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la carta del día

Nor naiz ? ?

Nor naiz ? ?

aixo afición txuri-urdin! Vaya papelón el mío, sentado aquí ante un folio blanco y sin saber muy bien qué contaros. Si se trata de repasar mi trayectoria como realista, pocas experiencias puedo relatar. Y, sin embargo, cualquier detalle que desvele sobre mi etapa en Donostia puede convertir este acertijo en algo demasiado sencillo. Porque sí, es cierto que apenas me visteis actuar sobre el césped. Pero, pese a ello, lo mío entre vosotros resultó tan peculiar, por negativo, que dejar entrever aquí cualquier estadística supondría una pista casi definitiva.

¿Sabéis lo que pasa? Que los números de mi trayectoria en otros equipos dicen sobre el papel que, hablando en términos coloquiales, no soy tan malo como podéis pensar. Fijaos en este dato. He defendido la camiseta de dos clubes que continúan vivos en la presente edición de la Liga de Campeones. Y, sumando mis actuaciones con ambos equipos, supero el centenar de partidos. Eso sí, estoy hablando del pasado. Porque tengo ya mis años y ahora milito en una escuadra mucho más modesta, de categoría más baja. Nuestro campeonato está parado, como casi todos. Así que aquí sigo, entrenándome en casa tras un mes de confinamiento en el país. Me queda la tranquilidad de que resido muy lejos del foco del virus. Pero, yendo al apartado sentimental, toda esta crisis me está tocando muy de cerca: llevo en el corazón a una de las ciudades afectadas en mayor medida por el maldito bicho.

Supongo que, al margen de todo lo escrito, querréis leer también alguna batallita en clave blanquiazul. Ya os he dicho que es delicado al asunto, que corro el riesgo de resultar demasiado obvio. Pero bueno, allá voy. Recordaré aquí, por ejemplo, mi gran alegría como futbolista de la Real. Tampoco os penséis que aquello resultó una hazaña, ¿eh? Fue una victoria normal y corriente, que habla de lo bajo que está el listón y que conseguimos a domicilio gracias a un gol sobre la bocina. Cuando celebrábamos el tanto, eufóricos, nadie podía imaginar que la de aquella tarde de noviembre era la última vez. La última vez que yo jugaba con la Real. La última vez que mi compañero marcaba de txuri-urdin. El fútbol siempre conservará su capacidad para sorprendernos.