ue una reconversión gradual. Pasaron años hasta que el cartel de lateral derecho se instaló definitivamente sobre Dani Estrada, interior o extremo durante sus inicios en el primer equipo. Pero el caso del zarauztarra puede servir para ilustrar la exigencia del fútbol de primer nivel. Actuando de la divisoria hacia adelante y pisando área rival, Estrada estaba marcando la diferencia en Segunda B con el Sanse, durante la temporada 2006-07. Llegó a finales de marzo con un sobresaliente bagaje de trece goles (ninguno de penalti) y minutos aislados en dos partidos con la primera plantilla que le sirvieron para debutar. Lotina le reclutó luego de forma definitiva para las jornadas finales, sin que pudiera evitar el descenso.

Arrancó en el verano posterior una etapa de ocho temporadas ininterrumpidas de Estrada en el primer equipo. Y en ellas, a diferencia de lo mostrado en el Sanse, solo pudo anotar tres goles. En 2015 cambió de aires y fue contratado por el Alavés de José Bordalás, viendo puerta en la octava jornada contra Osasuna, en un derbi celebrado en Segunda División. En Vitoria celebró un ascenso que sin embargo no le supuso regresar a Primera, pues salió del club una vez concluida la campaña. Ahora milita en el Real Unión, siendo uno de los habituales en las alineaciones txuri-beltz.

Antes, con la camiseta de la Real había vivido episodios para el recuerdo como el propio ascenso txuri-urdin o el billete para la Champions. Estrada no era habitual en el equipo de Montanier que conquistó la cuarta plaza, con Carlos Martínez a un nivel estratosférico en su demarcación. Pero se dio la circunstancia de que el navarro se lesionó antes del decisivo partido de Anoeta contra el Lyon. Estrada también sufría problemas físicos, pero arriesgó para disputar el encuentro y la jugada le salió tan bien como mal.

Completó una gran actuación que contribuyó a acceder a la fase de grupos de la Liga de Campeones. Pero las mencionadas molestias empezaron a agravarse y terminaron convirtiéndose un mes después en una latosa lesión. En septiembre de 2013 jugó por última vez en Anoeta, a cuyo césped regresó hace solo semanas con motivo del homenaje brindado por el club a Markel Bergara. De su quinta ya solo quedan en el plantel Illarramendi y David Zurutuza.

Dejó la Real en 2015 y fichó por el Alavés de José Bordalás, añadiendo a su currículum un segundo ascenso a Primera División