudieron hacerlo. Alguno de ellos estuvo cerca, pero no lo suficiente. La Real se tuvo que conformar con un punto que, eso sí, sirve para que siga imbatida en este mes de enero en el que no conoce la derrota.