aixo afición txuri-urdin! Me da pena empezar escribiendo esta carta en semejantes términos. Pero debo ser honesto y reconocerlo sin tapujos: si comparamos mi rendimiento en la Real y las expectativas generadas por mi contratación, quizás estemos hablando de uno de los fichajes más decepcionantes del club. Las lesiones no me ayudaron, cierto. Pero coincidisteis de inicio a la hora de señalar que la cosa tenía muy buena pinta. Yo también estaba ilusionado. Y, sin embargo, nos quedamos todos con las ganas de conocer en Donostia mi mejor versión como futbolista.

Empecé a despuntar en mi país, en un club que cocinaba a fuego lento una larga etapa de supremacía. Llegué a disfrutar de sus inicios. Y estuve cerca de enfrentarme a vosotros en una bonita eliminatoria europea. Pero dejé mi equipo de origen durante el verano anterior, para recalar en uno de los grandes de Europa. Desafortunadamente, el cambio de aires no me sentó del todo bien. Y la Real lo aprovechó para lanzarse a por lo que parecía una buena oportunidad de mercado. Estaba a punto de cumplir 25 años. Había destacado en las filas de una escuadra ya importante. Y mi fracaso inmediatamente anterior podía deberse a las peculiares características que entonces definían al campeonato en cuestión. Si a todo ello le unimos el cartel de mi entidad de procedencia, las perspectivas de cara a mi estancia en la Real invitaban necesariamente al optimismo.

No pudo ser. Como os comentaba antes, lo mío con las lesiones no resultó nada sencillo. Y, cuando pisé el césped como txuri-urdin, tampoco acredité el nivel que se me suponía. Probablemente una cosa llevara a la otra. Dejé el club dos temporadas después de mi llegada, con un bagaje de únicamente 20 encuentros. Solo tres de ellos corresponden a mi segunda y última campaña como realista, en la que el entrenador hizo conmigo una cosa muy rara. Me estrené en la 19ª jornada. Lo dicho, las lesiones. Y no volví a participar hasta la 37ª, en la que nos jugábamos la vida en Anoeta. Aquel día a muchos casi se os sale el corazón por la boca. Pero, resultado aquí y carambola allá, pudimos respirar tranquilos y jugar sin presión el último encuentro del campeonato. Lo agradeció un técnico a quien conocisteis poco después.