rmindo Tué Na Banga, Bruma de nombre artístico, creció en las categorías inferiores del Sporting de Lisboa. Se trataba de una buena carta de presentación cuando llegó a la Real, club en el que Carlos Xavier y Oceano dejaron un excepcional recuerdo. Sin embargo, la experiencia del jugador de Guinea-Bisáu (con pasaporte portugués) en Donostia no resultó tan positiva. Durante la primera mitad de la campaña se vio arrastrado por el pobre nivel del equipo en lo colectivo. Y en la segunda parte de aquel curso 2015-16, ya tras el cese de Moyes y el aterrizaje de Eusebio, vio cómo la irrupción de Oyarzabal le restaba mucho protagonismo.

Bruma se incorporó a la Real cedido por el Galatasaray, equipo en el que había recalado con solo 18 años. No alcanzó a explotar en sus dos temporadas iniciales en Turquía, por lo que el club de Estambul le cedió a la Liga. Chory Castro e incluso un Sergio Canales que partía a menudo desde la posición de extremo fueron su competencia inicialmente. Pero a lo largo de la campaña se produjeron muchos cambios. Para comenzar, el mencionado relevo en el banquillo. Después, las lesiones de Agirretxe y del propio Canales en el Santiago Bernabéu, en diciembre. Y finalmente la salida de Chory en enero rumbo a Málaga. El panorama resultante de todo ello implicó un tramo final de curso con el potrillo Oyarzabal asentado en el once, y con un Bruma relegado a un papel secundario.

Vistas las prestaciones alcanzadas por el eibartarra, resulta lógico que todo se diera como se dio. Pero siempre quedará la duda de saber qué habría sucedido con Bruma en la Real de haber tenido este más continuidad. Y es que su explosión futbolística estaba cercana, como él mismo se encargó de demostrar en las temporadas posteriores. En la 2016-17, de regreso en el Galatasaray, fue titular indiscutible, marcó nueve goles (en la Real anotó tres) e hizo méritos para que, durante el verano posterior, el Leipzig alemán pagara por su traspaso once millones de euros. No desentonó Bruma a lo largo de sus dos años en el pujante club germano. Participó y vio puerta con asiduidad. Y en el pasado mercado estival le fichó el PSV holandés abonando diez millones. Las cosas en Eindhoven, aún manteniendo un aceptable nivel en lo personal (cinco dianas), no le iban tan bien como en Alemania, antes del parón.

Explotó en la liga turca tras dejar la Real, y solo un año después de su marcha el Leipzig alemán pagó once millones por su traspaso