Seis meses y trece días después de la final de La Cartuja, jugadores, técnicos y aficionados de la Real Sociedad han podido llevar a cabo conjuntamente una celebración de la conquista de la Copa del Rey. El partido de este sábado ante el Mallorca ha supuesto la primera cita en Anoeta sin restricciones de aforo, desde la histórica cita de Sevilla y el club ha querido aprovechar tal circunstancia para organizar un acto previo al duelo con los baleares.

Un mosaico txuri-urdin, con el himno realista cantado a capela por todo el estadio, ha recibido a ambos equipos, con el once del Mallorca quedando enseguida en un segundo plano. Oyarzabal e Illarramendi, trofeo en mano, han ofrecido la Copa a la afición desde el círculo central. Y el título ha quedado expuesto por espacio de unos segundos en el mismo centro del terreno de juego, flanqueado por todos los protagonistas del éxito y antes de la multitudinaria foto de familia.

Los 90 minutos posteriores han tenido mucho más de sufrimiento que de disfrute, sobre todo a raíz de la expulsión de Aihen. Pero el gol de Lobete sobre la bocina ha supuesto la antesala perfecta para la fiesta final, una vuelta de honor programada de antemano pero que ha ganado en lucidez gracias al triunfo. Los futbolistas, con Moyá y Zurutuza entre ellos, han ofrecido el trofeo grada a grada, hasta que ha llegado la guinda con la intervención de Imanol en la zona de banquillos. El técnico ha levantado la Copa para posteriormente ser manteado por su plantilla.