engo un amigo periodista de los buenos en Madrid que un día se enteró de que Florentino estaba reunido con Valdano en el hotel Eurobuilding del Paseo de la Habana, al que han acudido en muchas ocasiones tanto la Real como Aperribay. Como es lógico, llamó a su fotógrafo y cazaron el momento en una época de crisis blanca. Cuando estaba encantado con su exclusiva, lo normal porque aún estaba empezando, el dirigente blanco salió con uno de sus guardaespaldas, les insultaron, les zarandearon, les quitaron la tarjeta de la cámara, se la tiraron al suelo y les amenazaron con que si publicaban algo irían a por ellos. Después, cuando llegaron a la redacción, aún nervioso por el abuso que habían sufrido, Florentino se puso los guantes blancos para llamar a sus superiores, disculparse cínicamente y asegurarse, cómo no, de que no iban a publicar nada. Como así fue. No mucho más tarde, mi amigo, que insisto es de nivel top, como lo acreditan los puestos de trabajo que ha tenido posteriormente, se enteró de cómo había sido la reunión secreta entre Florentino y Zidane, que todavía era jugador de la Juventus. Lo contó en su trabajo con todo tipo de detalles, el castillo en el que se juntaron, cómo llegaron, quiénes estaban€ Pero sus jefes decidieron de nuevo que no podían soltarlo sin contar con el beneplácito del ser superior, como le bautizó su delfín Butragueño, y cuando se lo preguntaron, a pesar de reconocerlo todo, les prohibió publicarlo. Como es lógico, mi amigo, un tipo que se viste por los pies, decidió en ese momento poner el punto final a su andadura en aquel medio de comunicación.

Poco después, Florentino señaló y forzó sin escrúpulos el despido de varios periodistas, algunos de ellos muy admirados por mí y hasta paisanos, por el único hecho de ser críticos con su gestión. Ya lo saben, a este tipo de gente no le gusta que se le discuta nada. Llega a tener Aperribay la piel tan sensible y esos aires de gánster y cualquier día de estos me encuentro una cabeza de caballo en mi cama. Hasta aquí lo que tengo que comentar de la Superliga europea y de sus abusones y egoístas gestores. Solo con estos ejemplos me sirve para entender dónde se pueden meter su proyecto y sus ansias de poder y de comerse todo el pastel. No se crean, en una versión menor y no precisamente por su insaciable sed de poder, en Gipuzkoa también contamos con varios exponentes de este tipo que se lo quieren comer todo. En resumen, tan ricos que solo tienen dinero.

Contaba el representante ya retirado José María Minguella que casi le da un mal cuando el PSG se llevó a Neymar y, a través de su hijo, se dieron cuenta de que podían fichar a Mbappé: "El Barça no se acabó de decidir. Los dirigentes se pusieron en contacto con los técnicos y eso siempre resulta nefasto, porque ellos, los entrenadores, no tienen ni los medios ni los conocimientos de mercado suficientes. El caso es que se decantaron por Dembélé, del que dijeron que se adaptaba mejor a las necesidades tácticas y al esquema del Barça. Craso error". Operación por la que se gastaron 140 millones, "algo verdaderamente denunciable" para Minguella, que tampoco entendió el dispendio por Coutinho. "Una mala inversión en lo futbolístico y en lo económico. El tiempo me ha dado la razón, con ellos se ha ganado lo mismo que sin ellos, la Liga" y ahora la Copa. "Y encima las arcas tienen 300 millones de euros menos. No son jugadores que te van a dar títulos. Sin embargo, Mbappé sí".

Otro ejemplo, Merino. El navarro costó doce millones y, como siempre sucede, hubo muchos que se echaron las manos a la cabeza. Cualquiera que le hubiese visto subir casi él solito a Osasuna y, aunque no triunfara en Dortmund y Newcastle, las extraordinarias condiciones que tenía no hubiese tardado en imaginar que nos encontrábamos ante una operación estratégica sideral a escala Real. Lo dice Imanol, que entendió desde su debut en el primer equipo que era a quien había que entregarle las llaves que abren todas las puertas del equipo, "Mikel es especial". Incluso lo reconocía en privado antes de la final: "Este juega hasta en silla de ruedas".

La verdad es que no resulta sencilla la posición actual de la Real con respecto a la lesión del futbolista. Por un lado, el Virus FIFA es una de las grandes desgracias y amenazas para los clubes, ya que parece mentira que se valore tan poco que son precisamente ellos los que les pagan fichas millonarias y los que les ponen en el escaparate para que puedan ser convocados, exponiéndose a lesiones o a que aparezcan peces más grandes para tirarles la caña. Pero en este caso, la Real está obligada a andar con pies de plomo. Primero, porque el jugador accedió a una renovación cuando ya sonaban a su alrededor muchos cantos de sirena y, segundo, porque Merino arriesgó su propia salud por la txuri-urdin para devolver un título de la Real 34 años después. Por este motivo hay que entender y aceptar que el futbolista quiera acelerar en su recuperación para optar a su comprensible interés personal de acudir a la Eurocopa o los Juegos. Entiendo que en este tipo de cuestiones, cada palo aguanta su vela y cada uno debe velar por sus intereses. Pero el maradoniano pase de Merino que provocó el penalti que nos dio una Copa y nos hizo tan felices merece que, al menos, apure sus opciones, por supuesto que sin cometer ninguna irresponsabilidad y asumiendo que si no puede, se resigne a aceptarlo, lo asuma, y se ponga en manos del cuerpo médico txuri-urdin para llegar en plenitud de condiciones para la próxima campaña. Quiero destacarlo. Lo que hizo Merino por todos nosotros, jugar una final con una vértebra rota, me parece una apasionada declaración de amor a unos colores y me reconcilia con el fútbol en estado puro. Y no ese que nos quieren vender desde despachos con olor a brandy y puros e infestado de avariciosos aprendices de gánsteres. ¡A por ellos!