"Igual no he sido la única mala"

"No fue sencillo", reconoce la entrenadora catalana. No lo fue "ni el verano ni el final de la temporada", pero también se lo tomó "con tranquilidad". Los movimientos que se produjeron no le pillaron de sorpresa porque "muchas cosas se fueron escribiendo a lo largo del año". Para Natalia, "que no todas jugaran los 34 partidos seguidos te pone en una posición de querer buscar ese rol protagonista en otros lados". Y eso es lo que pasó. "La que juega siempre está más contenta con el entrenador y la que no juega tan a menudo o deja de jugar contigo, puede estar más distanciada", sostiene una Natalia para quien lo sucedido "tiene que ver con objetivos individuales de la jugadoras". La Real "quería seguir creciendo con gente que estuviera ilusionada por estar aquí, que tuviera ganas de aprender, de mejorar y de exigirse cada día". Fue un periodo que vivió de una manera "inquieta", pero, pasada la tormenta, asegura tener "la conciencia tranquila". Entiende que "cada cual está en el lugar que quería estar y con la gente que quería estar. Las jugadoras están rindiendo bien en otros lugares, estimuladas y la Real sigue funcionando bien".

Reconoce que tuvo que meterse en un búnker para que no le afectase "el ruido de fuera". Para Natalia Arroyo, en todo lo que ha pasado "hay muchas verdades y variadas". Ni la suya, ni la del club, ni la de las jugadoras que se han ido son "la única verdad real". Pese a sus intentos, ese ruido sí le afectó porque "se personalizó". Entiende que le tocó jugar un papel y lo asume como tal. "Había jugadoras que venían de jugar mucho y conmigo no lo hacían tanto y asumo que eso a las jugadoras no les iba a gustar y a los fans de esas jugadoras tampoco", pero se defiende: "Siempre hemos intentado hacer lo mejor para el bien del equipo y para el interés del proyecto que tiene el club". En este sentido, "igual no he sido la única mala". Reconoce, eso sí, que su primera temporada al frente del equipo "no fue la más cómoda" con el grupo de jugadoras. A su favor, "que el equipo ganaba y ahí había menos fuerza para hacer cosas. El rendimiento del equipo convencía a muchas de las jugadoras".

Y en medio de ese maremágnum llegó el posible interés del Barcelona y la no confirmación por parte del club de la continuidad de Natalia Arroyo. "No se hizo oficial porque se daba por hecho que iba a seguir", quiere dejar claro una entrenadora que no se planteó salir "nunca" porque "en mi convicción no venía para un año". Además, "no he hecho todo lo que quiero hacer en la Real". Está "cómoda" de cara a una futura renovación. "Será fácil entendernos", anuncia la catalana.

"Tenemos talento y buenas jugadoras"

Después de todo lo vivido, el buen arranque de temporada ha servido para, de alguna manera, reivindicarse, aunque no para callar bocas: "No era mi motivación". No ha tenido dudas sobre el rendimiento que podía ofrecer el equipo pese a las bajas: "Estábamos convencidas del equipo que habíamos firmado y del trabajo que se estaba haciendo". Ese arranque "nos ha calmado" a todos. Natalia estaba "convencida" de lo que estaba firmando el club durante el verano, más que nada, porque a la hora de configurar la plantilla, las nuevas jugadoras "ya nos habían hecho saber que querían formar parte de esto, porque habían oído cosas buenas". No habla de sorpresa en este arranque porque "tenemos talento y las jugadoras que tenemos son buenas y tienen ganas de mejorar".

De cara al futuro, "el trabajo continúa" y el objetivo no es otro que "seguir siendo el equipo que controle y que tenga el mejor talento de aquí para que nuestro equipo de Primera sea de aquí lo máximo posible, pero eso solo se puede conseguir cuando tienes de dónde elegir".