"Están como motos". Esa era la frase más repetida salida de Zubieta para explicar el estado de forma de los realistas para la reanudación de la Liga. La moto estaba gripada. Desde la incomparecencia en el derbi de San Mamés en la jornada 3 no se recuerda a una peor Real que la que empató ante Osasuna en casa y perdió ayer, con absoluta justicia, frente a un Alavés menor. No se puede entender un apagón de semejantes proporciones. ¿Dónde está el equipo al que la pandemia cortó cuando estaba encandilando a toda la Liga? No queda ni rastro. Su actuación de ayer fue simplemente vergonzosa. Sin inspiración, ni recursos, ni amor propio ni autoestima. ¿De verdad que pensaba alcanzar la Champions jugando así? ¿Esta era la situación ventajosa que iba a vivir en este tramo final del campeonato? La única realidad es que como siga así va a tener problemas para asegurar el billete para la Europa League.

A una primera parte deplorable le siguió una segunda aún peor en la que el Alavés remató todos los balones que centró al área y hasta pudo anotar más goles frente a una Real muerta. Sumida en una profunda e inexplicable depresión. Con los brazos caídos. Solo con Oyarzabal corriendo como si no hubiese mañana y Januzaj, a su manera, buscando una reacción que no llegó en ningún momento. El resto deambulando a lo zombie, como si tuviera los deberes hechos por lo realizado antes del maldito parón y no se estuviera jugando las habichuelas para la próxima temporada. Roberto Olabe lo dejó clarísimo, esta campaña importará más que nunca el puesto en el que acaben para la planificación. A ver si se van a llevar una sorpresa desagradable en forma de recorte por no haber estado a la altura en el momento cumbre de la temporada. Que es ahora, lo sucedido anteriormente no existe más que para sumar los puntos que se logren en el sprint final (que no es poco, obvio). Pero es en estos momentos de máxima presión y tensión, cuando se mide a los futbolistas de verdad. Que igual nos hemos creído todos mucho más guapos de lo que dice el espejo.

Comentado esto, es decir, que una Real vulgar como hacía tiempo que no se veía mereció caer sin ninguna discusión y sin poder poner excusas, el arbitraje de Jaime Latre fue bochornoso. Y en este caso, es reincidente con los blanquiazules. Este es el colegiado que tiene el dudoso honor de ser la única persona del mundo, porque la Liga se ve en todo el planeta, que no vio por televisión el escandaloso penalti que le hicieron a Januzaj en Leganés. No se puede entender su ensañamiento con los realistas. Castigó con tres tarjetas casi las primeras faltas de Llorente, Aritz y Zaldua. No hay ninguna instantánea que certifique que el primer gol es legal, porque al menos en la imagen del VAR que mostraron argumentan que es un pie de Zurutuza que no se ve en la misma la que valida la posición de Magallán. Las flechas como si las hubiese trazado un niño de Primaria. En cuanto hay duda, la Real puede echarse a temblar, porque sale perdiendo siempre. La segunda amarilla a Zaldua fue una auténtica exageración y Laguardia salvó con la mano despegada al cuerpo un cabezazo de Llorente que iba a portería en el 88'. Latre no la vio y el del VAR, Medié Jiménez al parecer estaba justo con el postre de la cena o preparándose para ver a gusto el Madrid-Valencia, porque no avisó a nadie. Sí, si los realistas juegan fatal y no merecen nada, serán malos. Pero tontos no pueden ser y menos aún permitir que les tomen el pelo. Si les ganan porque se muestran inferiores, que lo hagan en buena lid, por méritos propios y sin ayudas. Que no está el tema en este final para que te roben a la cara.

Se esperaban cambios, pero la verdad es que Imanol sorprendió bastante con sus decisiones. Sobre todo con la entrada de Zurutuza, y no porque no sea el sustituto natural en la plantilla. El de Rochefort llevaba sin jugar desde el pasado 29 de septiembre, cuando la Real desperdició la oportunidad de ser líder en solitario muchos años después al perder en Sevilla por 3-2. "El partido me pasó por encima", llegó a decir en la Ser esa semana. Para ser justos, lo que le atropelló fue el poderío físico del conjunto de Lopetegui, uno de los equipos más potentes de la Liga, por lo que la decisión de Imanol no pareció la más acertada. Desde ese día, jornada 7, ya había disputado el total de los 61 minutos que ha completado hasta la fecha. Una incómoda y dolorosa lesión en el talón le mantuvo en el dique seco. El técnico oriotarra fue consecuente con la lanza que rompió en su favor en la previa y le dio la oportunidad cuando muchos ya vaticinaban que quizá no fuese a tener muchos minutos para despedirse de corto en este eléctrico epílogo de la campaña. En el resto, quizá se esperaba que el central que descansara fuese Aritz en lugar de Le Normand. Más lógicas fueron las entradas de Aihen, porque Monreal acabó justito ante Osasuna, y de Januzaj por Portu. Willian José mantuvo su plaza como ariete, por lo que el Madrid ya sabe que se va a volver a encontrar de frente a Isak en Anoeta.

La primera parte fue una continuación de lo vivido en el duelo del pasado domingo. Un Alavés con presión adelantada y que se replegaba y juntaba en cuando superaban su primera línea o se acerca al centro del campo maniató y controló con suficiencia a una Real igual de previsible y monótona. El equipo realista está viviendo un regreso al pasado. Concretamente al primer tercio de la competición, cuando en muchos encuentros le habían cogido la matrícula y no parecía excesivamente complicado desactivarla. El problema es que una de las soluciones que había inventado Imanol era buscar a Merino en segunda línea, como bien lo acreditó en su excelsa actuación en el Bernabéu. Y claro, ayer no estaba.

Discutible si el pamplonés es el mejor jugador de la plantilla, pero lo que a pocos se les escapa es que quizá estaba siendo el futbolista llave, el más importante, por su trabajo en la creación y en la contención, además de su llegada y su trabajo. Un box to box, pero este de verdad. No como otros de palo que nos vendieron antes.

Las cosas por su nombre. La actuación de la Real antes del descanso ante un rival a priori de bastante inferior calidad fue lamentable. Un equipo tedioso, lento, previsible, incómodo (lo dicen una vez más en la retransmisión y alguno de ellos se convierte en estatua) y sin ideas. El confinamiento ha convertido al equipo más atractivo de la Liga en una réplica del de la peor época de Eusebio. Cuando se empeñaron en que el estilo era innegociable.

A todo esto hay que añadirle un problema nuevo. Sus jugadores parecen haber perdido la gracia y la magia, están bloqueados. Ni muerden, ni se muestran agresivos, ni son capaces de rebelarse cuando el buen planteamiento del adversario les anula. Eso sí, ¡a ver si ahora nos vamos a creer que todos los entrenadores de los rivales han inventado el fútbol!

El dato que certifica la pobre actuación antes del descanso es que la Real no chutó a puerta. Solo dispuso de una ocasión en la que Oyarzabal no logró concretar su cabezazo en un centro fantástico de Januzaj. Mientras, con muy poco, un limitado Alavés, que no quiere la posesión para nada y que cuenta con un extraordinario cabeceador y prolongador como Joselu, estuvo cerca del gol en varias ocasiones. Borja Sainz no pudo culminar un pase de la muerte de Duarte; Lucas, tras un gran control, disparó a las manos de Remiro; un cabezazo de Duarte también lo atajó el meta navarro; una falta de Lucas se fue por poco alto; y Sainz, siempre él, de nuevo se quedó cerca de remachar un cabezazo de Joselu.

Lo más terrorífico es que lo peor estaba por llegar. Después de un susto de Joselu y una volea increíble de Oyarzabal, que se fue al lateral de la red, llegó el polémico gol de Sainz en una acción en la que Zurutuza se quedó descolgado y permitió que Magallán se erigiera en asistente. Imanol buscó una reacción con cuatro cambios, pero el Alavés ya estaba muy crecido mientras los suyos seguían perdidos, sin reconocerse ni a ellos mismos. A la contra pudieron sentenciar los locales en un disparo al palo de Lucas, con otros dos remates sin ninguna oposición de la endeble retaguardia realista. Solo un cabezazo de Le Normand, un penalti tras un testarazo de Llorente (no protestó nadie) y un lejano disparo de Zubeldia generaron algo de inquietud a los locales. La expulsión de Zaldua no ayudó y en el último minuto Martín materializó el segundo. Y se acabó.

Ya puede espabilar la Real. "Nos ha sentado fatal el confinamiento", reconoció Imanol. "Pero estamos entrenando muy bien". El tema parece aún más grave que eso. Da miedo. Es como si hubiese perdido todo ese halo de inspiración y brillo que le convertía en especial. Ahora parece un equipo más. Del montón. Vulgar, como el nivel medio de esta Liga. Mucho van a tener que cambiar las cosas para volver a soñar. Demasiado. Regreso al punto de partida de la campaña: objetivo asegurar cuanto antes plaza de Europa League...

La Real volvió a completar un partido indigno del nivel que mostró antes del confinamiento y cayó ante un Alavés sin ningún alarde

Jaime Latre se ensañó con la Real al dar el primer gol sin que se confirme si fue legal, expulsar sin motivo a Zaldua y no revisar un claro penalti