"Felicidad, qué bonito nombre tienes". Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto con la euforia y la satisfacción plena que experimentó la afición txuri-urdin tras conseguirse la clasificación para la final de Copa 32 años después. Imágenes impregnadas de liberación y emoción, una vez superada la incómoda prueba de Anduva. Los que tuvimos la fortuna de paladearla en el mismo escenario, después de la lógica explosión de alegría y de tener la obligación algunos de controlarla para poder trabajar en condiciones, guardaremos en la retina postales de imborrable recuerdo. Me gustó y mucho que la celebración de los jugadores girase en torno a la afición desde el mismo pitido final. Que no dudaran en acercarse hasta el Fondo Norte para compartir su entusiasmo, no solo con sus familiares y amigos, sino también con todos los seguidores realistas que, en un gran número, eran incapaces de reprimir las lágrimas de alegría. Una reacción que según muchos estudios tiene una función vital, ayudar a restaurar el equilibrio emocional cuando nuestras emociones se vuelven incontrolables. Esto es lo que ha logrado generar esta Real triunfadora, que transmite y contagia desde el primer día de competición. Que nos enamora desde verano y nos mantiene enganchados con la sensación de que lo mejor está siempre por venir. Algo que por lógica deportiva debería ser así si tenemos en cuenta su trayectoria y su imparable progresión con nueve victorias en sus últimos diez partidos. Normal que tanta pasión incontrolable nos desequilibre.

"Felicidad, vete tú a saber dónde te metes". Muchos años esperándote. Demasiados. Pero para que te toque la lotería tienes que comprar boletos. Y el principal problema que ha acumulado la Real en estas casi últimas tres décadas es que nunca se había tomado de verdad en serio una competición que te puede deparar todo tipo de sorpresas a la vuelta de la esquina. La mejor manera para prepararse es confeccionando una plantilla de primer nivel, con competencia real en todas sus posiciones. Circunstancia que es indudable que se ha logrado, como creo que pensamos casi todos. Y lo segundo es encontrar un gurú con una capacidad psicológica y motivadora, además de su ineludible conocimiento táctico, que convenza a los soldados de que están capacitados para ganar muchas guerras.

La lección en la pizarra de Imanol a Iraola basando la estrategia en día D de la campaña en un innovador Plan B, le consagró casi definitivamente y le permitió eludir por un importante espacio de tiempo la acusación sobre su supuesto inmovilismo en el banquillo. Se lo leía a Raí, aquel brasileño que jugó en el San Paulo que tumbó al Barcelona en una Intercontinental gracias a un golazo suyo de falta y que luego triunfó en el PSG, en una interesante entrevista a la revista Líbero: "Hoy en día PSG, Bayern, City, Madrid y Barcelona son selecciones casi mundiales. El mejor de un país reemplaza al mejor de otro en sus sustituciones. Esto crea una brecha con los demás". La misma que ha logrado sortear la Real en esta edición de la Copa, gracias a su hazaña en el Bernabéu. Este es el año, no habrá muchas opciones parecidas en los próximos lustros.

"Felicidad, cuando sales sola a bailar, te tomas dos copas de más y se te olvida que me quieres". Una especie de amnesia alcohólica o algo parecido han sufrido en estos últimos meses dos de las grandes estrellas de la Real las últimas campañas, Willian José y Januzaj. Ninguno podrá olvidar nunca lo que este club y, sobre todo, su entrenador, ha hecho por ellos. El brasileño recibió el perdón del técnico pese a cometer un pecado castigado con la pena del olvido y la indiferencia hasta que nos haga recordar con buenas actuaciones lo que en un tiempo fue para nosotros. Poco a poco, insisto, gracias a la confianza del banquillo confirmada en sus titularidades en el derbi y en el encuentro clave del curso en Miranda, se encuentra en el camino de la verdadera redención. No le descarto en la gran final si Imanol plantea la misma solución para evitar la presión adelantada del rival.

Un equipo de fútbol no alcanza la felicidad absoluta si no cuenta en sus filas con un mago. Un trilero siempre imprevisible, tan capaz de levantar a la grada con sus filigranas y engaños, como de soliviantarla cuando no tiene el día o simplemente no le apetece. A mí me duele Januzaj. Me dan tanta rabia sus desconexiones que ahora hasta me cuesta apreciar sus exhibiciones. Afortunadamente se ha presentado a tiempo para intentar marcar diferencias y de él destaco que, en un jornada de máxima tensión como la de La Cartuja, su mayor virtud a tener muy en cuenta será que saldrá a jugar como lo hacía en la calle. Porque pertenece a tipo de futbolista virguero y descarado, que no atiende a leyes ni normas, como lo explica Raí: "Yo aprendí a jugar en la calle, como todos los brasileños, era muy libre, creativo. Pero al mismo tiempo, con mi mentalidad y mi tipo de inteligencia de juego, siempre asumí el papel de cerebro y de organizador. Por lo que no tenía derecho a ser completamente libre. Fui creativo con este don natural que me hizo jugar al más alto nivel, pero en un momento dado elegí ser capitán". Y como explica de sus compatriotas, Januzaj, que desgraciadamente rehuyó a la posibilidad de ser líder, podría haber nacido en Río, porque "es el ritmo, la música, la sonrisa, la alegría de vivir, el baile"€ (e imagino que el disfraz de plátano).

La canción Felicidad a la que me refiero, de la Cabra Mecánica, comienza con un brillante "mata más gente el tabaco que los aviones y he perdido el miedo a volar". La Real, ese equipo que ha sorprendido a todos por su valiente apuesta en el campo y en los despachos, donde se ha diseñado una de las plantillas más jóvenes, que ha perdido el vértigo a las alturas y ha abierto la puerta del cielo. Y aunque no lo parezca, su mayor poder es que ha sabido reciclarse y perfeccionarse a lo largo de la propia campaña. Como lo explica Raí de su selección, "Brasil siempre ha representado el hermoso juego, el arte del fútbol, pero al mismo tiempo un juego ganador. Pero adquirió malos hábitos, porque hoy ya no es posible vencer solo con talento puro" (escucha, Januzaj). "Y la selección ya no juega siempre como imaginamos al fútbol brasileño" (como hizo el conjunto blanquiazul el miércoles en Miranda).

Esta Real tiene un color especial que ya le ha permitido limpiar la mancha de la Copa. Hoy le toca encontrar el antídoto a la maldición que le persigue en el Camp Nou, donde no puntúa desde 1995, cuando jugaba Imanol. Sin casi descanso, en un más difícil todavía, aunque instalado en un permanente estado de optimismo proclamado gracias a su sueño copero. Felicidad, qué bonito nombre tienes. ¡A por ellos!