aixo afición txuri-urdin! Desde hace tiempo, mi tierra supone un muy recomendable destino vacacional. Así que no es descabellado pensar que muchos de vosotros habéis visitado la localidad que me vio nacer. Sin embargo, no creo que me recordéis por mis orígenes. Tampoco por mi buen rendimiento. Ni siquiera lo haréis por el tiempo que pasé en la Real, tan solo media temporada. Hoy es el día, eso sí, en el que escucháis aún mi nombre y os viene a la cabeza una de esas frases lapidarias que le acompañan a uno hasta el fin de sus días. La pronunció un directivo durante mi presentación en Anoeta. Se equivocó. Pero, en cierto modo, a él se lo perdonáis todo. Lo entiendo. Se ganó hace décadas un crédito ilimitado.

El verano en el que aterricé en Donostia fue un verano de cambios, una especie de borrón y cuenta nueva, porque la temporada anterior había implicado muchas idas y venidas y mucho sufrimiento. Una vez saldada con final feliz, llegó el momento de iniciar un nuevo proyecto, con el mandamás deportivo del club asumiendo plenos poderes. Creyó este que mi incorporación podía resultar interesante. Y la Real me contrató para cubrir el hueco que se había generado en mi demarcación. El futbolista que la había ocupado durante el curso anterior os escribió otra carta hace unos días. Y su suplente también dejó el club ese mismo verano mundialista: lo hizo para cruzar la A-8 y poner rumbo al Athletic. Digamos que no cumplí con las expectativas, que jugué mal como txuri-urdin. Así que a nadie le extrañó que en enero, solo meses después de mi fichaje, pusiera rumbo a una liga lejana para recalar en un club entonces desconocido. Ahora le suena más al gran público, aunque no nos engañemos, tampoco hablamos de una superpotencia.

¿Qué tal me fue tras dejar Donostia? Mal en líneas generales, viví mucho movimiento en cuanto a cambios de equipo. No funcionó lo mío en tierras exsoviéticas, así que el club que compró mis derechos cuando dejé Donostia empezó a cederme a otras escuadras e incluso me bajó a su filial durante media campaña. Muchos preguntasteis dónde estaba cuando el primer equipo protagonizó aquel sorpresón en el Camp Nou, contra el Barça de Guardiola. Pues aquí tenéis la respuesta: jugaba y entrenaba con los chavales de la cantera.